Narra Samantha:
Un día más...
Así como los demás; Sebastian entra a mi habitación y abre las cortinas.
—Es hora de levantarse —dijo Sebastian. Así como todas las mañanas, no quería levantarme, por lo que me hice la dormida—. Sé bien que está despierta, abra los ojos, Ojio-chan.
《Parece que no tengo opción》 pensé y solté un suspiro.
—Buenos días —dije sentándome en la cama.
—Buenos días, my lady —dijo sonriéndome.
Sebastian sacó mi ropa para el día de hoy y la dejó a mi lado, entonces empezó a desabrochar mi pijama para vestirme.
Entonces me di cuenta que me estaba acostumbrando a que Sebastian me vistiera. Al final, no era tan malo.
—¿Escribirá la carta al conde? —preguntó terminando de cambiarme.
—Claro —respondí—. Prepara el papel, la pluma y la tinta.
—Entendido —dijo y se retiró a hacer lo que le pedí.
Pensé en volver a ver la caja musical, pero decidí dejarla e ir inmedietamente a mi oficina a escribir la carta.
—Todo está listo, Ojio-chan —dijo Sebastian, y en efecto, pues en mi mesa se encontraban ya las cosas que le había pedido.
Me senté en mi escritorio y empecé a pensar las cosas que escribiría para la carta a Trancy.
Tenía que usar las palabras correctas... ¿Cómo se supone que le convencería para que aceptara una reunión conmigo? En este momento debería tenerme más desconfianza a mí que a nadie.
《Usaré mis mejores palabras, sólo espero que aún le quede por lo menos un poco de confianza en mí》pensé. Entonces la voz de mi mayordomo interrumpió mis pensamientos.
—¿Desea espacio para pensar en lo que escribirá? —preguntó Sebastian, quien no se había retirado aún.
—Quédate aquí, Sebastian —le ordené—. Quiero que leas la carta después que la escriba para que asegures que esté bien.
—Como desee.
Pensé en lo que redactaría en la carta durante aproximadamente diez minutos.
Sebastian solamente estaba de pie a mi lado sin moverse.
—¡Lo tengo! —exclamé, pues ya sabía lo que escribiría...
Narrador Externo:
Samantha escribía la carta para el conde Trancy, y a su lado estaban decenas de hojas de papel arrugadas y rotas que habían sido intentos fallidos de cartas.
Decenas de hojas de papel arrugadas y rotas se encontraban al lado de Samantha, quien seguía intentando escribir una buena carta para el conde Trancy.
—Argh... —gruñó la chica inconforme hechando a perder otra hoja de papel, arrugándola y lanzándola al suelo.
Tomó una hoja nueva y volvió a escribir, y de nuevo, quiso repetirla.
—Ojio-chan... —habló finalmente el mayordomo que había estado quieto como estatua todo ese tiempo—, lleva usando bastantes hojas de papel, ¿no quisiera ayuda?
—¡No! ¡Cállate, Sebastian! —dijo la condesa histérica—. ¡Lo haré sola!
El demonio ya no contestó nada y dejó a su ama seguir pensando.
Después de unos cuatro o tres intentos más, la condesa pareció por fin terminar la carta.
—¡Listo! ¡Por fin! —dijo feliz poniéndose de pie y sosteniendo la carta frente a ella.
—¿Ya está, my lady? —preguntó el mayordomo al notar que su ama ya no estaba enojada.
—¡Sí! —dijo con un gran brillo en el rostro y le tendió la carta—. Léela, Sebastian.
—Entendido —dijo y como dijo su ama, tomó la carta y la leyó—. No está nada mal, Ojio-chan.
—Espero que Alois piense lo mismo...
—Ya verá que así será —dijo el mayordomo con una sonrisa y puso la carta en un sobre—. Iré a entregar la carta ahora mismo.
—Bien —contestó la chica y Sebastian se retiró.
Narrador Externo:
En la mansión Trancy...
Claude Faustus estaba con Trancy, cambiándole las vendas que tenía por la herida en su pierna izquierda.
No se decían una sola palabra entre sí. Entonces Thomson, uno de los tres trillizos sirvientes de la mansión, entró a la habitación con una bandeja en la mano, la cual contenía un sobre.
—¿Una carta? —preguntó Trancy.
—Puedes dejarla por ahí —dijo el mayordomo de anteojos.
El pelimorado sólo asintió y dejó la bandeja con la carta sobre una pequeña mesa que estaba junto a la puerta para luego retirarse.
—Tráemela, Claude —ordenó el rubio a su mayordomo.
Este obedeció a su amo y le llevó la carta. El conde vio la parte de atrás del sobre para saber de quién se trataba.
—¿Se podría saber de quién se trata, mi señor? —preguntó el mayordomo.
—Es de... Samantha... —dijo el chico y abrió el sobre para empezar a leer la carta.
Alois leyó la carta, estaba por mostrar expresión de alegría pero rapidamente la ocultó e hizo una expresión de indiferencia fingida.
Se supone que Alois debería estar molesto con Samantha por haber tenido la intención de matarlo, pero él ignoraba eso y quería sólo tomar en cuenta que ella le había perdonado la vida, y que le quería.
Alois se dispuso a leer la carta y...
—¿Qué dice la carta, mi señor? —preguntó el único mayordomo presente en la habitación.
—Samantha quiere que... —dijo el chico— nos veamos...
—¿En serio? —preguntó con expresión de asombro.
—Sí... —dijo Trancy, sin quitar su mirada de la carta—. Pero, no lo entiendo... ¿por qué quiere verme ahora?
—¿No será que quiere intentar volver a su plan inicial?
—¿Quieres decir que quiera volver a intentar asesinarme?
—Es probable.
Ahora el conde debía tomar una decisión. Debía decidir a qué emoción darle la importancia ahora: al miedo o al afecto.
El indeciso chico solamente observaba la carta y pensaba las cosas.
—¿Entonces, mi señor? —habló Claude—. ¿Qué piensa hacer?
—Iré... —el mayordomo lo vio sorprendido, ¿quién se esperaría tal confianza de alguien al que casi le arrebatan la vida?
—¿Aún si es sólo otra oportunidad para arrebatarle la vida?
—Aún si es eso. Si alguien va a matarme, que lo haga de una vez.
Y así, el conde aceptó la invitación de Harrelson, ignorando los riesgos que corría.
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。Llevo dos semanas sin actualizar ewe me disculpo.
¿Qué opinan de la nueva portada? He decidido poner a Alois ya que tiene más importancia que Sebastian la historia nwn (Mucho más que ahora, lo verán en siguientes capítulos~).
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El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]
FanfictionEl demonio Sebastian Michaelis es mayordomo ahora de un nuevo amo; mejor dicho, una nueva ama... Su nombre es Samantha Harrelson, una chica de trece años con cabello castaño y ojos verde esmeralda. Hizo un contrato con este elegante mayordomo a camb...