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Mientras veo la tele en mi casa, la puerta se abre y por ella aparece Blanca con un par de bolsas en su mano. Desde que habló con Soraya y saber que su familia vendrá este viernes -en dos días- está mucho más feliz. Su padre ingresó dinero en mi cuenta para que se lo diera a ella y un poco más para mí por las molestias. Yo le he ingresado el dinero para mí de vuelta, pues Blanca no ha sido ni será nunca una molestia para mí.

-Hola. -dice con una pequeña sonrisa.

-Hola. -sonrío. -¿Qué te has comprado?

-Ropa interior. -murmura. Yo me río y ella sonríe de lado dejando las bolsas en la mesa. -Eso y comida para el piso.

-No hacía falta, Blanca. -digo levantándome cuando ella coge sólo la bolsa del supermercado y se va a la cocina.

-Si hacía falta.

Abre la nevera empieza a guardar todo lo que va en ella. Yo decido guardar el resto en la alacena. Cuando volvemos al salón, vamos los dos al sofá y nos sentamos juntos. Blanca se quita los zapatos y encoge un poco sus piernas, apoya su cabeza en mi hombro y yo apoyo la mía también en su cabeza.

-¿Alguna vez has tenido novia? -pregunta Blanca en un murmuro.

-Nunca. -respondo poniendo mi mano en su rodilla. Hago círculos en su piel y ella se estremece.

-¿Por qué no te apartaste el otro día que nos... besamos?

Yo me quedo en silencio sin saber qué responder. Ella levanta un poco su cabeza, quedando a mi altura, y me mira con esos ojos verdes que me tienen vuelto loco y su rostro ruborizado.

-¿Por qué no lo hiciste tú? -pregunto haciendo que ella sonría un poco.

-No se responde una pregunta con otra pregunta. -murmura. Yo me río y apoyo mi frente en la suya suspirando.

-Porque no quise. -respondo después de unos segundos.

Noto su respiración en mis labios y veo que tiene los ojos cerrados cuando separamos nuestras frentes. Los abre y su comisura derecha se levanta un poco. Me mira como si me examinara el rostro. Pasa su mirada por mi frente, por mi nariz, mi mandíbula, mi barbilla, mis labios y finalmente mis ojos.

-Me gustas. -musita con su mirada fija en mi ojos y su rostro totalmente encendido.

Un alivio inexplicable me invade por completo. Subo una de mis manos a su rostro, aparto un poco su pelo hacia atrás, llevo mi mano a su nuca y la atraigo a mis labios de inmediato. Blanca suelta un jadeo de la sorpresa pero no tarda ni un segundo en abrir su boca siguiéndome el beso con gusto.

Sus labios son tan... ella. Dulces y suaves. Se mueven con timidez, con suavidad y su habitual ternura. Nuestras lenguas no tardan mucho en encontrarse y las manos de Blanca viajan hasta mi nuca y otra hasta el antebrazo de la mano que tengo en su nuca. Yo la bajo hasta su cintura, al igual que la otra y junto nuestros cuerpos. Echo mi cuerpo poco a poco hacia atrás hasta que quedo tumbado con ella encima.

-Voy a hacerte daño. -susurra Blanca encima de mis labios.

-No. -susurro volviendo a besarla.

Mis manos recorren su cuerpo desde los hombros hasta su trasero y luego vuelvo a subir volviendo a empezar el mismo patrón. Podría pasarme horas y horas sin saciarme de ella. Movemos nuestros labios en un ritmo irregular, algunas veces es más urgente y otras más tranquilo, pero siempre con nuestros labios juntos y sin apenas separarnos salvo para coger aire cada tanto.

Entre besos, escucho como un quejido de dolor por su parte cosa que me hace detenerme abruptamente.

-¿Qué pasó? -susurro mirándola. Ella niega con la cabeza.

Cuestión de memoria {FBTNY #2} ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora