Aún te sigo buscando, esperando despertarme y ver que no te has ido, que estás conmigo.
Era muy pronto para que todo esto ocurriese. Fuiste mi primer amor y esperaba que también fueses el último, pero te fuiste, sin ningún aviso. Nunca había experimentado lo que sentí contigo. Me sentía la chica más afortunada por poder compartir contigo pequeños momentos que acabaron convirtiéndose en inolvidables.
El día que te conocí, algo surgió en mi interior, una chispa de luz, parecías la persona más perfecta que nunca había conocido. Pero, al igual que todas las personas, tenías tus problemas, aquellos que intentaste combatir, aunque de algún modo u otro, te consumieron por dentro.
Puede que el tiempo haya pasado, pero no para mí, aún te sigo buscando. Todavía despierto creyendo que no es real y sí, por un momento vuelvo a estar bien, pero, de un instante a otro, la realidad vuelve a caer sobre mí y me golpea.
Desde ese día, una nueva estrella nació en el cielo, el mayor ángel que pueda existir y aquel que me acompañara en cada momento. Y aunque pasen los años siempre serás el amor de mi vida. Te llevaste un trocito de mi corazón, y por eso llevo tatuado tu nombre en mi piel.
Hoy, por fin me he atrevido a mirar al cielo, y sin saber cómo, te he visto, ahí, más feliz que nunca, sonriéndome, y he podido percibir lo que intentabas decirme, que sí, que lo estaba haciendo bien y que no tenía que preocuparme por nada más, que necesito dejarte marchar. Por mi bien.
Lograste paralizar toda mi vida, y ahora, con el corazón en un puño estoy lista para dejarte marchar, pero antes de que te vayas debes saber:
Yo te amo más. Eso dije. La última vez que supe de ti, la última vez que escuché tu último aliento.
