Déjame ser.

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Tengo un par de cicatrices que dicen que he vivido la vida aprendiendo de los errores. Algunas aún sangran y dejan rastro.
Tengo algunas marcas en mis rodillas que narran las veces que me caí y expresan las tantas veces que me levante.
Tengo un par de soles en mis ojos, que en ocasiones se nublan por los recuerdos.
Tengo flores en mi boca que salpican colores, otras se convierten en ocres otoñales, añoranzas irrefrenables de aquellos tiempos.
Tengo las manos gastadas y los brazos cansados de tanto sostener el peso de otras almas, pero sigo sin poder ser de otra forma.
Tengo una sonrisa por estrenar, para cuando el alba me recubra en rocíos nuevos.
Tengo melodías antiguas que siguen sonando para aquietar el ser.
Tengo un puñado de tierra, un poco de arena, algunas rocas y en un frasco agua de mar.
Tengo la boca llena de mil palabras sabidas, y un cuaderno con notas que aún debo memorizar.
Tengo los bolsillos llenos de verde esperanza, de cielos azules, de rojos pasión, hay muchos más colores que salpican mis días, todos acumulados, no los dejo ir.
Tengo arrugas en el rostro que dicen que los años vividos, fueron bien vividos y que como el árbol añejo se van acumulando para mostrar quien soy.
Tengo la almohada limpia, en blanca espuma, duermo tranquila y no le debo explicaciones a nadie.
Tengo la suavidad del aire atlántico y la tosquedad de la puna, puedo ser desierto o frondoso bosque.
Tengo un cristalino lago en el vientre, que muchas veces se convierte el río revuelto ansioso por desbordar.
Tengo un nido de ideas atado en mis cabellos, que van pariendo historias sin saber ¿Por qué?
Tengo las ganas intactas, los deseos al límite y el instinto arrebatando la carne.
Tengo la demencia pisando razones, y el razonamiento aplacando la locura, búsqueda constante del equilibrio para vivir, sin morir los minutos.
Tengo la columna erguida, y la frente altiva para mirar de frente sin nada que ocultar.
Tengo varias mariposas, un par de felinos, un lobo hambriento, una tortuga sabia, un águila libre. Hay muchos seres que me alimentan y otros que me atrapan, no reniego de ellos yo los hice crecer.
Tengo los pies en llagas de tanto abrir caminos, los zapatos gastados que aún soportan el andar.
Tengo en la retina guardada a mi madre bailando entre castillos de locura, al viejo trabajando y sudando el cuerpo y a mi Coquito diciendo Pebeta con su voz llena de amor.
Tengo fruta dulce, la miel derramando, la copa de vino que arremolina anhelos cuando los hago arder.
Tengo un par de frustraciones guardadas en una caja vieja, de vez en vez la abro para sentirme mortal.
Tengo una margarita amarilla colgada en mi oreja que me recuerda, que mientras dure la primavera la debo aprovechar.
Tengo el café de las mañanas, el jazmín en flor, el olor a tierra mojada y el perfume del primer amor.
Tengo la marea en el pecho que me sacude con fuerza, me llena de sal invitándome a navegar.

Y entre tantas cosas tengo una niña traviesa, una adolescente rebelde, una mujer insaciable, una hembra en celo, todas me gritan que las deje ser.

Maga.

Déjame ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora