Capítulo único: "A tu lado"

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La noche había caído en la ciudad del amor, las calles parisinas parecían estar en paz, por lo que la tranquilidad reinaba en cada lugar.

Excepto en la cabeza de cierto músico, el cual no dejaba de observar el cielo mientras tocaba con total sentimiento la guitarra que su novia le había regalado en su tercer aniversario.

Necesitaba pensar en como decirle aquello.

—Debes darte prisa, seguramente ella ha de pensar que enloqueciste.

El joven sonrió para sus adentros, recordando cada intento fallido al tratar de abrirle su corazón.

—Tranquila, hermana, confío en que podré hacerlo, no ahora, pero lo haré.— suspiró.

Realmente trató muchas veces de acercarse a ella, de hablarle con la verdad, pero todo fue en vano, la vergüenza lo atacaba.

—Eso dijiste el mes pasado.— le regaño. —No puedes seguir dejando esto para después...

El mayor dejó el instrumento a un lado, girándose en dirección a la joven, quién lo miraba molesta.

—Juls... Entiende que no es fácil para mi, no encuentro las palabras correctas para decirle que quiero pasar el resto de mis días a su lado...

La de ojos escarlata soltó una pequeña risa, tomando con ternura las manos de su hermano, el cual se encontraba con la mirada baja.

—Justo como me lo dijiste a mi, dicelo a ella.— acarició sus cabellos, provocando que él la mirará de nueva cuenta. —Sólo te pido que hagas lo que tu corazón te diga, Luka.— sonrió. —Sea lo que sea, estoy segura de que te dará el sí...

El muchacho le dedicó la mejor de sus sonrisas a la menor, quién se levantó para así regresar a su camarote, dejándolo a él más hundido en sus pensamientos.

«¿Ahora qué hago?»

Su azulada mirada se se posó sobre aquel instrumento, sonriendo al instante.

Sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

Cierta joven azabache se encontraba mirándose en un espejo mientras cepillaba su corta cabellera, tarareando con alegría.

—Veo que hoy estás muy feliz, Mari.— pronunció cierta criatura rojiza. —¿A caso tiene que ver con el muchacho de la guitarra?

La mencionada simplemente se sonrojo, asintiendo lentamente.

—Es... Lo mejor que pudo haberme pasado en la vida.— suspiró. —Jamás me voy a arrepentir de haber tomado está decisión.— aseguró.

La moteada sonrió orgullosa, y es que su portadora había llegado a madurar en demasía a lo largo de lo años, pues, a sus catorce, fue capaz de pensar en que le hacía bien y en que la dañaba, optando por darse una oportunidad para comenzar de cero con aquel joven de dieciséis años, iniciando con una gran amistad, la cual pasado un largo año se convirtió en algo más formal, dando como resultado una relación amorosa, aproximándose ya su cuarto aniversario, teniendo ella veinte años y él veintidós.

—Eres una mujer admirable, Marinette, te lo digo de verdad.

La de ojos azules se levantó, tomando a su kwami entre sus manos y así depositar un pequeño beso en su cabecita.

—Gracias, Tikki...

Unos toquidos provenientes del traga luz alarmó a ambas féminas, por lo cual la joven se dirigió a aquella ventana y la abrió, asomándose y tocándose con la pacífica mirada de su novio, quién le sonreía apenado.

[σѕ] ℓυкαηєттє                                                ▪ A Dios le pido ▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora