La piba salía así, cómo siempre. Despreocupada, se comía el mundo con su simpleza. Su sonrisa, su caminar.
Cantando sus bandas, y moviendo sus pies al ritmo de la música, llamó la atención de aquel muchacho pelinegro que esperaba el bondi al igual que ella.
Él la observó un largo rato, hasta que el 26 llegó. La dejó pasar. Ella agradeció con un gesto. ¡Ay, qué linda era sonriendo!
Se sentó atrás de todo, dónde la hilera del colectivo, tenía 5 o 6 asientos. El pelinegro estaba enloquecido, se le notaba en la mirada, ella lo notaba, y le encantaba. Se le sentó al lado, sin embargo, no se dejaron de mirar. Pero nadie habló. ¿Por qué nadie habló?