Me alejo de el sorprendida por su tono. Choco con una pequeña mesa que tenía un florero sobre ella y lo agarro rápido con miedo a que caiga.
Zack se pasa las manos por su cabello dejándolo más alborotado aún.
-Ve a cambiarte, te esperaré abajo –dice abriendo la puerta que estaba frente a nosotros y la cierra de un portazo.
Me tardo unos minutos en encontrar la habitación en la que dormí, me visto rápido y salgo de ahí, me siento un poco incomoda al llevar este vestido frente aquel señor que piensa que he dormido con Zack.
Bajo las escaleras y veo a Zack vestido con su típica ropa esperándome en la puerta. Miro discretamente a la cocina y para mi suerte ya no estaba aquel hombre, ni siquiera Catalina. Salimos de la casa y el sol me pega en la cara. Que irónico, anoche llovía a más no poder y hacia un frío que pela; y ahora estaba el sol a todo dar.
Nos subimos a su auto y en el trayecto me dijo que iremos a una cafetería, por lo cual agradecí, ya que no pude disfrutar de mi café esta mañana.
Todo el trayecto fue en silencio y así lo preferí, no tenía ganas ni de hablar pensando en la razón de mí sueño. Comienzo a creer que es por estar borracha, por lo que me da otra gran razón para no ponerme así de nuevo.
Aparca frente a una cafetería y ambos bajamos; entramos al local que estaba con mucha clientela, y no pude estar más incómoda al sentir como atraía todas las miradas con este vestido para nada apropiado. Para mi total sorpresa, o suerte, no sabría muy bien cómo llamarlo; Zack se coloca a mi lado cubriéndome por completo de las miradas.
Nos sentamos en una mesa apartada y un chico con delantal se nos acerca a anotar nuestros pedidos. Cuando llega a nosotros se me queda mirando y puedo notar un leve sonrojo en sus mejillas.
-¿Qué... desean pedir? –dijo mirándome, como si solo estuviese preguntándome a mí.
Le sonrió y su sonrojo se hace más intenso.
-Yo solo un café por favor –le digo de forma amable y el asiente escribiendo en su libreta.
-Lo mismo –suelta de golpe Zack.
El chico se voltea a él y abre los ojos, pareciera que recién nota su presencia. Vuelve a asentir y me mira de nuevo por un rato.
-¿Vas a hacer tu trabajo o te vas a quedar mirando cómo idiota? –farfulla nuevamente Zack con un tono más duro.
-Lo siento... -dice el pobre chico y se va casi corriendo de nosotros.
Fulmino a Zack con la mirada y niego varias veces con la cabeza.
«Idiota grosero»
-Vaya, se ve que tienes muchos admiradores –dice mirando a las personas alrededor de nosotros.
Pongo los ojos en blanco.
-No opino lo mismo, son solo energúmenos que se emboban con la primera mujer que se les cruza.
Zack enarca una ceja y luego sonríe.
-Vaya opinión tienes sobre los hombres.
Me encojo de hombros.
-Es la pura verdad.
Nuestras miradas se cruzan por unos minutos como si tratásemos de descubrir que es lo que está pensando el otro.
-Es como si no te fiaras de ninguno de ellos –suelta apoyando su espalda contra el respaldar de la silla.
-Y estas en lo correcto –le digo. Abre la boca para decir algo pero la vuele a cerrar, guardándose algún comentario absurdo.
Nos traen nuestros pedidos y nos dedicamos a disfrutarlo en completo silencio. Durante la última media hora está dando vueltas por mi loca cabeza si Zack recordará algo de lo que pasó anoche.
¡Claro que lo recuerda, si la única borracha era yo!
El parece tan tranquilo y despreocupado de la vida como si nada hubiese ocurrido anoche. Necesito hablar con el sobre el tema, y asegurarme de que no dirá nada.
-Zack... -lo llamo captando su atención- Por favor ¿Podrías no decir nada de lo que paso anoche?
-Tranquila... no diré nada –dice e inmediatamente se me instala una tranquilidad en el pecho- No quisiera que piensen que podría tener algo con una chica como tú.
Lo miro frunciendo el ceño ¿A qué se refiere?
-Y dime ¿Cómo son las chicas como yo?
-Estirada... una chica que tiene pinta de querer llevarlo todo bajo su control, de querer que todo salga como tú quieres y tenerlo todo planeado.
Aprieto las manos debajo de la mesa.
-Ni siquiera me conoces –le suelto apoyando los codos sobre la mesa- Así que te conviene no hablar de más.
Levanta las manos en señal de rendición y luego sonríe de manera fastidiosa; lanzo un bufido y trato de distraerme con mi café.
Minutos después la gente comienza a irse de a poco, ya estoy con mi tercera taza de café y Zack sigue en su lugar mirándome como si estuviese loca por tomar tanto café.
Abro los ojos cuando veo entrar a Liz por la puerta de la cafetería, cuando cruzamos miradas literalmente se vino casi corriendo hacia nosotros.
Zack voltea y la ve también; se levanta de la silla y sin mirarme o dirigirme la palabra se va a la salida, cuando cruza con Liz se detiene a su lado y le dice algo que no puedo escuchar, ella solo le sonríe y vuelve a retomar sus pasos a mí.
-¿Qué haces aquí? –le pregunto cuando toma asiento.
-Zack me llamo esta mañana y me dijo que estarían en esta cafetería –dice poniendo en la mesa mi pequeño bolso de mano. Me brillan los ojos al verlo y no tardo en agarrarlo.
-Perdona que no te lo haya dado anoche, pero ya sabes cómo terminaron las cosas –agacha la cabeza y parece ser que sus mejillas se tornan de un ligero color rojo.
Niego con la cabeza y sonrío.
-No te preocupes –le digo con la voz suave para que no se sienta avergonzada o culpable.
Me devuelve la sonrisa dejándome ver sus blancos dientes. Hablamos de todo tipo de cosas, no puedo negar que esta chica de un peculiar cabello rojo es buena compañía, aunque no tengo el afán de hablar sobre ropa, chicos, zapatos, fiestas y todo ese tipo de cosas.
-¿Dónde pasaste la noche? –pregunta llevándose una tostada a la boca.
Me remuevo en mi lugar. ¿Debería mentirle; o debería decirle donde estuve? Que va... no hay necesidad de dar un embuste.
-Como no tenía las llaves de mi departamento, pase la noche en casa de Zack –le digo con voz calmada.
Me mira de golpe y tensa los ojos, podría jurar que casi se atraganta con la tostada.
-Vaya... no creí que tú y él...
-¡No, no! –chillo cuando veo hacia donde van sus suposiciones- No te hagas un mal rollo en la cabeza por favor... no hicimos nada.
Me mira con pena y luego asiente.
-Entiendo... lo siento –dice- pero deberías tener cuidado.
Arrugo la frente y espero a que me explique qué quiere decir con eso.
-No te digo esto por mala leche ni nada... pero conozco a Zack, y no es la clase de chico con el que quieras meterte, lo conozco desde hace años y te puedo decir que no es mala persona y mucho menos ocupa a las chicas, hasta he visto a algunas que se han quedado prendidas de él y lloraron dolientes cuando Zack les dijo como eran las cosas.
-No entiendo...
-Solo ten cuidado con el Ally, eres muy buena, y no mereces que te pase algo como eso.
-No te preocupes, no soy de ese tipo de chica, todo estará bien. –le aclaro con serenidad.
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UNIDOS. ©
Teen FictionAlly Marín una joven-adulta de 24 años después de pasar 4 años en Florida regresara a su ciudad natal para nuevas oportunidades en la vida con la esperanza de poder volver a comenzar de cero y superar las pérdidas que sufrió. Allí conocerá a Zack Co...