04.

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Había pasado de cada una de las personas que trataban se entablar un tipo de conversación conmigo.

Mi cumpleaños había sido normal, había sido felicitada por varias personas que apenas y conocía. ¿Acaso ellos me conocían?

En realidad, en cuanto había visto a Jeno, cada uno de mis ánimos y células felices, murieron con la vista. Por lo cual no pude sonreír ese día.

Sabía que era grosero, él se había confesado y yo simplemente lo había dejado sin respuesta.

¿Se le puede considerar confesión?

Hoy era su cumpleaños, 23 de abril.

Le había comprado un pastelito, mismo que estaba envuelto en una pequeña caja decorada. Realmente no me había esforzado en ello, me sentía demasiado desganada como para hacer un regalo grande.

Estaba tranquila, cada canción que se reproducía en mi celular me daba la sensación de estar en una película. Caminaba por los pasillos de la escuela y observaba como todos a mí alrededor se movían, mientras yo solo iba un poco sumida en las letras de mis canciones... Una risa, una sonrisa, varios besos y un suspiro.

¿Eso es el amor?

A lo lejos pude ver la cabellera oscura de Jeno y me acerque a él. Raramente sentía un nudo en mi garganta. ¿Qué le diría?

Mi cuerpo actuó por sí mismo y toqué su hombro. Había llegado por detrás, por lo cual tuvo que voltearse para así centrar su vista en mí. Levante la pequeña cajita y él sonrió.

―Feliz cumpleaños, tonto.― Eso fue lo primero que salió de mis labios.

Él tomo la caja y me sonrió, pronto abrió sus brazos, indicándome que quería un abrazo.

Me acerque a él y le abracé. Se sentía como el primer abrazo que nos habíamos dado hacía tiempo. Con él, me había dado cuenta de dos cosas; Jeno había bajado de peso y también había cambiado su colonia.

―Ya estas viejo.― Sonreí a medio abrazo y el río, pude sentir sus vibraciones en mi pecho.

―Me haces sentir mal ¿Sabes?

Se sentía extraño, el abrazarlo después de tanto, o hablar con él, después de haber pasado casi 3 semanas sin saber de él.

―Lo siento, viejo.― dije aquello tratando de hacerlo reír, pero me arrepentí al ver su semblante serio. Me alejé de él, rompiendo el abrazo.― Es broma, lo siento.

― ¡Te la creíste!― Canturreo mientras levantaba sus manos y hacia un extraño baile.

― ¡Vas a arruinar el cupcake, tonto!―Me cruce de brazos, y me senté en una de las bancas que había ahí, en el pasillo.

El imitó mi acción y se sentó al mi lado. Puso la caja en sus piernas y se le quedo mirando por un rato.

― ¿Debería comerlo ahora?― Fue curiosa la manera en la que pregunto aquello, ya que me volteo a mirar como si estuviese pidiéndome permiso para hacer alguna acción.

―Es tuyo, tonto. Puedes hacer lo que quieras con el.― Reí y le pique la nariz.

La acción nos tomó desprevenidos a ambos. Había salido de mí espontáneamente, por lo cual no había dado cuenta hasta unos milisegundos después de haberla hecho.

―Bien.― Él río y abrió la caja con sumo cuidado. Parecía un niño, al cual le habían dado el regalo que tanto deseaba para navidad. Quitó la envoltura de abajo y acercó el cupcake a mi.― Muerde.

―Es tuyo, cómelo.

―Choi Hasul, si no le das una mordida, juro por dios que me enojaré contigo.― Él tenía una mirada enojada en su rostro. Era su cumpleaños ¿No? A complacer al cumpleañero.

Suspicious kiss»  00 LineWhere stories live. Discover now