Por un lado, el caso de una muchacha, amnésica e indocumentada, pero cuyas huellas dactilares corresponden a las de un joven desaparecido hace más de cuatro meses.Por el otro, un multimillonario incapaz de justificar ante el ente fiscal el origen de su extraordinaria fortuna. Y en medio de ambas investigaciones estoy yo, un profesional recién egresado de la carrera de periodismo.A decir verdad, tuve suerte al poder entrar a trabajar a un diario. Sin embargo, lo único que hago desde entonces es improvisar el horóscopo de turno. Si, es cierto que es la sección a la que relevan a los más nuevos en el periódico, pero esto no debería seguir así por más tiempo. Nonono, tengo ambición, hambre por ejercer todo lo aprendido en una investigación grande, de relevancia social.Valiéndome de esta cuestión ante el editor, logré tener luz verde para dedicarme a pleno en la investigación de alguna cuestión relevante. Fue así que, enredado en casualidades y causalidades, logré contactarme con los protagonistas de los sucesos descritos al principio.Reviendo un caudal de noticias desfasadas me percaté de un detalle que vinculaba dos en particular; la mención por parte de sus protagonistas de una mujer exótica mujer blanca, de cabello moreno y ondulado, vestida con coloridas túnicas a la usanza hindú. Justamente, según propias palabras de los involucrados, su presencia implicó un ante y un después en su situación. Aparte de esto, no tenían nada más en común. Era como si la figura de aquella mujer fuese necesaria para llenar algún tipo de cabo suelto.No obstante, parecía ser que eso era todo lo que tenía entre manos. Este tema se volvió una obsesión, y al no lograr avanzar me sentí perdido y desorientado. Habían pasado dos semanas desde que acerté en mi apreciación pero hasta entonces no conseguí progresar la investigación. Fue entonces cuando tuvo lugar el encuentro.Ese día tenía franco.Estaba caminando por la calle disperso en mis ideas, cuando ohi una extraña intromisión.-Fue usted quien me buscó, pero fui yo quien lo encontré -escuché con claridad. Era una voz femenina y ronca. Había mucha gente al rededor, pero por obra de la investigación tuve la idea fija demasiado tiempo así que no pude evitar identificarme con el llamado de atención, así que volteé para ver si iba dirigido a mí.Fue entonces cuando la vi. Ahí estaba aquella exótica dama. La observé unos segundos antes de pronunciar palabra alguna, y aun así no esquivó mi mirada, sino que la sostuvo con una actitud suave y serena.-Buen y agradable mediodía, caballero -dijo, quizás como una manera de decir "buenas tardes".¿Pero ella era realmente la persona que buscaba?En efecto, podría comparar su particular vestir al de una elaborada prenda hindú.Los vivos colores de su manto saltaban en contraste al grisado urbano. Me resultaba curioso cómo es que con una apariencia tan llamativa parecía que nadie, siquiera una mirada curiosa o perdida, posase sus ojos en su figura. Quizás sea por este detalle, pero nunca me había sentido tan solo como en aquel momento al estar rodeado de aquella indiferente multitud. Podría haber seguido absorto en aquel incómodo sentimiento, de no ser por la irrupción de su voz.-Aquí estoy ante usted para cumplir un deseo--Espere un segundo -dije, contundente- ¿Cuál es el truco?- no hubo una mayor variante en el desenvolver de su expresión. Incluso parecía que esperara que hiciera un comentario por el estilo.-Perspicaz es usted -dijo -pues en efecto, por instinto reconocerá que hay algo más detrás del simple hecho de desear. Pues en efecto, el precio a tal hecho es que, a cambio, algo de incierta naturaleza sea olvidado--De acuerdo- dije, simulando algún tipo de sorpresa y disimulando un poco el sarcasmo Entonces añadí -Pues verá, quisiera saber si no sería tan amable de permitirme hacerle algunas preguntas--¿No ejercerá un deseo?- consultó.-Y....- sostuve, sin pensar una respuesta -ha decir verdad, no--Si ese es el caso, lo lamento- dijo, con la misma emotividad de una asistente social- Mi deber se siñe a la posibilidad de consumar deseos- dijo, y oliendo quizás mi falta de credulidad en mi palabra, añadió -Si no considera desear nada, temo que no tengo compromiso alguno que me sujete a usted. -Acto seguido, hizo una reverencia y entonces añadió -Con su permiso -dijo, dando media vuelta y retirándose del lugar.Ahí estaba ella, mientras sus colores palidecían alejándose entre la ajetreada muchedumbre.-No puede ser- pensé -¿Y si en verdad es ella? Pero todo esto es una locura- por un instante, elegí no hacer caso a la razón y procedí a correr tras ella, no sea cosa que pierda una oportunidad irrepetible de... ¿de qué?-¡De acuerdo!- dije, agitado no tanto por el trote sino por la posibilidad de perderla. Entonces me vio, con la misma predisposición amable de hace un momento.-Bien, ¿cuál es su deseo? -dijo. La imaginación no me daba para mucho, ni tampoco era que de verdad creyera en su palabra, así que procedí a ejercer mi "deseo".-Deseo hacerle una entrevista. Completa -dije, valiéndome de un raro sentido de la ironía.-¿Está seguro? -replicó.-Por supuesto -contesté, más firme que convencido.-En ese caso, sus deseos son órdenes -Asintió. Así que ahí estábamos, en medio de una ajetreada peatonal. Luego de pensar un lugar adecuado para dar lugar a la entrevista, finalmente me decidí por un café callejero.Acomodados en nuestros asientos, yo pedí un cortado, y ella un café con leche.A partir de ese momento aparté de mi cabeza diversas conjeturas respecto de la particular situación y me enfoqué a pleno en la entrevista. Consideré lógico empezar consultándola por los casos que me llevaron a fijar mi mente en ella. Ella asintió, y entonces procedió a detallar los sucesos.-Lo recuerdo, sí. Aquella muchacha cuyas huellas dactilares corresponden a la de un joven desaparecido- dijo, manteniendo una calma y credibilidad en su palabra inverosímiles en boca de cualquier otra persona- Pues no hay mucho misterio detrás del hecho. Del mismo modo en que lo conocí a usted, también me presenté ante él. Le planteé la realización de un único deseo. Él dudo, pero finalmente accedió-Pude imaginarme en qué dirección iría el comentario, casi como si se tratase de una vuelta de tuerca propia de algún cuento fantástico. Sin embargo, no podía darme el lujo de adelantarme a su respuesta. Soy un periodista, no un especulador.-Pero entonces, ¿qué relación tienen ambas personas?- pregunté, sintiendo mi cejas arqueándose ante la duda--Pues verá, nunca han habido dos personas. Él deseó ser ella, y su anhelo se consumó; ya había sido hecha una muchacha. Sin embargo, el impacto emocional tuvo sus consecuencias. Al poco tiempo de despertar en su actual circunstancia, había olvidado su identidad. Pasó un tiempo desorientado, así que procedí a otorgarme un amparo momentáneo. Era curioso, pero llegado el momento, parecía lamentarse de haber nacido mujer. Empero, mi papel ya había sido cumplido, por lo que me retiré de su presencia para proceder con mis actividades-En efecto, había expresado una vuelta de tuerca, y encima con moraleja. Eso no esclarecía para nada mis dudas, pero daba como para reflexionar un buen tiempo. Sin embargo, tenía asuntos más importantes que atender, así que procedimos la entrevista.-De acuerdo. Y entonces, ¿qué puede decirme del caso del "hombre rico"?--Oh, si. Ese es un caso reciente- dijo, como fingiendo un esfuerzo en hacer memoria- Ese señor había sido muy apenado por sus deudas. Fue así como deseó ser dueño de una incalculable fortuna- dijo. Sin embargo, parecía faltarle el mencionar un detalle fundamental en su relato. Fue así como procedí a interrogarle.-Pero entonces, ¿cuál fue el truco esta vez? ¿qué olvido ese sujeto?- -¿Olvidar? Eso no lo se. El olvido puede tomar muchas formas y variantes. Puede ser que haya convertido en nada parte valiosa de su memoria. O quizás se haya desprendido de algún recuerdo menor. El olvido carece de voluntad, pero al fin y al cabo, ¿no llega a todos por igual?- dijo. Su comentario no esclareció mis dudas, sólo las amplió. Sin embargo, me sentí desubicado en tratar de preguntarle algo más claro, así que preferí seguir la entrevista por otro lado. Sin darme cuenta, en algún punto sería ella quien tome las riendas del diálogo pasando a establecer una sucesión de relatos y discursos.El insípido ritmo de su habla en conjunto con el tono de su voz entretejían con arte una singular forma de persuasión. Luego de un par de relatos, ya no me importaba creer o no en ellas. Me resultaban interesantes. Fue así como, lo que empezó como una entrevista, dio lugar a lo que podría haber sido la narración de un interminable relato fantástico.-Un pueblo anheló prosperidad, y cumplido su deseo, la obtuvo. Pero con el tiempo, este olvidó sus raíces. Y entonces, insaciable, insatisfecho y sin punto de referencia a la rigurosidad de otro tiempo, sobrevino la decadencia. -dijo, y acto seguido tomó un sorbo de su café con leche. Luego de eso, prosiguió.-Un emperador que deseó ser el amo y señor de lo habido y por haber en la tierra y los mares. Así se consumó su anhelo, hasta el momento de su fallecer, cuando el imperio que erigió terminó por dispersarse y fenecer hasta convertirse en nada. Ni su nombre ha sido recordado siquiera como rumor. -y entonces volvió a beber otro sorbo. Así lo fue haciendo, entre reseña y reseña. Uno tras otro fue describiendo los casos. Parecía no tener fin el desfile de situaciones e historias. De esta manera, la entrevista se desenvolvió en el marco de una charla de café que pudo haberse prolongado por horas durante el que pareció ser un mediodía eterno.Con el tiempo la charla se volvió más distendida, casi podía percibir un tono de sinceridad en su voz, como si por un instante se estuviese olvidando de interpretar un papel.-Oh si, no han faltado personas con sentido del humor. Una vez hubo un sujeto que deseó que en ese mismo momento, ante sus ojos, apareciera un emparedado de pollo con tomates, mayonesa, ajíes en vinagre y otros ingredientes.-Ajá -asentí, esperando a que siguiera el relato, pero luego de unos segundos añadí -Y entonces, ¿cuál era el truco?- y entonces añadió.-Pudo haber sido cualquier cosa. Quizás se haya olvidado de que alguna vez pidió ese deseo, o tal vez no -y entonces añadió, entrecerrando los ojos e imponiendo en su voz un tono sensual y reflexivo- Los vaivenes del olvido son un auténtico misterio.Fue incierto el tiempo que pasamos juntos. Una parte de mí sintió que fue toda una vida. Otra apenas percibió horas. Sin embargo, llegado cierto punto, aquel interminable desfile de relatos llegó a su fin.-En fin, mi estimado caballero. Desde el principio hasta el fin. Eso es todo lo que recuerdo- dijo. Fue esa aclaración la que, de alguna manera, me devolvió a la realidad en tiempo y forma. Quise hacerle más preguntas, esta vez sobre ella misma, su propia historia, su pasado. Sin embargo, no pude pronunciar palabra alguna. Luego de un instante de incómodo silencio, sutilmente ella irrumpió el encuentro.-Espero haber satisfecho su anhelo- dijo, otorgándole a su voz a aquella fría formalidad conque se presentó. Acto seguido, se levantó de su lugar y efectuando una reverencia, esbozó sus últimas palabras: -Mi papel ya ha sido cumplido. Debo retirarme para proceder con mis actividades--¡Espere! -grité. Esta vez temiendo algún tipo de desarraigo. Me reconocí más sólo que nunca. Ella se alejaba entre la muchedumbre. Mis piernas no reaccionaron, era como si hubiese permanecido sentado allí durante meses. Simplemente, no respondían como debían. Cuando finalmente fui capaz de levantarme, ella se había transformado en nada más que un recuerdo de mi pasado.La confusión me abrumó. Pronto, mi mente empezó a maquinar toda clase de extravagantes teorías. Tanto tiempo había dudado la entrevista, y aun así sentía que no tenía nada tangible entre manos.¿Quién era realmente ella?¿Podría haber sido algún tipo de timadora? instintivamente, palpé mis bolsillos. Todo estaba en su lugar, desde mi billetera hasta mi celular. Sin embargo, no pude evitar sentirme paranoico el resto del día franco. Sin embargo, no puedo decir que haya vuelto con las manos vacías. En mi poder tenía, más que una entrevista, una crónica detallada detallada de incontables sueños perdidos por la humanidad.Fue así como, puliendo determinados detalles y otorgándole la debida coherencia al material, presenté el producto final de todo mi esfuerzo al editor. Al final me mandaron a la "sección paranormal", compartiendo terreno con ovnis borrosos y el pitufo enrique. Pero lo llamativo es que, lo que empezó como los sobrantes en tono conspirativo de una "no-noticia" menor terminó por generar suficiente interés como para que, sucesivas ediciones después se publicaran versiones más extensas y fieles a lo redactado en mi investigación. Llegado cierto punto, la tirada del diario se agotó en sus sucesivas ediciones y pronto el asunto llegó hasta la televisión. A partir de entonces, el asunto parecía imparable; entrevistas y testimonios a personas que afirmaron haber conocido una dama de similares características. Algunos casos eran creíbles, otros no tanto hasta que al final dejó de importar. La gente se había conmocionado con el asunto, como si se tratase de un fenómeno social. Para mi era claro que, más allá de la esencia original del asunto, los medios encontraron una nueva mina de oro. No obstante, con la misma súbita intensidad con que el asunto tomó relevancia, este fue decreciendo en interés hasta quedar perdido en el olvido.Me resulta difícil verme hoy día haciendo el seguimiento de algún caso "paranormal".Pero si hay algo que al día de hoy queda picando en mi conciencia¿todo este asunto se perdió en el olvido por obra de la "clausula" de mi deseo? ¿o quizás sea parte de la naturaleza misma de la información?Lo único que sé es que, hoy por hoy, soy incapaz de reconocer la angustia que sentí al despedirme de ella, como si aquel encuentro no fuese más que la vaga ilusión de un sueño perdido.
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Un mágico etcétera
RandomHistorias sueltas que no entren dentro de ninguna otra colección mayor e ir actualizando muy de ves en cuando