Capítulo 1: El cuervo.

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Leblanc.
2 de enero, 2020.
Jueves.

¿Por qué?

Fue hallado una lúgubre mañana de enero, sin uñas, ni dientes. Con agujas en los ojos y aparentemente violado. Una bala en el cráneo y la boca cocida.

Había teñido la nieve de rojo carmesí, siendo una flor congelada en pleno invierno; abandonado en su miseria, la cual tenía bien merecida.

6:40 am. La famosa calle comenzó a llenarse de adultos regresando al trabajo nocturno después del pesado comienzo de Año Nuevo lleno de diversión y disgustos, prometiéndose engañosamente hacer lo que no habían hecho el año pasado ni los demás.

Recibimos la terrorífica pero esperada llamada de un señor en sus 50 años, anunciando de forma jadeante la aparición de un cuerpo torturado en la calle Bourbon, portando un mensaje en su pecho: Amapola.

Al escucharse esas palabras en el departamento de policía, se comunicaron de inmediato con la estación vecina, donde me encontraba yo.

Cargado de cafeína, con ojos rojos, y mis anteojos quebrados, intentando mantenerme despierto para seguir registrando información de aquellos personajes tan desconocidos pero a la vez temidos, mientras juraba que debía haber una conexión entre esos dos aunque me llamaran loco.

Nunca entendí la palabra "loco" si se trataba de creer en algo. Las personas creían en Dios, pero a ellos no se les apodaba "locos". Si estás solo, si nadie opina lo mismo que tú, estás loco y lo que crees tiene la importancia de una molesta mancha en la pared esperando a ser removida.

Habían pasado años desde que abrí esa investigación por razones personales, perdiéndome completamente en cada asesinato y estafa que leía, mientras las letras absorbían mi mente, mi sueño, y con el tiempo, también mi vida.

Con 24 años de edad, ya parecía un hombre de 30. Me alimentaba de chatarra, y aunque me mantuviera en forma, sabía que mi salud estaba por los suelos. Lo comprobé una vez más cuando me desmayé camino al trabajo por no haber desayunado, como de costumbre.

Un desastre.

Cuando en la llamada mencionaron lo que había visto el hombre, el sueño que tenía fue removido como metal cerca de imán, y de inmediato acomodé mi traje para salir a toda velocidad del departamento. Rogué por no desmayarme nuevamente, y grité enojado en mi automóvil al percatarme de la grieta en mis lentes.

Esa mañana fue un pesado abrir y cerrar de ojos. Tenía toda la evidencia de ese hombre y estaba listo para arrestarlo, pero había muerto antes de que lo hiciera.

Ya no importaba. En prisión, o no, había conseguido lo que quería: la inexistencia de Amapola en este mundo y ojalá, en las dimensiones paralelas incluyendo mis pesadillas.

Al examinar el cuerpo, encontraron una nota negra que dió el blanco en mi investigación. Esos dos, aquellos demonios necrófagos, estaban relacionados de una manera u otra, y yo lo sabía por adelantado.

El apodo y la dirección del estafador e informante estaban escritos en el pedazo de hoja negra, dentro del abrigo del famoso sicario que decapitaba a sus víctimas y dejaba un racimo de amapolas encima de ellos.

"Te tengo", fue el pensamiento que arrasó con las palabras estás loco.

Cuatro patrullas fueron enviadas esa tarde a la dirección, habiendo sido informados —por alguien del interior— que la persona que buscábamos estaba por salir en cualquier momento.

Las flores más bellas se dejan marchitar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora