—Señor Sheppard, ¿qué son estas horas de llegar? —Le pregunta el profesor a ojos de hielo, mucho más molesto que cuando llegué tarde.
—Lo siento, señor, choqué contra algo en el pasillo y eso me dejó bastante desorientado —responde el recién llegado.
Su mirada se encuentra con la mía y sonríe.
Un hoyuelo aparece en su mejilla derecha y detrás de mí puedo escuchar a otras chicas murmurar lo atractivo que es.
Atractivamente insoportable, si me preguntan.
—Muy gracioso —responde el profesor a su burla—. Mejor déjese de excusas tontas y tome asiento antes que se me quite el buen humor.
—Se descubre algo nuevo cada día... Y yo que pensaba que no tenía humor —dice por lo bajo Sheppard, mientras camina.
No puedo evitar reírme entre dientes, como algunos compañeros que también alcanzaron escucharlo. La verdad es que yo tengo más humor en mi dedo meñique que el profesor en todo su sistema.
—Señorita Ryan —llama el profesor y mis ojos se abren. Me mira interrogante—, ¿Quiere compartir lo que encuentra tan gracioso con el resto de la clase?
Bien hecho, Sam, termina de cavar tu tumba.
—Eh... yo, me resulta interesante el tema de la clase —digo, más rápido y nerviosa de lo que hubiera querido. Sonrío pequeñamente y él entrecierra los ojos.
—Luego discutiremos lo que encuentra tan interesante —Advierte, antes de volverse hacia el pizarrón.
Dejo escapar un suspiro.
Eso estuvo cerca.
Pero no tan cerca como la voz a mi lado.
— ¿Has chocado con alguien últimamente? —Me sobresalto mientras Sheppard toma asiento a mi lado, dejando su libro sobre el escritorio. —Te dije que nos veríamos en breve, compañera —dice
Él no puede ser mi compañero —pienso, comenzando a entrar en pánico.
—Lo soy —responde, como si pudiera leerme el pensamiento.
—O quizá lo dije en voz alta.
—Lo dijiste en voz alta —asiente, con una sonrisa—, pero por las divertidas expresiones de tu rostro pude haberlo deducido de todos modos.
— ¿Qué haces aquí?
—Lo mismo que tú, en clase de biología aprendiendo sobre la homeostasis, o algo parecido. —Mira hacia el frente, pero no creo que esté prestando atención a lo que dice el profesor, está demasiado ocupado burlándose de mí.
Me niego ser su compañera.
Instintivamente levanto la mano y la sacudo para llamar la atención del profesor.
— ¿Sí, señorita Ryan? —Pregunta impasible.
—Eh... Quería saber si puedo cambiar de compañero, profesor —digo, evitando la mirada de Sheppard.
—Me ofendes, compañera —dice este y contengo las ganas de apuñalarlo con un lápiz.
—Ya asigné las parejas de laboratorio —contesta Wayling—. ¿Tiene algún problema con su compañero? Yo que pensaba que se llevarían bien dado que a ambos les gusta llegar tarde e interrumpir mi clase. —Dice mordazmente.
¿Por qué pregunté siquiera?
—Yo podría cambiar con ella —Se ofrece Brithney desde atrás. Por supuesto que podría. Miro sobre mi hombro y observo a la rubia teñida comerse con los ojos a mi compañero. No es que la culpe, eso sería hipócrita de mi parte. Pero no la hace menos molesta.
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I Hate Loving You©
Teen Fiction[EN EDICIÓN] Las primeras impresiones no siempre son las correctas... ¿o sí? Samantha Ryan no tiene tiempo para distracciones del futuro que su padre tiene planeado para ella. Mucho menos si viene en un paquete de ojos azules, hoyuelos, y quien pued...