¿Te has puesto a pensar si realmente eres feliz con lo que tienes?
¿Te has puesto a pensar si realmente eres necesario en este mundo?
¿No?
Pues Tomura si.Tomura Shigaraki siempre fue un chico de aspecto serio y callado, incluso podría decirse que era algo tímido pero no, el mismo era un gruñón que alejaba a las personas y parecerá irónico pero no le gustaba estar solo. Tomura siempre ha sido una persona rodeada de pocas y malas personas. Una persona con una gran necesidad de afecto, pero él no sabía eso, él ni siquiera sabe lo que es el afecto.
Y eso es lo que se estaba cuestionando ahora, parado en la terraza de la escuela, viendo fijamente la altura hasta el final. Estaba cuestionandose si en algún momento el iba a saber lo que era el afecto, ¿Iba a esperar mucho? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? O quizás nunca lo sabría. Y eso le estresada.
Le estresaba como un demonio.
Estaba tan jodidamente solo en ese mundo que no sabía que hacer, no sabía cuál es su propósito, no sabía si realmente quería seguir. ¿Era esto acaso tan dramático? Quizás si, pero a Tomura no le importaba.
Con su uniforme de secundaria y sus zapatos fuera, dió un paso adelante dirigiendo su vista al bello atardecer mientras el viento movía sus cabellos. Era una sensación tan tranquila que si quitamos la idea del suicidio, era tan hermosa. Pero para Tomura eso duró unos segundos. Se quedó viendo fijamente hacia abajo, su expresión era seria, como si estuviera decidido pero se estaba acobardando.
¿Era en serio? ¿Ni siquiera eso podía hacer bien? Si antes se sentía frustrado ahora más.
—¿Necesitas un empujón?
Esa voz... le tomó por sorpresa, reconocía esa voz. Es más, ¿Quién no podría reconocerle?
—A decir verdad, claro que lo necesito, ¿Podrías darmelo? —Murmuro mientras se rascaba su cuello lentamente.
Esta situación era completamente incómoda.
Cualquier persona trataría de detenerle rápidamente pero Dabi no, él solo se quedaba tranquilo. Podía oler el olor a tabaco, incluso el maldito estaba fumandose un cigarrillo con un suicida en frente, bueno, no es que le moleste que no haga nada, pero era jodidamente extraño y no le agradaba del todo.
—Sabes...—Saco el cigarro de su boca dejando salir el humo.— No creo que alguien como tú deba suicidarse y menos en esta edad.
—¿Eh...?
—¡Por favor! No me vengas con un "¿Eh?" Tan solo mírate, eres jodidamente precioso, ¿Cómo alguien como tú debe suicidarse? —Habló mientras daba una calada a su cigarro desviando la vista.
Estaba en shock.
¿Acaso Dabi acaba de decirle precioso? Oh no, seguro eso es por lástima, oh, claro que lo es, si, está jodidamente claro.
Así que, decidió darse vuelta y encararlo pero solo se encontró con un Dabi con ojos llorosos tratando de limpiar sus lágrimas con la manga de su suéter. Trago grueso ante esa escena comenzando a sentir más nervioso que antes, no entendía nada, pero al parecer Dabi si.
—En serio que eres un jodido idiota, ¿Sabes cuánto tiempo llevo enamorado de ti? Ahora resulta que vas a matarte, joder.
— Dabi...
—Ni creas que voy a darte tu maldito empujón.—Murmuro mientras apagaba el cigarrillo con su pie.
Ambos se quedaron viendo fijamente, era un confesión de amor bastante extraña por no decir que era sorprendente. Agachó la cabeza por unos instantes mientras dirigía su mano hacia su pecho, apretando su camisa levemente.
Sentía una sensación extraña, su corazón comenzaba a latir con más fuerza de lo normal y su rostro comenzaba a sentirse algo rojo. ¿Era fiebre? No, estaba seguro que eso no era fiebre si no estaría caliente por completo.
¿Qué es lo que era? ¿Por qué sentía eso?
Sin darse cuenta sus piernas comenzaron a flaquear y todo su cuerpo a temblar. Su labio inferior temblaba y podía sentir las lágrimas acumularse en sus ojos poco a poco hasta hacer su vista borrosa. Estaba perdiendo el equilibrio y sin pensarlo...
Retrocedió.
Y sintió como el suelo se terminaba en sus pies.
Pero fue atrapado, fue tomado de la mano.
Y fue abrazado.
Fue abrazado de una manera tan calidad que antes no había sentido, fue atrapado de una manera tan hermosa que creía imposible. Y sin más, las lágrimas comenzaron a caer sin cesar por sus mejillas, llantos reprimidos de hace semanas ahora estaban haciéndose presentes junto a un Dabi recién confesado.
Eso que sentía era... Afecto.
Y Dabi se lo había dado.
Dabi le había dado el empujón que necesitaba.