7. LA VERDAD

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— ¡Meghan, estoy cansado de tener la misma conversación una y otra vez! —Espeta mi vecino al teléfono—. Nunca te he engañado y tampoco he jugado contigo o te he dado razones para que dudes de mí —dice con voz seria y empiezo a sentir cierta clase de orgullo porque al fin esté poniendo en su lugar a esa pesada—. ¿Puedo decir lo mismo de ti?

Oh, ¡Toma eso, perra!

Muerdo mis labios para evitar decirlo en voz alta.

Hay un momento de silencio, por lo tanto, supongo que copia barata de Regina George debe estar defendiéndose y haciendo una rabieta.

Dave deja escapar una larga exhalación.

—Hablaremos mañana. No quiero continuar haciendo esto.

Y pensar que la "pareja perfecta", como suele presumir Meghan por los pasillos, tienen problemas en el paraíso.

Me quedo en silencio, esperando que se marche. Apenas respiro para que no se entere de mi presencia, pero cuando escucho el pasto crujir y pasos acercarse, sé que es demasiado tarde. Nuestro momento de soledad está terminado.

— ¿Estabas escuchando a escondidas? —Su voz molesta se escucha muy cerca, volteo el rostro para mirarle y lo encuentro parado a solo dos metros de donde estoy acostada.

Vuelvo la vista al cielo, observando la oscuridad.

—No intencionalmente. Estaba aquí mucho antes que salieras a hablar por teléfono. —Después de hacer una larga pausa, agrego: —De todas maneras, lo siento. Siento que Meghan y tú tengan problemas.

Se ríe sin humor.

—Eso es mentira. Estoy seguro que Meghan y yo somos tus personas menos favoritas del mundo, así que no creo que te importe una mierda nuestros problemas.

—No lo lamento por ella, lo siento por ti —digo sinceramente—. Lo creas o no, todavía me importas, Dave. Puede que hayan pasado años desde la última vez que intercambiamos palabras reales, pero eso no borra todo lo que compartimos en el pasado. Y aunque a veces encubra mi dolor de perderte con enojo, eso no significa que desee que seas infeliz.

Pasa un tiempo antes que lo sienta moverse más cerca y sentarse a mi lado.

Aprovechando el momento, dejo escapar la pregunta que he retenido por los últimos cuatro años.

— ¿Qué fue lo que hice para que me odies tanto? —Pregunto, volteando el rostro para mirarlo una vez más.

Deja escapar un suspiro.

—Yo no te odio, Samantha —responde. —Éramos mejores amigos. Estaba convencido que seguiría siendo de esa forma aun cuando creciéramos, pero me equivoqué. —Hace una pausa—. Pasó el tiempo y comencé a verte diferente. Yo... me gustabas y no sabía cómo decirlo sin estropearlo todo en el proceso.

Recuerdo sentir las cosas raras entre nosotros. Las miradas fijas, las sonrisas compartidas, los toques tiernos en la mejilla, creí que era mi imaginación.

»No hice nada al respecto al principio. No quería arruinar nuestra amistad, pero fue difícil estar cerca de ti y simplemente actuar normal. Pasaste de ser mi mejor amiga, aquella que me confiaba todo y hacia conciertos solo para mí, a la persona con la que quería estar —continúa, y nunca imaginé que Dave pudiera sentir eso por mí—. Así que por muy trillado que suene, decidí confesarte mis sentimientos el día de San Valentín. —Se ríe secamente—. Era muy cobarde como para decirlo en persona, así que recordé el libro que te encantó, ese el de los mejores amigos que se mantenían en contacto por correspondencia y se enamoraron, y te escribí una carta. Escribí todos mis sentimientos y te pedí que me encontraras en nuestro parque para hablar. Pero nunca apareciste. Esperé hasta que se hizo de noche y luego fui a tu casa. Entonces actuaste como siempre, como si las palabras que escribí y sentí te valieran una mierda, simplemente lo descartaste y me sentí como tonto. —Se encoge de hombros—. Por eso me alejé.

I Hate Loving You©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora