Prólogo

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Me gustaba el frío, no como a cualquier espectador que miraba la nevada desde su mullida cama.

Me gustaba el frío, de una manera casi masoquista, amaba que mi piel se tornara helada cuando un frío viento me atacaba a medio camino a casa.

Me gustaba el frío, me encantaba la sensación de mis dedos fríos tocando una piel caliente, la irrealidad de la idea de que casi desaparecerían, ¿estaban ahí? ¿no lo estaban? Mi tacto desaparecía en algún punto en el que temía en que se tornaran azules y fuera a perderlos.

Sin embargo, aun así, me gustaba el frío, lo amaba, el que la gente me tocara y dijera "mujer, pero que helada estás".

No, no era la impresión de la gente, o el que lo hicieran evidente, o que quiera alguna clase de enfermisa atención; en realidad... era el como al notarlo, el frió que ya era costumbre para mi, se volvía más real, más presente, salía de mi cotidianidad y se presentaba ante la gente, justo frente a mi.

Amaba el frío, por eso cargaba siempre conmigo un suéter, así no era propensa a las muestras de forzada caballerosidad, a la del tipo más insistente, en la que era forzada a llevar una chaqueta ajena, la presencia de mi suéter atado a mi cintura hacía evidente que no tenía frió y repelía esa amabilidad.

Amaba el frió, vaya que lo hacía, helarme hasta los huesos era algo que adoraba más que nada en el mundo.

Amaba el frío.

Era como yo.

Tú siempre lo supiste ¿Verdad? siempre lo has sabido.

Entonces...¿Porqué estás llorando justo ahora? siempre los has sabido, desde aquel día en que te empeñaste en sacarme de la calle, ese día nevado de Diciembre, cuando estaba sentada en el parque, con nada más que un vestido y sin zapatos.

"Te vas a congelar" dijiste, pero tú lo sabías ¿verdad? yo ya estaba congelada desde hace mucho.

Pero aún entonces, me tomaste de la mano y me llevaste a un lugar cálido.

Tú lo sabías, lo sabías muy bien, que incluso el invierno termina ¿Verdad? al igual que la primavera y el verano sucumben ante el Otoño, todo tiene su némesis.

Pero tú lo sabías ¿Verdad? tú nunca fuiste primavera...

Oh, niño escurridizo, no llores más, no lo sabes, pero aunque no eres primavera, un poco, solo un poco, tu amor hizo derretir mi corazón.

White liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora