La mañana de ése día estaba siendo tranquila. Había salido a correr, casi como todos los días y lo ví. Cómo también todos los días.
Estaba demás decir que él era la razón por la que me levantaba casi a las ocho de la mañana para empezar a correr, para verlo a él caminando hacia la universidad.
Te conozco y me conoces, hemos ido a la misma preparatoria por siete años. Contigo supe lo que es estar enamorado desde el primer momento y hoy, 12 de abril, no sé me ha pasado.
Quizás pienses que soy idiota, tienes razón. Soy un idiota que ha estado enamorado de ti desde que entraste al salón, desde que tuviste tu intercambio de Busan a Seoul. Soy el idiota que siempre te votaba para que fueras el presidente de la clase, porque además de ser inteligente, también me gustaba poder observarte y verte ahí, de pie, hablando y quizás... quizás por unos segundos, podías posar tus ojos en mi. Por un segundo yo... existía para ti.
Si fuera más valiente, iría y te invitaría a un café luego de la universidad. Pero, aquí estoy, Jimin, observándote cruzar la calle mientras juegas con las correas de la mochila y observas el cielo, que hoy no es nada comparado a tu belleza. Tu cabello rubio brilla más con el sol y tus ojos cafés, que a veces cambian a miel claro, dependiendo el tiempo, observan su alrededor.
Quiero hacerlo bien. ¿Si fuera a invitarte... qué pasaría? ¿Podría confesarme a ti? ¿Podría ser aquel que pueda besarte, invitarte a citas, ir de fiesta contigo, ver una película, quedarnos en la cama y hablar de cosas triviales? O... ¿simplemente quedaríamos como amigos?
Pero sé que no puedo quedarme con la duda, se que probablemente viva pensando en qué pudo haber pasado si cruzaba la calle, hablaría contigo y pudiéramos ser algo. Algo.
Mis pies andan por si solos, te observó desde la vereda de enfrente. Si voltearas tu rostro hacia mi, me verías.
Por favor, mírame.
Por un segundo mis ojos se detienen en una flor, un girasol. Me hace pensar en ti.
Y tal como los girasoles buscan al sol, yo volteó mi cabeza para observarte a ti.
Y te veo. Te encuentro a dos pasos de mi. Tus ojos cafés me están viendo y puedo notar que cruzaste la acera para hablar conmigo.
Mis manos tiemblan, empiezo a ponerme nervioso porque no sé qué dirás.
Pero me miras, haces una media sonrisa y sonríes con tus ojos. Puedo notar que me has reconocido. Quizás no soy tan invisible a tus ojos. Quizás sí existo.
-Hola, Yoongi.-Me dices, haciendo que mi corazón se detenga por unos segundos.
Y quizás, solo quizás, sí podamos hacerlo bien.