53: Rendición

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Slug abrió los ojos lentamente sintiendo un ligero dolor en el estómago. Trató de incorporarse una vez que su vista se adaptó a la luz pero White Hat lo detuvo, él lo tomó de los hombros y lo obligó a acostarse de nuevo.

—Aún no termino— le dijo con una voz seria, de hecho, jamás lo había escuchado hablar tan serio.

—¿Qué sucedió?

White tomó un algodón y siguió limpiando la herida de su hombro sin responder a la pregunta. Slug se miró; no tenía camisa y su pecho estaba vendado además en su mano una aguja le administraba suero. Al voltear a ver su hombro se percató que la herida casi estaba cerrada, una ligera cicatriz se marcaba, apenas se veía lastimado, era mucho mejor a como lo había estado.

—Ese malnacido arrancó de mi piel, ¡Joder! Debí asesinarlo cuando tuve oportunidad.

Al escuchar White Hat se levantó y azotó la mesa a su lado, aun así, no dijo nada.

—Sé que te enoja White, pero a criminales como ese la muerte es lo único que los detiene. Y en especial, a él lo quiero ver muerto en mis manos.

White entrecerró los ojos, terminó de limpiar la herida y la protegió con una gasa. Después de darle unas palmaditas se dio la vuelta para salir.

—¡Espera, White Hat!... Gracias— dijo con voz baja mientras tocaba la gasa la cual tenía adorno de corazoncitos, algo propio de él y de Clemencia.

White se detuvo al escucharlo, se dio vuelta y lo miró por varios segundos incómodos, luego asintió.

—¿De verdad me estás haciendo 'la ley del hielo'? Es infantil.

El héroe apretó los labios y en silencio salió de la sala.

Slug palmó sobre el vendaje de su hombro, no sentía absolutamente nada de dolor y en su pecho apenas había un cosquilleo, era reconfortante ya que al momento fue algo agonizante. Él recordaba que Alger le había dado una mordida profunda, incluso desprendió un pedazo de carne y la sangre había estado desbordándose de una manera atroz. En cambio, ahora vio que la herida estaba casi cerrada, como si se tratase de un simple rasguño. Seguramente su jefe usó su magia para sanarlo.

Fuera de eso se preguntaba cómo es que su jefe supo dónde estaba. Él acababa de salir con Clem, aunque tal vez el uso de la pistola interdimensional llamó su atención. Era algo desafortunado que ahora supiera de su trato con Alger, pero se alegraba que apareciera ya que si no lo hubiera hecho tal vez ahora estuviese muerto.

Aunque fuera de eso, tenía que explicar lo de Alger, y si ahora su jefe estaba enojado era seguro que eso no le agradaría en lo más mínimo. Todos sus planes se habían arruinado.

Una vez que White Hat salió se encontró con Clemencia, la pequeña adolescente se notaba muy preocupada.

—¿Está bien?— preguntó acercándose a él.

—Está fuera de todo peligro.

—Es un alivio. Aunque, no entiendo qué hacía ahí, ¿Te dijo algo al respecto?

—...No, lo único importante es que él esté bien. Por ahora deja que descanse, pero cuando se levante dile que está a cargo.

—¿A cargo? ¿Vas a algún lado White?

—Necesito pensar...

—¿Peleaste nuevo con él?... creí que las cosas ya se habían arreglado— interrumpió la chica.

—Yo también lo creí así. Aunque... me di cuenta que...bueno, jamás haré que cambie por completo, y no puedo obligarlo, por eso necesito pensar. Cumple con tus obligaciones mi niña, supervisa que él también lo haga. Regresaré pronto.

HERENCIA ⚠HISTORIA EN EDICIÓN⚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora