Capitulo 2.-

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Damian

Viernes 14 de abril Querido diario.

Damián López es una persona muy genial, debo admitir que siempre me ha gustado, aunque sea en secreto.

¡No perderé las esperanzas!

—¿14 de abril? Es hoy…— susurre para mí mismo y voltee rápidamente para todos lados —¡Oh por dios! — grite y todos en la cafetería voltearon a verme —¡le gusto a una chica!

—Bien por ti perdedor — grito un chico que desayunaba y todos comenzaron a reír, carraspeé un poco la garganta y salí de ahí con el cuaderno entre mis manos.

—Bueno, pensándolo bien quien tira su diario a la basura— hablaba para mí mismo mientras caminaba por los patios de la escuela — o bien puede ser una broma para ver quién riega los más grandes secretos de esto… —abrace el diario como si se tratara de algo mágico— lo más probable es qué alguien lo robo y lo tiro para hacerle mal a otra persona.

—¿Con quién hablas?— di un gran salto, Ana estaba tras de mí burlándose por el susto que me acababa de dar, guardé rápidamente el pequeño cuaderno dentro de mi camisa en mi espalda. — ¿Te sientes bien? Te ves pálido y sudas mucho.

—Estoy bien no te preocupes — suspiré—¿Qué haces aquí no se supone que estás en clase de danza ahora mismo? — era raro, ya que mi querida Anita nunca faltaba ni a clase de educación física.

—Sí… este perdí algo, es demasiado importante encontrarlo, porque no es mío— se puso un poco nerviosa.

—¿Algo? — entre cerré los ojos y la miré fijamente —¿Qué es? Así puedo ayudarte a encontrarlo.

—No sé si deba decírtelo es demasiado vergonzoso.

—Ya sé que es, — ella no debería de avergonzarse por eso, es algo natural en las mujeres— vamos, yo sé donde puedes conseguir más.— la tome de la mano haciéndola caminar junto a mí.

—¿De qué hablas?— dijo confundida y me detuvo

—Pues de… ¿De qué hablas tú? —Rodó los ojos y se me acerco a la oreja.

—Perdí… un diario —me susurro.

—¡Tu diario! — no puede ser, es su estúpido diario.

—Silencio Damián, puso su mano en mi boca, no es mi diario…

—¡Tu diario! — susurré—¿Por qué tienes un diario Ana? ¿Y por qué lo traes a la escuela?

—Que no es mío, —suspiro— ya hace casi un año la psicóloga nos recomendó a los compañeros de mi grupo en crear una libreta donde pudiéramos desahogarnos, algo así como terapia, todas las confesiones, pensamientos o anécdotas escritas ahí son Anónimas y se suponía que hoy me tocaba quedármela.

—¿La psicóloga? — me puse las manos en la cabeza—¿desde cuándo hay psicóloga en la escuela?— debería de dárselo ahora— ¿Por qué no me lo dijiste? Podíamos leer los chismes del cuaderno juntos, se supone que somos mejores…

—¿Amigos? — se puso seria— últimamente yo ya no pertenezco a tu círculo de amigos Damián.— las ganas de entregarle el cuaderno se esfumaron, si se lo entregaba ahora mismo no podría leer lo que hay en él.

—¿Cómo puedes decir eso? Claro que sí, tú eres mi mejor amiga.

—Me voy— dio un gran suspiro, dio media vuelta para irse, pero se detuvo y volteo hacia mí— no creas que la cita de hoy está cancelada— dijo sería — como sabes tenemos una tradición, nos vemos donde siempre a las 8:30— comenzó a caminar— seguiré buscando el maldito diario.

—¡No lo olvide si eso crees!— le grite y ella se detuvo — Feliz cumpleaños Ana— siguió caminando hasta que la perdí de vista. Fui al salón de clases, aún estaba vacío, saque el pequeño cuaderno de mi camisa y lo hojee un poco — Se lo tuve que haber entregado, pero el chisme llama. — me sentía culpable.

—¿Qué es esto? — Frank me sorprendió y me quito el diario de las manos.

—Solo es… es de mi hermana, creo que lo puso en mi mochila por equivocación.

—¿Tu hermana? — comenzó a leerlo — tu hermana está en París — comenzó a leer.

Miércoles 25 de diciembre.

Hoy es Navidad, no hay escuela y ya estoy aburrida de estar en casa, me tocó escribir en esta porquería, pero hoy por milagro salí al súper con mi madre a hacer algunas compras, ya estando en el súper me topé con las sandíjuelas que se juntan con Damián el chico raro del otro grupo, siempre he creído que esos chicos se aprovechan de él y lo sobajan haciéndolo sentir menos a excepción de Jaime él es como Damián, pero más tímido, serio y guapo.

Total, mientras recorría los pasillos yo sola, ya que mi madre fue a buscar unas cosas y yo otras me encontré con estos patanes, seguían demasiado borrachos por Noche Buena como para saber que se encontraban en el supermercado, creo que para ellos la fiesta aún no terminaba y no creo que recuerden todo lo que me dijeron la sarta de vulgaridades que salía de sus bocas, los traté de ignorar y seguí en lo mío hasta que el idiota de Frank se atrevió a tocarme el trasero e intento besarme, pero, pues mi puño en su ojo fue lo que lo recibió, espero y le haya dolido y que el ojo morado que le deje por varios días haya servido de algo, me aleje de ahí me encontré con mi madre y fingí que no había pasado nada, le deje el carrito con las compras a ella para que pagara y salí del súper al estacionamiento… touche frente a mí estaba su más preciosa adquisición su Jeep carísimo que tanto presume, el auto de mi madre estaba más atrás así que saqué mis llaves y pase por un lado del Jeep y una larga y delgada línea acababa de arruinar la finísima pintura del auto ¡UPS! Hay Frank no pasa nada solo chasquea los dedos y tus papitos te darán otro, espero y puedan recordarme y ver si son capaces de darme la cara.

—Hija de …— entro el profesor junto con los compañeros

—¡Frank! Silencio, la clase va a comenzar.— lo regaño

—¡¿De quién es esto Damián?!— grito golpeando la butaca haciendo que todos en la clase voltearan

—Yo… no lo sé.

El diario de... ¿Quien?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora