Ángeles

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Miró el espacio que ahora ocupaba. Uno de paredes verde agua y cortinas azules, con espacio exageradamente grande para una sola persona. Ese era el departamento a donde se había mudado luego de desaparecer de aquella ciudad en la que tantos recuerdos había hecho, durante sus años de ángel y sus primeros, humanos.

Blake se dirigió a su habitación, solitaria y vacía, las noches después del trabajo eran crudas y amargas. Miró el techo y se puso a pensar nuevamente en su vida, las pesadillas de ir al infierno lo atormentaban noche tras noche y habían marcado en su rostro un enorme decaimiento.

¿Qué será de mi vida? se preguntó en voz baja.

El silencio luego de su respuesta solo le confirmó que estaba solo. La soledad era la más horrible enemiga, había descubierto luego de la muerte de Angela.

Angela... susurró para sí mismo. Ahora, entiendo tu decisión. La soledad, es peor que la muerte.

Entonces recordó perfectamente el contenido de la carta. Las palabras llenas de dolor impresas por la muerte de su madre y el rechazo de su hermano, eran las razones por las que ella había decidido acabar con su vida.

Para ella, su amor nunca había podido llenar esos dos vacíos. Pese a su compañía, ella, se sentía sola.

Ahora, muy en el fondo la comprendía. Aunque él, no podía hacer lo mismo.

Luego del entierro, Blake, había decidido ir los más lejos posible de aquella ciudad escapando de los recuerdos que lo atormentaban y que por cobardía, quizá, no estaba dispuesto a enfrentar, en un lugar dañino que solo hacía que día a día, los volviera a revivir.

Afortunadamente, Michael, quien había sido su jefe en el hospital donde trabajaba, había sido trasladado en las fechas que siguieron a la muerte de Angela y lo había pedido como asistente en el lugar donde se encontraba ahora.

Michael, con el tiempo se había vuelto su mejor amigo.

...

Se lo que eres sentenció.

Michael, lo miró largo rato, desde su posición, con Blake al frente y el sentado en la silla del escritorio de su oficina.

Blake detuvo su andar y presionó el folder con las historias clínicas de los pacientes de Michael que estaban pendientes de atención.

No sé a qué te refieres contestó ante aquella afirmación. Michael era un simple humano y no podía saber nada de él.

Yo soy como tú, Blake comunicó el hombre mirándolo a los ojos. La pureza de un ángel aún se reflejaba en los ojos celestes del médico. Yo también fui alguna vez un ángel como tú.

Blake, no podía creer lo que el hombre le decía.

¿Qué tan común era una situación así?

No había nada de común en que dos ex – ángeles se conocieran. Y más aún, que se hayan vuelto amigos como ellos. Él único que lo conocía más que su hermano, era precisamente Michael. Tanto había crecido la confianza entre ambos que sabían perfectamente cada cosa del otro. Incluso Michael sabía perfectamente su historia con Angela, claramente obviando su pasado de ángel.

¿Cómo lo descubriste? preguntó.

Escuché la conversación con tu hermano. Steven creo que se llama, esa en la que te decía sobre aquella forma de volver al cielo.

Hacia la luz I: Por una venganza, te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora