• Capítulo 2 •

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Senju Haru.

Abrí los ojos lentamente para ver la luz del día, pero fue lo contrario, todo estaba oscuro. Con mis dos manos toque la superficie donde estaba acostada, era mi futón. Tomé asiento tratando de adivinar si era de noche.

—¿Aún es de noche? —dije instintivamente en voz alta.

—No, es de día, solo que no lo puedes notar a través de esas vendas. —una voz familiar respondió a mi pregunta. Era Tobirama. Di un pequeño salto del susto que me dió, no sabía que estaba ahí.

—¿Tobirama, que haces aquí? —cuestioné intentando adivinar su ubicación.

Escuché un pesado suspiro de su parte —Pensaba oír un “gracias por acompañarme” de tu boca.

—Lo siento. —bajé mi cabeza apenada por mi actitud grosera.

—Oye Haru, por que te olvidas de mí. —otra voz familiar se escuchó a mi costado derecho.

—Ah... —pensé tocando mi barbilla—. ¿Quién eres? —bromeé. De repente sentí un aura deprimente invadiendo todo el cuarto.

—Por que siempre me olvidas... —sollozó, tal vez en su posición fetal. Siempre se ponía de esa forma cuando se deprimía.

—Era broma. —reí rascando mi nunca—. Pero no puedo ver con estas vendas, Hashirama. —llevé mi mano hasta ellas tratando de quitarlas, pero Tobirama me detuvo.

—El doctor dijo que no te debes quitarte esas vendas, tienes vista cansada.

—¿Entonces tener la vista cansada fue la razón por la que me salió sangre en los ojos? —No tenía sentido. Era algo imposible y tonto a decir verdad.

—Suena raro pero si. —respondió Hashirama, sentí que se sentó a mi lado.

Mi estómago rugió sorpresivamente —Este... —estrujé mi estómago, tenía hambre. Me daban ganas de pedirle a Tobirama que me trajera algo de comer pero me daba algo de pena.

—No es necesario que lo pidas hermana, iremos a buscar algo de comer. —adivinó justo lo que quería. Ese es mi hermano, siempre sabe lo que quiero.

—¿Iremos? —preguntó Hashirama si la palabra “iremos” lo involucraba.

—Si “iremos”. —recalcó la misma palabra—. Mientras dejemos que Haru se cambié de ropa.

—Está bien. —La forma en la que contestó me decía que no quería ir.

—Ya volvemos Haru. —cerró la puerta corrediza de mi habitación llevándose a rastras a Hashirama.

 —cerró la puerta corrediza de mi habitación llevándose a rastras a Hashirama

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...

La pequeña azabache no aguantaba estar un minuto más encerrada en su propio cuarto, por lo que decidió dar una pequeña caminata. Con el sentido del tacto, buscó en el ropero su ropa, se cambió y salió de su cuarto.

El silencio de un secreto | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora