CAPITULO 41

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- No me digas que pasarás el Año Nuevo en la mansión de los Britt - me mira asombrada Lisbeth después de contarle mis planes.

Ni me lo digas, siento como se me despeluca el cuerpo - digo mientras tomo un sorbo de mi café.

- ¿Cambiamos de vida? - me carcajeo.

- Quizás - respondo mientras tomo uno de los panes tostados que están en la mesa.

- Otra Navidad más - dice, mirándome. Siento cómo mi corazón se encoje.

- Sí – susurro - Sé que es peligroso, y sé que te negarás...

- Dilo – rodea los ojos para dar un sorbo de su café.

- Quisiera ir donde está mi madre - esta escupe el café.

Iugh...

- Estás demente - Lisbeth me mira asombrada - Sabes que es imposible. Si te ve, sería un caos - Coloca su mano en la frente.

- Nos disfrazaremos - digo, mordiendo mi labio - Sería emocionante.

- Janine, es un terreno prohibido para ambas - me mira pálida - ¿Qué sucedería si Víctor te viera? ¿Sabes todo lo que está en juego?

- Sé a lo que te refieres, Lisbeth, pero...

- No te expondrás - me interrumpe, mirándome seria antes de levantarse y dirigirse a su habitación.

Muerdo mi lengua, mi mente entra en un trance de debate. Sé que lo que acaba de decir Lisbeth es un hecho. ¿Pero y la culpa? Como cada noche, me carcome. Tomo un respiro profundo. Hay veces que quisiera desaparecer del mapa, ser un espíritu solo para ver o mejor zapear lo que hacen.

Me levanto suspirando, dejo mi taza en el fregadero y voy hacia mi habitación. En el baño, lavo mis dientes y echo un poco de agua en mi cabello. Me siento en la coqueta y peino mi cabello en una simple coleta, limpiando un poco de rímel regado de mi cara por lo de ayer. Voy hacia mi armario y cojo un conjunto de ropa deportiva, un par de medias y mis tenis, y un buzo por el frío de diciembre. Coloco mis audífonos y salgo a correr. Eso me despejará la mente de todas las malas ideas. La canción suena de fondo.

Media hora después, aun pensando en los pros y contras, los copos de nieve comienzan a caer más fuerte. Decido regresar a casa por una taza caliente de chocolate; fue suficiente maratón por hoy.

Doblando la esquina para llegar a casa, detengo mi paso. Una Ranger Rover ladrilla. ¿Cómo lo sé? Su nombre se encuentra adelante. La miro extrañada mientras comienzo a caminar. Es poco peculiar en este barrio ver ese tipo de modelo de autos. Camino rápidamente hacia mi departamento, preocupada, sin dejar de mirar el auto con vidrios polarizados. Choco con un cuerpo. La sangre abandona mi rostro. Giro con los ojos entrecerrados. Azael, con una bolsa de McDonald's.

- ¡Alabado seas, Jesús! - Suspiro aliviada, sacando los audífonos - ¿Qué haces aquí tan temprano? - Pregunto, tratando de calmar mi corazón acelerado.

- Quería sorprenderte con un desayuno - dice con una sonrisa, levantando la bolsa - Pensé que te gustaría.

- No tenía ni idea de que vendrías. Y menos con McDonald's.

- Pensé que un desayuno juntos podría ser una buena manera de comenzar el día - responde, siguiéndome dentro - Y, además, necesitaba hablar contigo sobre algo.

- sí que nutritivo – le sonrió - ¿Sobre qué? - Pregunto mientras subimos las escaleras de mi edificio.

- lo único que encontré de paso, Sobre la fiesta de fin de año. Mi abuela está muy emocionada y quiere asegurarse de que todo esté perfecto.

- Lo sé, ya me lo ha dejado claro. Haré todo lo posible por ayudar - asiento, abriendo la puerta de mi apartamento. Entramos y me dirijo a la cocina, dejando mi chaqueta y audífonos en el camino. Azael coloca la bolsa sobre la mesa y saca dos sándwiches de desayuno y un par de cafés.

- Gracias por esto - digo mientras me siento - No tenías que hacerlo.

- Quería hacerlo - dice, sentándose frente a mí. - Y también quería asegurarme de que estés bien. Ayer fue una noche intensa."

- Sí, lo fue - suspiro, recordando la confrontación con Carolina. - Pero lo manejamos.

- Eso es lo que me gusta de ti, Janine. Siempre encuentras una manera de salir adelante - dice con una sonrisa - debes estar completamente consciente de que serás totalmente interrogada - asiento, ni me lo digas...

- Comprendo – hago una mueca

- Aparte de esto también debo decirte que No estaré estos días Janine, y sé que es Navidad, cosa que me disculpo si tenía planes.

- No se preocupe, entiendo - digo sentándome frente a él, mirándolo cara a cara - Lo escucho, pero dame unos minutos que no estamos solos - él asiente. Camino hacia la habitación de Lisbeth, que está dormida. Me aseguro de que esté cómoda, suspiro y repaso un libro de historia antes de volver.

- Ahora sí, lo escucho, señor Britt - lo observo fijamente.

- Azael – regaña, lo deja pasar - Lo principal que debes saber es que jamás le des oportunidad a mi padre de acorralarte, porque no sabría qué podría hacerle – asiento - Mi familia es muy famosa por las empresas, como bien sabes – trato de no rodar los ojos - Mi abuela es una de las personas más importantes para mí, al igual que mi madre.

- Entiendo... ¿pero exactamente qué tengo que saber, hacer? Porque estoy confundida.

- No des con exactitudes sobre tu vida personal. Mi padre debió haberte investigado desde que te vio - trago saliva - ¿Hay algo que deba saber? – niego sabiendo que si

- Bien, este fin de semana en la fiesta de fin de año...

- Fiesta - repito un poco asustada.

- Sí Janine los Britt no realizan pequeñas reuniones, dentro de esta festividad van los socios de la empresa, unos cuantos colegas y amigos de la familia, y ahora más que nunca, la familia del prometido de mi hermana, que se casa en enero. Como no es fuera de lo normal, mi familia completa se reúne. No te sorprendas si mi madre ya ha hablado con todos sobre nuestro compromiso.

- Comprendo. ¿Veremos alguna malvada ex tuya? - sonrío de lado.

Él contiene la risa. - Lamentablemente sí, una o dos. La verdad no sé. Alzo una ceja. "¿Es en serio?" claramente mi cara lo hace ver qye Azael se encoge de hombros.

- Que no le sorprenda, señorita Dávila. Podría encontrarse con muchas Carolinas - ríe a carcajadas. Trato de no reírme, pero es imposible; su risa es contagiosa – bueno debo retirarme el trabajo y su descanso no deben esperar tanto - dice despidiéndose colocando un beso en la mejilla.

Me quedo un momento en silencio, decido disfrutar de la paz y tranquilidad antes de que comience el día. Luego, me preparo para enfrentar lo que venga, sabiendo que, pase lo que pase, puedo manejarlo.


Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora