Prólogo

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Mordió con fuerza el trapo que el soldado le había tendido, lagrimeando un poco cuando el cuchillo caliente le había abierto la carne para extraer la bala que se había alojado en su brazo.
Lo único bueno era que él estaba con ella, agarrando su mano para darle su apoyo.
Ahora más que nunca quería gritar, pero se contuvo, aún podía escuchar las balas silbando en el campo de Chacabuco y no sería ella quien daría lástima en la batalla.
Si O'Higgins podía, ella también.

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