Verdad.

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El amanecer llegó e Iris estaba sentada, mirando el sol salir a la distancia. El cielo oscuro se iluminaba con lentitud, dando paso al cielo azul del amanecer. 

Iris había llorado casi toda la noche, mientras que Isis nunca se separó de su lado, intentando calmarla; Cuando por fin la diosa del arcoiris había logrado mantenerse en calma, se había sentado en el balcón de su cuarto escuchando a su madre contarle sobre el astro Oscuridad, la guerra que llevaban siglos peleando en su contra y el peligro que era no sólo para ellos como dioses si no también para el mundo entero. 

Iris se mantenía en silencio, mirando el horizonte mientras su esfinge cuidaba de ella.

Una vez terminó de contarle todo, Isis se acercó en silencio a la menor y se sentó a su lado.

—Nunca me hablaron de Oscuridad. Todo lo que conocía era acerca de Luna y Sol y la historia de nuestro propósito para ayudar al ser humano y todo lo que habita en la tierra —Dijo la menor sin mirar a su madre—. Me hablaron de cómo debemos guiarlos, cómo debemos ayudarlos y que esperamos por noticias de los astros... pero nunca, NUNCA, me hablaron de un astro llamado Oscuridad, de la batalla que tenemos que librar contra él y mucho menos de que me quiere muerta.

—Queríamos mantenerte fuera de algún tipo de pánico o desgaste emocional, Iris. Al menos hasta que estuvieras lista para que te contáramos la historia como debía ser.

—¿Y cuál es esa historia? —Iris la miró, levantándose de su lugar—, ¡¿Que un astro sumamente poderoso me quiere muerta?!, ¡¿Y por qué me quiere muerta?!, ¡No entiendo nada!

—Iris...

—Oscuridad habló de que yo era algo como la marioneta de Luna, que ustedes me habían estado escondiendo todo este tiempo de él.

—Ya te lo dije. Es porque eres la elegida de Luna, Iris.

—Eso no me dice absolutamente nada —La joven diosa le dio la espalda a su madre, aguantando las lágrimas—. Me han dado clases de todo tipo desde que llegué y me han estado formando para ser una diosa como ustedes... Ahora creo que sólo me están ocultando muchas cosas.

—Sólo intentamos protegerte.

—¡ESTUVE A PUNTO DE MORIR, MADRE!

Isis se quedó quieta cuando vio el color de los ojos de su hija parpadear entre un color rojizo y su color normal. Se levantó con lentitud, lo más tranquila que pudo y la abrazo.

—Lo siento, Iris... Sólo quería protegerte —Comenzó a decir Isis—. Sé que te debo una gran explicación de todo esto y te prometo que te la daré, pero por ahora necesito que te calmes.

Iris, quien había comenzado a llorar en silencio, respiró profundamente y abrazó de regreso a su madre; miró en medio del abrazo el amanecer manchando el cielo en un claro color azul y cerró con fuerza los ojos hasta que su respiración comenzó a regularse.

—¡Majestad! —Oráculo apareció en el lugar, tenía la mirada llena de preocupación y al ver a Iris sus hombros parecieron perder una enorme carga. Esperó hasta que las diosas se separaron de su abrazo y luego se acercó con respeto a su reina.

—Oráculo, ¿qué necesitas?

—Encontré el lugar por donde la persona que raptó a Iris se infiltró... y también creo saber de quién se trata.

Isis soltó con cuidado a Iris, enfocando toda su atención ante la noticia. La menor sólo miraba con cautela a Oráculo.

—¿Dónde ha sido?

—La entrada del este, cerca del portal que conecta a China.

—¿Y de quién crees que se trató?

Oráculo apretó los labios y sacó de entre su ropa un poco de pelaje de león negro que estaba envuelto en lo que era una especie de protección mágica que lo mantenía seguro del exterior.

Era de la mitología.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora