El fin de semana que tenía libre quería destruir, enloquecerme y salir por ahí. Me daba totalmente igual el lugar, tenía claro que no me pensaría nada y que si lo hacía sería porque me saldría así, no habría más tarde arrepentimientos. Las cosas ya habrían estado hechas.
Me vestí con medias de rejillas, una minifalda roja, unas botas negras y una camiseta con tirantes negra que me encantaba. No había muchos colores, eso no me importaba. Lo primero que cojí me lo puse y no me pareció mala idea. Me veía bien y eso me gustaba. En el pelo me coloqué flequillo al lado y unos tirabuzones.
Salí y fui al primer lugar que vi, era una especie de bar con música ska y reggae. Veía a gente con la cabeza rapada y con logos antifascistas en sus camisetas. Me daba igual. Quería liarme con alguien y no tener en cuenta a Albert, ese con el que me liara me tendría que dar el mejor beso y el mejor polvo de toda mi vida. Tenía que follar o pasármelo de puta madre, pero ¿y por qué no las dos opciones? Bah, haré lo que me salga de los ovarios. Me acerqué a un tipo con pómulos marcados, ojos azules y claros, iba con una camiseta, tirantes, pantalones azules y blancos ajustados y unas botas negras que me gustaban. Estaba jodidamente bueno. Me acerqué a él.
—¡Hey!¿Qué te trae por aquí? Te invito a unos tragos— Dije algo nerviosa pero confiada en mí.
—Hey. He venido con unos colegas a beber algo y a pasar el rato y ahora que te veo me alegras la noche. Gracias por la bebida. ¿Eres nueva aquí, no? Nunca te he visto— Tenía una voz que me encantaba. Joder era él y tenía que follármelo.
—No tienes porque dármelas, ¿vale? Y sí, soy nueva. Me pasaba por aquí porque me gusta el ska y el reggae y conocer a alguien como tú también me ha alegrado a mí.— Dije mientras bebía también de la cerveza y me relajaba al escuchar la música y su voz.
—¿Te gustararía ir a otro lugar?Este sitio está petado de gente y me encantaría poder llevarte a mi casa, estaremos mejor. Créeme.— Cuando comentó sobre ir a su casa estaba flipando, me mordí el labio y asentí. Me agarró de la mano y corrió junto a mí, me gustaba esa sensación. Tenía las bragas mojadas y estaba preparada para todo, aún no sabía ni como se llamaba y eso me creaba más morbo aún. Llegamos a su casa, había colores rojos y negros. Estábamos solos y los dos nos miramos fijamente sabiendo lo que el otro quería. Fuimos al mismo tiempo a la cama y nos desvestimos lo más rápido que podíamos, nos liamos y después de estar desnudos me empotró contra la pared follándome por detrás. Follaba demasiado bien y los dos no parábamos de gemir, corrimos hacia la cama y me coloqué encima de él haciéndo mío, me gustaba como me miraba y me daba una sensación de estar de puta madre así que cada vez iba más y más rápido. Si por mí fuera me lo habría follado todo un día. Me encantaba.
—¡Fóllame lo más rápido que puedas, aah...aaaahhhhhh— Gritaba mientras me hacía caso, me agaraba del pelo y me tenía contra la parez dándome cachetes y por detrás. Nunca había sentido nada igual. —¡Máaaaaaas, máaaaaas! Oh Dios, no pares— No podía dejar de gritar y de gemir.
—Buuuuuf, joder. ¿Así, así? Ohhhhhh— Decía mientas gemía y no paraba de ir cada vez más rápido y de darme más fuerte.
Después de tantas posturas quedamos en la cama. Estaba encima de él mirándole fijamente y preguntándome cómo alguien podría darme tanto placer en tan solo una noche. Quería saber más, me ponía demasiado y no era un tío cualquiera. Vale que me hubiera follado la primera noche y que puede que no sea apropiado pero me da igual. Haría todo lo que quisiera conmigo misma cuando se me apeteciera. Estaba intrigada en él.
—¿Y... cuál es tu nombre?¿Y por qué follas tan bien, eh tremendo cabrón?— Dije mientras reía.
—Iván y follo así de bien porque no todos los días alguien se folla a tal pivón ¿Y tú cómo te llamas, eh tremenda buenorra?— En aquel momento había tanta confianza que era genial.
—Me llamo Verónica y de buenorra no tengo nada, idiota— Reí.
—No digas tonterías, anda.— Me dijo mientras me acabariaba por el pelo. Puso algo de reggae y me activó, salté de un brinco de la cama y comenzé a bailar.
—¡Iván! Veeeen— Bailaba desnuda y con confianza de que se animara a bailar junto a mí.
—Qué idiota eres y qué bien bailas, cabrona.— Rió, se levantó y se puso a bailar junto a mí con esa sonrisa que acababa de conocer y que tanto me gustaba. Me agarró de las caderas y nos empezamos a liar.
—Espero poder verte más veces ¿Tienes teléfono, no? Así podremos quedar o lo que quieras— Preguntaba con un sonrisa presente.
—Claro que tengo, toma. Me encantaría quedar— Me dió un papel con su número y me lo guardé como si fuera un tesoro. Nos volvimos a liar, cada vez besaba mejor que la última, me vestí y le planté un beso.
—Gracias por esta noche. Cuídate— Me despedí con otro beso y un abrazo, él hizo lo mismo. Volví a casa con ganas de experimentar lo que fuera. Era demasiado tarde para hacer algo y cuando entré en casa estaba agotada, me metí en la cama y tenía el teléfono al lado, guardé el teléfono de Iván. Me dormí pensando en la noche que había tenido junto a aquel tío. Amanecí con los dedos entre las bragas de lo cachonda que estaba y me ponía pensar en él.