What You Hide [TERMINADA] (YKG)

V

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Él parecía perdido en sus pensamientos pero al mismo tiempo no había expresión alguna en su fino y hermoso rostro. Y yo no podía dejar de verlo. Él me lo había pedido y por tanto no podía dejar de verlo ¿Debe darme otra orden para que deje de hacerlo? Estaba incómodo pero a la vez me sentía relajado.

—No pensaba tocar el piano —¿estaba admitiendo algo frente a mí?— Sentí tu fuerte olor y supe que iba a haber problemas si el Seokjin te sentía, así que me decidí a tocar esa melodía para calmarte. Me alegro haberlo logrado.

¿Lo hizo por mí?, ¿supo todo sin siquiera verme? Un momento... ¿se alegra? Pero ¿por qué si se alegra su expresión sigue indescriptible? Todo en él parece un misterio pero mi cabeza da vueltas en ese punto.

—¿Lo sabía? —pregunté sin disimular mi sorpresa— ¿Lo hizo por mí? —cuestioné.

—Por supuesto. No iba a dejar que supieran lo que pasaba y si salí del salón fue porque sentí la presencia del resto y si seguías excitandote, ellos lo notarían. Pensé en alejarlos para que pudieras irte. Ya te dije que sería un serio problema si alguien se entera de esto.

—No puedo controlarlo —admití con frustración, quería llorar pero no quería que él me viese, mierda, como si él me diera la libertad de hacerlo una lágrima rodó por mi mejilla.

No podía apartar mi mirada de la de él y quería salir corriendo. Esto me supera. No sabía nada de él. Me excitaba en sobremanera. Me prohíbe excitarme pero ¿cómo demonios se supone haré eso? Como si pudiese controlarme. Para rematar, mi lobo estaba lloriqueando por no poder soportarlo igual. Y para terminar todo... 

No sé qué rayos es él.

—Trabajaremos en ello —me asegura sin expresión alguna— Te ayudaré, pero debes poner de tu parte —me pide con voz suave— No será fácil pero por lo pronto... no te enrolles con nadie, y ve a clases. Pasa un día normal. Ahora, puedes irte.

Realmente quería llorar pero esa orden me fue imposible no obedecerla. Hice una leve reverencia y me alejé de él quien se quedó parado observándome sin expresión. Me alejé lo suficiente y mis lágrimas comenzaron a bajar con más insistencia.

Quería irme del instituto. Correr lejos de todo. Pero no podía... debía terminar las clases, fue su orden pero ¿por qué la obedecía? No podía evitar hacerlo, por lo tanto me resigné y limpie mi rostro, respire con profundidad y me encaminé a mi clase, seguro había perdido unas dos clases pero me daba igual.

Entré al salón sin ver y sin saludar a nadie, ni siquiera al profesor Hoseok quien estaba impartiendo la clase correspondiente. Al parecer, la clase de física sería teórica por eso estaban todos en el salón de clase. Me senté en mi lugar habitual ignorando los murmullos y sacando mi cuaderno de apuntes. El profesor siguió su clase después de unos momentos, se notaba que quería preguntar o llamarme la atención pero se limitó a seguir su teoría del manejo adecuado de cada balón y posiciones en la cancha de juego.

Las dos horas de clase de física terminaron, el profesor salió sin decirme nada y anoté lo que podía de la clase para despejar mi mente y concentrarme.

—Kook —levanté la mirada para encontrar a mis amigos frente a mí viéndome con evidente preocupación.

—Chicos —saludé queriendo parecer despreocupado.

—¿Sucede algo Kookie? —pregunta Jimin sentándose a mi lado.

En ese momento me di cuenta que el salón había quedado vacío a excepción de mis dos amigos y yo por supuesto.

—No, no pasa... —iba a hablar pero Tae me interrumpió.

—Ni te atrevas a decir que no pasa nada conejo —habló serio llamándome por el sobrenombre que utiliza cuando está disgustado— Vamos Jungkook. Somos tus amigos, puedes confiar en nosotros ¿sabes?

—Si Kookie —le secunda Jimin, pasando un brazo por mi espalda.— Sabes que nosotros te ayudaremos en cualquier cosa, por más descabellada que esta sea y sabes que es cierto ya que hemos hecho demasiadas cosas descabelladas por este alíen —dijo señalando a Tae que sonrió orgulloso pero luego se puso serio y nos hizo corrernos en los asientos para sentarse a mi otro lado y también rodearme detrás de la espalda como Jimin.

—Kook —habló en un susurro tranquilizador— Estamos aquí hermano —solo eso bastó para que mis lágrimas salieran libremente mojando mis mejillas.

Ya no podía parar. Mis dos amigos me rodearon con un abrazo apretado y consolador. Nadie dijo nada mientras seguía llorando y ni siquiera sabía por qué lo hacía. Me sentía malditamente estúpido. Era un jodido alfa y parecía una cría en celo. Me sentía rechazado y joder que dolía. Dolía como nunca me ha dolido algo.

Ese tutor me rechazó y solo me daba órdenes que me negaba a desobedecer. Todo en él era un maldito misterio, un misterio que me envolvía y hacía vibrar mi cuerpo de anticipación y deseo.

—Esto es raro... —respire profundo mientras me calmaba poco a poco.

—¿Qué cosa Tae? —le cuestiona Jimin, ninguno se apartó.

—El que estemos abrazándonos de esta forma... quiero decir... somos hombres.

—Al demonio con eso... Kookie es nuestro amigo y nos necesita, estoy seguro como que soy un alfa, que me cortaría las bolas con tal de proteger a nuestro Kookie y conste que no estoy enamorado de ti mocoso, pero eres casi mi hermano, de no ser porque no llevamos la misma sangre, aunque eso también se va al carajo.

—Me harás llorar Jiminie —le dijo dramáticamente, limpiando una lágrima invisible de su rostro, haciéndome reír.

—Eres un idiota Alien —Jimin lo golpeó como pudo por sobre el abrazo que nadie quería deshacer.

—Tu...

—Gracias chicos —corto rápidamente su tonta discusión— Son los mejores amigos que tengo.

—Somos los únicos amigos que tienes mocoso —hablan los dos a la vez y los tres reímos fuerte, totalmente de acuerdo con eso.

—Ahora sí ¿Nos dirás lo que pasa Kookie? —me pregunta Jimin una vez dejamos de reír.

Los chicos colocaron un banco frente a mi escritorio para ellos quedar frente a mí y así estar más cómodos.

—Habla Kook. Te escuchamos. —me anima Tae luego de un largo silencio.

—Es que... no sé si deba. —confieso, inseguro de decirles lo que pasó.

—¿Por qué? —cuestiona con el ceño fruncido.

—¿Acaso no somos de confianza? —cuestiona Jimin esta vez.

—No es eso chicos. Realmente confío en ustedes. Con mi vida les juro que lo hago...

—¿Pero?

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