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J A D E

Al separarme de John fui hacia donde Marcos que tenía en sus brazos a Clarice. Trataba de hacer oídos sordos a las súplicas de la familia Strucker.

—Clarice, respira hondo—le dije pasando mis manos en su cabello, fruncí el ceño confundida cuando no pude entrar en su mente, algo me bloqueaba.

"¿Dónde diablos está mi papá?" "¿Qué diablos fue eso?"—seguían preguntando, yo estaba que los ahorcaba a todos.

—Sabemos tanto como tú—dijo Marcos mirándolos. Luego de eso John trató de calmarlos a todos, cosa que logró luego de unos minutos, pero volvieron a preguntar por el señor Strucker.

Gruño y me coloco al frente de John. —Miren, aquí damos las órdenes nosotros. Si no quieren seguirlas pues vuelvan ustedes solos por Strucker pero les advierto que los matarán sin piedad, así que o se callan y luego salvamos el trasero de Strucker o se largan porque me están hartando. —entrecerré los ojos molesta, ellos con lágrimas en los ojos miraron a los hombres atrás de mi buscando ayuda, pero está claro que no encontrarían nada. —Ahora nuestra prioridad es Clarice les guste o no.

Sin escuchar sus respuestas me giré para hacerle seña a los chicos para que siguieran, ya que debíamos curar lo que sea que tenga Clarice.

—¿A dónde la llevarán?—preguntó la madre, agradecí que mi discurso si sirvió.

—¿Puedes llevarnos con mi papá?—retiro lo dicho, bufé girándome a ver al chico con mala cara.

—Me duele, jamás fui tan lejos. —me giré a verla y estaba pálida y sudando, preocupándome, pero se desmayó luego que dijo eso. John sé apresuró ayudar a Marcos a sostenerla.

—De acuerdo, póngala aqui—dije señalando la banca. Ellos lo hicieron y me coloqué como barrera entre los Strucker y mis amigos para darle espacio a la pelimorada.

—Debes despertarla—dijo nuevamente el chico ya colmando mi paciencia.—Oye, ¿pueden despertarla?

—Escucha niño, estoy haciendo lo mejor para no meterme en tu mente y ordenarte a qué te dispares. Por favor, cállate. Tu padre iba ayudarnos a sacar de prisión a nuestra amiga, pero ahora no podemos ayudarlo. Pero, si quieres ir por tu padre y tratar de ser el héroe como lo hiciste en la fábrica, hazlo.

Todo se tornó silencioso, y él me miró arrepentido y triste, suspiré cayendo en cuenta que fui dura con el chico. Él se separó para dirigirse a donde su madre que me miraba con desaprobación.

Miré a los chicos que estaba serios y bufé, subiendo para ir a la sala central. Ahí me encontré con Sonya, rodé los ojos y ella suspiró. —Tienes que controlarte. Cada vez que hay una situación de estrés lastimas a los demás.

—Gracias por el consejo, querida. Pero no necesito nada que provenga de una zorra como tú.

Ella estaba por hablar, pero se mantuvo callada cuando escuchamos pisadas. Me giré y ví a Marcos y a John mirándome, tratando de entender mi actitud.

Yo solo rodé los ojos y caminé un poco lejos de ellos. —John, debemos hacer algo.

Estúpida zorra.

—Lo sé, lo sé, Sonya, pero Clarice no está bien. Debemos ayudarla—dijo John, alcé la mirada y él estaba mirándome, pero apartó la mirada enseguida.

—Intenté contactar a un doctor, nadie responde a esta hora—dice y yo trato de no gruñir, pero me es inevitable. Esa idiota está de lo más tranquila y sin vergüenza hablando con el novio que me robó.

Control «The gifted»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora