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Hoy ha sido un buen día. Uno de esos que dices "joder, por qué el tiempo pasa tan rápido". Uno de esos en que me siento querido y aprecio cada detalle. Entonces me pregunto por qué la felicidad es tan puntual, por qué no puede perdurar cada día, un ratito, unas horas, unos minutos; porque los buenos momentos hacen que me sienta más presente, más despierto, y me da vida esa sensación. Y sé que la vida no se trata de eso, pero de todas formas, ¿y si la vida pudiera ser así? ¿Solo las partes felices, no las horribles, ni siquiera las medianamente agradables? Es lo que quiero hacer con Atenea: darle solo lo bueno, mantener alejado lo malo, para que siempre estemos rodeados solo de cosas buenas.
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Una vez me preguntaste sobre mí; no supe qué decirte, puesto que ni yo me conozco, y creo que fue la primera vez que sentí que las cosas temblaban en un hilo de inseguridad.
Soy un caos, soy un desastre buscando ser persona. Soy el de las ideas extravagantes y carácter inusual, el que sonríe con sorna delante de las burlas y llora tras un corazón a pedazos, esperando que la herida sane con rapidez. Soy el que espera que el reloj haga pasar las horas de forma que no tenga la necesidad de mirarlo para saber que es demasiado tarde para retroceder, pero que aún piensa que hay tiempo. Porque el tiempo es relativo, ¿verdad, princesa?
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Atenea, déjame decirte algo: eres preciosa, y voy más allá del físico. Eres preciosa por tu manera de ser, por cómo me sacas sonrisas sin que lo sepas. Eres preciosa por hacerme reír cuando parece que las cosas van a desmoronarse en mi cabeza, por preocuparte por mí y por saber ser y estar, sin tener que usar el parecer para encajar. Eres preciosa toda tú, y me gusta que te lo creas porque no hay belleza más pura que el amor propio.
Me encantas porque cada detalle de ti sabe demostrar perfección, y me encantaste desde el momento uno por tus ganas por la vida. Sacaste en mí mi lado tierno, mi lado con sueños y cariño.
Y no hay persona más indicada que tú para recibir todo lo que tengo dentro; aún tienes mucho por conocer, y ojalá y aún así te quedes a mi lado.
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Me estoy cuestionando si todo esto te parecerá demasiado; si me vas a mandar a la mierda por ser tan intenso, quizá cutre, demasiado exagerado. Pero me arriesgo, porque siento que aún así, ni dedicándote todos mis poemas y mis palabras calladas, va a ser suficiente.
Porque eres arte y ardes a risas, a sonrisas. Porque me haces querer rozarte cada pedacito de piel y crearte constelaciones con tus lunares, porque adoraría versarte con la boca en la dulzura que te compone.
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Porque tu voz me reduce a polvo de estrellas y me hace volar cuando me suspiras unos "te amo".
Por tentarme, por tenerme.
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Y te daría la luna, como muchos amantes se prometen; el problema es que tú existencia supera todas y cada una de las partículas de este universo, de modo que nada se iguala a ti (sinceramente, sonaba mejor en mi cabeza, pero el romanticismo de mis palabras me consuela).
Así que, pese a eso, te propongo compartir sonrisas con este bobo empedernido; te propongo caminar de la mano el mismo camino, y aceptar cada obstáculo que se nos presente. Correr bajo la lluvia, hacer locuras como dos locos enamorados. Besarnos en una estación de tren perdida, viajar hasta encontrar un para siempre.
Te lo propongo de la manera más honesta y con todo mi corazón latiendo por la idea de tenerte cerquita, aunque la mínima distancia nos haga echarnos de menos.
