CUATRO

1.3K 166 66
                                    

Tres años y medio antes

Hye esperó un largo tiempo antes de irse, esperó a que Changbin dejase de sentir odio ante su abandono.

Fue difícil, pero logró que el chico le dedicase sonrisas otra vez.

Seguía sintiéndose mal y esta vez no era por sus piernas. Changbin odiaba la idea de dejar de verla. Estaba tan acostumbrado a su compañía que sentía que su ausencia sería tortuosa, que no lo soportaría.

Allí estaba, en la entrada de su casa, con una gran maleta junto a ella, una sonrisa hermosa en su rostro, su cabello arreglado y el anillo de compromiso de vuelta en su dedo anular.

— Promete visitarme. — La chica le dejó en el bolsillo de su camisa una hoja pequeña de papel con algo escrito en color rojo. Le guiñó un ojo al menor y lo abrazó. — Cumple tu promesa y dale vida a tus rimas. — Soltó al chico y lo tomó por los hombros para observar su expresión. El menor no podía hablar, sus lágrimas amenazaban con salir si intentaba mover sus labios. En respuesta le sonrió con aguados ojos. — Eres un chico fuerte...

Y se fue alejando de él, poco a poco. Changbin no podía gritarle que se quedase, ella debía seguir con su vida, que nunca hubiese tenido si se quedaba cuidando de él.

En cierto modo, Changbin se dio cuenta de que no solo habia mejorado por volver a caminar, había mejorado por ella. Queria verla orgullosa de él, verla seguir con su vida, verla irse aunque fuese doloroso para él, porque su presencia provocaba que él perdiese su cordura cada día, pensando que tendría alguna oportunidad...

(...)

Actualidad

— Busco a Ana Gólubev. — Changbin estaba incómodo, la puerta fue atendida por un hombre. "El debe ser su esposo" pero al observar sus manos no observó ningún anillo.

— ¿Quién eres? — El hombre parecía ofendido, miró las rosas que Changbin traía. Cerró los ojos y suspiró. — El funeral fue hace una semana, llegas bastante tarde.

¿Funeral?, comenzaba a sentirse nervioso, quizás no habría pronunciado bien el apellido ruso de la chica.

— No, busco a Ana, algunos la llaman Hye. La doctor...

— Murió. — El hombre estaba calmado, parecía agotado.

Se le hizo un nudo en la garganta, dejó sus brazos colgados a sus costados, las rosas seguían siendo sostenidas por él. No sentía sus piernas y su sonriente rostro había desaparecido. No creía esas palabras, estaba confundido.

— Hace una semana sufrió un accidente... soy su ex esposo. Nos divorciamos hace un año, estoy aquí por las pertenencias de nuestro hijo. Lo lamento, chico.

Changbin se quedó mudo, asintió con la vista perdida y se dio la vuelta buscando consuelo en el aire. Las rosas estaban con él, rosas que eran para ella.

Había ido a visitarla, como se lo había prometido, era un rapero y bailaba en una banda famosa. Había cumplido sus promesas, pero no pudo ver su rostro. Ella tampoco pudo observar el hombre en el que Changbin se había convertido.

Lágrimas rodaron por sus mejillas, quemando su paso. Un sollozo quemó la garganta del chico. Nadie lo podía consolar, nadie podía decirle que todo estaba bien, porque no lo estaba.

Ella no estaba junto a él y nunca más lo estaría.

— Eh! Chico! — El hombre que antes le había dado una horrible noticia, lo llamaba. — Dime tu nombre. — El chico no respondía, su dolor se lo impedía. — ¿Eres Seo Changbin?

El chico asintió. — S-Sí. — Se secó las mejillas con sus manos.

— Ten, ella quiso darte esto. Me contó mucho sobre ti. — El hombre le tendió un cofre pequeño. Y un pequeño papel. — Y yo te doy esto, ve a visitarla.

Changbin recibió ambos objetos con nuevas lágrimas saliendo de sus ojos.

Abrió el cofre inmediatamente.

Un pétalo negro, lo tocó, era duro. Uno de los pétalos de las rosas que él le había regalado que se había endurecido debido a la pintura. También junto a él una foto pequeña, en ella se veía una sonriente Hye y él junto a ella, con unos diez años.

Sin darse cuenta se estaba ahogando entre ruidosos sollozos y miles de lágrimas.

El hombre se había ido. Lo dejó solo.

Changbin sollozó contra la fotografía, dejaba de sentirse estable. Sus piernas dejaron de sostenerlo hallándose en el suelo, en una calle desierta, mientras sus lágrimas caían hasta las rosas negras, para luego deslizarse a través de ellas, terminando en el negro pavimento.

En ese momento, Changbin solo lloró, dejando caer sus lágrimas, sollozando y gritando del dolor que le ardía por dentro.

Nadie lo observaba, nadie lo acompañaba en su sufrimiento. Estaba cayéndose en pedazos, mientras en su mente, recordaba los más hermosos momentos con Ana.

Hermosos momentos que no olvidaría.

— H-Hye... Gracias. — Susurró contra la pequeña fotografía, aferrándose a ella como si fuese su único consuelo.

Observó el otro papel que el hombre le había entregado.

Otra dirección.

Una dirección se garabateaba en negro anunciándole el lugar, de su destino final. Lugar dónde ella se encontraba.

Through you [Seo Changbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora