Yesung.

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— Sun Hee, apresura te.

— Voy.

Cerró la entrada de aquella casa y caminó, ignorando al pelinegro que se encontraba cerca de en su adentro en aquella casa. El miró los zapatos que ella dejó en la entrada, antes de seguir su camino, se encontraban pisados por el mismo pie que los aportaba, fue ahí cuando comenzó a recordar; una linda banqueta llena de pétalos caídos del cerezo en la primavera pasada, una linda pareja caminando, cuando de repente unos zapatos similares a esos se desprende del pie de la chica, el chico,muy divertido lo tomó y burló a la dueña para que no pudiera volverse lo a colocar en el pie. Su recuerdo es interrumpido con más recuerdos de aquella chica, ambos veían una película mientras estaban juntos, el observaba dulcemente el largo cabello suelto de su novia, tomó una liga y lo peinó con delicadeza en una coleta. Ella sonrió y recargó su cabeza en el hombro de él, el chico sintió su corazón acelerar.

De repente, volvió a la realidad del momento, ahí estaba ella, sonriendo para las dos demás mujeres que se dedicaban a admirar aquella casa, se veía tan hermosa con tal emoción en su rostro. Estuvieron explorando el área un buen rato, en eso, una caja con cosas de él, unas cuantas figuras de juguete, ella pudo recordar al instante de que se trataba, esas figuras fueron decoradas por ellos dos, un recuerdo muy dulce para Sun Hee, estuvo lleno de risas inigualables.

— Sun Hee. ¿Podrías medir el ancho de la ventana, por favor?

— Claro — contestó. 

Fue en el momento que Sun Hee intentó tomar el ancho de aquella gran ventana, pero a cierta altura, de tal manera que la cinta métrica se dobló y la punta de ésta cayó al piso. El chico rápidamente lo tomó y lo extendió hasta el final del ventanal, ella se limitó a mirarlo atónita y fingir que nada sucedía, fingió que la tensión no se presentaba entre ellos. Para su desgracia o fortuna, se quedó sola con él, en la silenciosa sala. Se miraron mutuamente, Yesung se fijó en la coleta baja que ella traía, Sun Hee, al darse por entender lo que el miraba, deshizo la coleta.

Los recuerdos los invadieron a ambos; una calle solitaria y algo obscura, iluminada por lámparas públicas, un momento triste y lleno de lágrimas sin duda, todo fue tan devastador. Sun Hee solo caminó hacia otro rumbo, acto que repitió, dejando a Yesung en espera de una sola palabra por lo menos, ninguno dijo algo.

Salió de la casa mientras cerraba la puerta, nuevamente sin dirigirle la palabra a Yesung, las lágrimas se volvieron a presenciar para ambos. Ella caminaba con los ojos llorosos y el rompió en llanto silenciosamente.

Yesung abrió la puerta, lo tenía decidido, no la dejaría ir ésta vez.


Super Junior One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora