Día 1: Dulce café.

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-Viejo, ¿vas a ordenar lo de siempre o quieres algo nuevo?.

Como siempre y con una rutina tranquila después de la tormenta que representa los exámenes de la universidad, me fui al café cercano al campus donde trabajan mis amigos para conseguir un poco de dinero extra.

-Lo mismo de siempre por favor, pequeño Pikachu- con mi típica sonrisa le contesté a mi amigo que se encontraba detrás del mostrador con un mandil café que tenía bordado el logo de la "Coffee Explosion", el local con más estudiantes entre sus comensales frecuentes por ser un gran punto medio entre las universidades cercanas a el: Shiketsu y la UA, conocidas como la dúa del éxito académico dentro y fuera del país.

Todos los trabajadores de los locales cercanos a la escuela son estudiantes de ambas instituciones, por lo que la convivencia entre ellos no se ve fracturada por las típicas riñas de que escuela es mejor que la otra; inclusive muchas parejas se formaban entre los estudiantes de las distintas academias, como el caso del chico que me estaba atendiendo, Denki Kaminari de artes escénicas, quien era mi rommie en el departamento que alquilábamos junto al callado Shoto de administración empresarial y el alegre Hanta de literatura inglesa, y el chico de Shiketsu con los modales e ideales más correctos: Seiji Shishikura, que estudiaba derecho y atendía el local generalmente como mesero.

-Entonces en un momento estará tu café americano y una rebanada de pay de queso con zarzamoras - como mi amigo siempre antendia el mostrador sabia lo siempre pedían los clientes frecuentes como yo- ah, lo olvidaba, habrá pequeños merengues gratis para ver si el nuevo invento de nuestro nuevo pastelero agrada al público en unos minutos, ¿quieres que te agregue algunos amigo?.

-¿Nuevo pastelero? Creí que Tamaki-senpai seguía aquí aunque fuera su último año en gastronomía.

-No, dijo que necesitaba ver lo de su título y que no le daría tiempo si seguía aquí, asi que ahora hay un nuevo chico algo gruñón-señaló la puerta de la cocina que se encontraba cerrada mientras seguía sirviendo mi café en el vaso plástico con mi nombre escrito-pero debo de admitir que sus postres son superiores a los de Tamaki-san.

-Entonces debo de probarlos ¿no?-aunque yo estudiara diseño de moda me crié con mi abuela, una amable mujer que me dejaba estar con ella en su pequeño café que siempre estaba lleno por la fama que ella cosecho en sus años de carrera, porque sí, mi abuela era conocida como "la mujer de azúcar" alrededor del globo por ser la mejor pastelera de todos los tiempos, según la crítica.

-Muy bien chico de azúcar y maestro de la repostería, te traeré mi humilde ofrenda ¡Oh poderoso ser!-con burla lo vi entrar a la cocina y salir unos segundos después  con una sonrisa por la canasta tejida que traía en su mano, llena de pequeños merengues de distintos colores, de los cuales varios fueron colocados en una pequeña bolsa de papel que me fue entregada junto con mi pedido-te sugiero que los pruebes al final, o ya no vas a querer comer tus demás cosas porque te sabrán insípidas.

Con una cara de incredulidad me dirigí a mi mesa de siempre, una pequeña mesa de madera tallada fuera del local, poniendomi pedido en ella y empezando a saborearlo, pero con la latente ansiedad de como sabrían esa tentación de la bolsa de papel estraza que estaba alado de mi mano y que me llamaba como el corazón de la caja del cuento de Poe. ¿En verdad serían tan buenos? Ignorando la advertencia me aventuré a probar el primero que salió de la bolsa, un pequeño merengue blanco con líneas cafés doradas, algo pesado para ser un dulce generalmente ligero por el aire que se necesitaba para su elaboración y con una forma de cono espiral clásico del postre.

Mordí la punta para saber su sabor: dulce de leche, algo que no había visto en un merengue antes, pero lo que me dejó más sorprendido antes fue encontrar chocolate dentro el pequeño cono. Comiéndome todo de un bocado y con ganas de saber que otros sabores habría metí mi mano a la bolsa sorprendiéndome con cada combinación nueva.

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