Capítulo único.

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Justo en ese momento se encontraba tendido sobre aquel tanque de agua, no podía moverse y tampoco podía articular alguna palabra, sus ojos comenzaban a cerrarse y el dolor que sentía era bastante. Sabía que en cualquier momento la muerte llegaría a llevárselo, pero debía admitir que tenía mucho miedo, estaba arrepentido de no haber hecho muchas cosas, entre ellos el haberse confesado, no había podido decirle a Jotaro lo mucho que lo amaba y ahora ya era demasiado tarde, si tan solo hubiese sido mas honesto con sus sentimientos no tendría que sentir remordimiento alguno.

Y sin más sus ojos comenzaron a cerrarse, podía escuchar que alguien lo llamaba, pero esa voz cada vez se hizo más lejana.
Todo lo que podía ver era pura oscuridad, sentía tanto frío y fue dónde supo que había muerto.

Sentía su cuerpo cansado y con suma pesadez abrió los ojos lentamente, se levanto de aquel lugar muy cómodo, tallo sus ojos intentando quitarse esa sensación de sueño, bostezo y luego contempló a quel lugar, se trabaja de su habitación, y sus ojos se abrieron de par en par con total asombro, no podía creer lo que veía, todo parecía tan irreal. Se levantó estrepitosamente de la cama, miro cada rincón del cuarto, eran sus mismas cosas pero con la diferencia de que habían algunas  extras, tragó saliva al no poder creer lo que estaba pasando, recorrió su cuerpo como buscando algún indicio de alguna herida y no había nada, paso sus dedos por su rostro, y pudo sentir las cicatrices de sus ojos.
Sin esperar más tiempo bajo las escaleras precipitadamente, encontrándose en la cocina a su madre quién preparaba el desayuno.
-Buenos dias nori~-. Canturreo mientras dirigía su mirada a él.

-¿Mamá?-. En verdad todo aquello parecía tan irreal, no sabía de que se trataba, ¿acaso todo lo que había vivido fue producto de un sueño? No, no podría ser eso, ¿entonces que? ¿Acaso dios le estaba cumpliendo su último deseo antes de llevárselo? ¿Era acaso su propio paraíso?
Inconscientemente paso la mano por su cabello, tenía la respiración agitada y estaba comenzando a sudar demasiado. Y noto ese otro detalle importante, estaba respirando, estaba vivo.
-¿Te encuentras bien?-. Su padre pregunto mientras dejaba de lado el periódico que leía.
-N-no, no padre...solo tuve una pesadilla-.
-¿Por que sigues en pijama? ¿Acaso no irás a clases?-. Su madre pregunto señalandolo de pies a cabeza.
-Cariño, déjalo si quiere o no ir-.

Mientras sus padres tenían una especie de charla, Kakyoin noto otra cosa extraña, sus padres eran diferentes, su mamá lucía más alegre, feliz y su padre era menos estricto, era tranquilo.
Con algo de esfuerzo se arregló, su mente estaba trabajando demasiado para buscar alguna respuesta.
En verdad no podía explicar lo que sucedía.
Salió de su hogar no sin antes de que su madre le diera un beso en la mejilla, y su padre lo abrazara. Caminó durante varios minutos, llegó a la escuela y varias miradas se posaron sobre él, se sentía nervioso, pero aún así llego hasta su aula, extraño pues no sabía como había llegado sin perderse o confundirse, se sento y observó el cielo por la ventana.

El cielo azul, la brisa suave y fresca, el sonido de las aves y las personas a su alredor, todo aquello era tan "Real" se dijo así mismo, si era su propio paraíso entonces disfrutaría de cada momento, viviría aquella fantasía hasta que estuviese satisfecho y hasta que la muerte llegara a reclamar su alma.
Tan centrado estaba en sus pensamientos que no noto la presencia a su lado, una sombra envolvió la mitad de su cuerpo lo cuál hizo que girará su vista, encontrándose aquellos ojos azules como el océano, aquellos que le arrebatan suspiros y los cuáles no había podido olvidar.
Miro asombrado frente a él a Jotaro Kujo, el nombre del cuál se había enamorado anteriormente y dándose cuenta de que sus sentimientos no habían cambiado en lo absoluto.
Su rostro se tiño con un leve sonrojo e inconscientemente una sonrisa se formo en sus labios.

-Hey, ¿por que no pasaste a buscarme?-. Pregunto con un leve tono molesto, mientras se sentaba al lado del pelirrojo.

-Ah...yo-yo lo siento-. Contestó lo primero que vino a su mente, y rasco su mejilla algo nervioso.

"SIN ARREPENTIMIENTOS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora