Desperté un poco desorientada, acostumbrarme al nuevo lugar sería todo un proceso de adaptación. Fueron tantos meses con el sueño acunado en el olor a cigarrillo y alcohol del burdel que incluso podía admitir que iba a extrañar el incesante ruido y el bullicio.
Henry dormía a mi lado aún. Su rostro relajado no cambiaba demasiado su aspecto, puesto que él era un tipo que no parecía inmutarse demasiado fácil.
Mi vida definitivamente cada vez se ponía más rara. Desde una familia violenta a un daddy sugar, con varias experiencias nefastas en medio. No quería ni siquiera imaginar lo que seguiría, adivinarlo sería casi un milagro hasta para una pitonisa.
El ruido de la alarma me sobresaltó, pero distinguí rápidamente que era el celular de Henry, quien unos breves segundos después abrió los ojos algo desorientado y sin mirarme, tomó el celular. En completo silencio pude leer el nombre que apareció en pantalla: Anna. También lo vi colgar la llamada y después de dejar el teléfono en la mesa de noche junto a la cama cerro los ojos soltando un quejido.—Atiende —sugerí en voz baja. Él sonrió sin abrir los ojos.
—No es tu asunto, Sharon —me informó—. Deberíamos levantarnos, iremos a desayunar fuera.
—No es necesario —me negué—. Puedo hacerme un desayuno aquí.
—Hice un compromiso, necesito que vengas —abrió sus ojos celestes y los clavó en mí.
—Debe ser breve, planeo buscar un empleo luego.
—Bien —aceptó y sonrió levemente.El restaurante hasta el que condujo Henry aquella mañana era tan pretencioso como podía esperarse. En la entrada rápidamente nos asignaron la mesa debida y al encaminarnos hacia allí, la curiosidad que sentí en el camino quedó aplacada. El compromiso era con Paul.
Pude sentir el calor subir hacia mis mejillas mientras nos dirigíamos hacia donde aquel hombre de fascinantes ojos negros esperaba simpáticamente. Sabía que me miraba, y no exactamente de manera amistosa. Fuera del burdel la sexualización de mi presencia se volvía tediosa y hasta un poco bochornosa inclusive.—Paul, amigo —dijo Henry mientras abría una silla para que yo tomara asiento. La mesa era redonda, de cualquier manera estaba en medio de ambos.
—Henry —respondió a modo de saludo. Luego me miró, sin tapujos—. Sharon.
—Hola, Paul —saludé.
—Me tomé el atrevimiento de pedir por los tres, huevos revueltos y café —anunció amablemente.
—Está perfecto —aseguró Henry—. No estaré mucho, de cualquier forma. Tengo trabajo en la oficina y Sharon también tiene pendiente.
—Seré breve entonces —informó Miller—. La demanda está en curso. Sarah Furman es una mujer perseguida en la ciudad desde hace tiempo. Datos claros y precisos como los que nos has dado, Sharon, son fundamentales.
—¿Cerrarán el lugar? —cuestioné, mirando de vez en vez a ambos.
—Es casi un hecho —aseguró Paul, sus ojos quemaban en mi piel. Me miraba con una carga tan evidente, que hasta podía palparse.
—Necesito ayudar a una amiga —reflexioné, clavando mi mirada en el cumplidor de todos mis caprichos—. No puedo dejar a Lucy allí. Ella trabaja para un tipo, alguien que la compró antes.
—Las mujeres estarán a salvo, Sharon —me explicó Paul.
—No les harán daño —insistió Henry, su voz calma empezaba a darme confianza.
—Creo que ni siquiera será necesario que se expongan en juicio —especuló el abogado.En el momento en que la vi entrar, mi cerebro se desconectó y dejé de oír lo que esos dos hombres decían. Todo en aquella mujer había cambiado, un escalofrío recorrió mi espina dorsal de sólo recordar todo el pasado.
Su cabello iba recogido, vestía ropa impecable y llevaba un bolso de diseñador colgado de su brazo. El hombre a su lado denotaba clase y explicaba por qué ella tenía semejante cartera en su poder. No me divisó, ni siquiera estando sentada ante mí.
Estaba gélida, muda, abstraída. No podía quitarle la vista de encima, parecía estar viendo a un fantasma. Mi madre reía alegremente mientras charlaba con ese caballero, Tessa siempre había sido una mujer que pasaba desapercibida y no reía con facilidad, pero el brillo que emanaba en ese momento era casi imposible de obviar.
Henry se despidió pronto, ofreció llevarme a algún lugar, pero me negué. No quería perder a mi madre de vista. Paul no se movió de su lugar frente a mí.—¿Estás bien, Sharon? —al dirigirle la mirada, vi cómo sonreía de lado.
—Sí —mentí rápidamente.
—¿Sucedió algo anoche? Esperaba que fueras a la fiesta —aseguró amablemente.
—Fue una tontería —que seguro Henry le contaría luego—. Prometo ir si vuelvo a tener la invitación.
—Por supuesto —sonrió—. Sabes que me interesa tu presencia allí. Y no te preocupes, no es una orgía —añadió en voz baja.Sonreí a medias y gracias a algún reflejo del inconsciente volteé el rostro en dirección de la mesa donde mi madre estaba sentada antes. Ahora ella estaba de pie, a punto de retirarse. Nuestras miradas se encontraron. Sus ojos verdes se abrieron ante la sorpresa, me había reconocido al instante. Vacilé mentalmente, no supe si pararme y salir corriendo o fingir que no la conocía.
Cuando pude reaccionar, era tarde para ambas cosas. Mi madre se dirigía con el paso veloz hacia nosotros y Paul, al notar mi estado de nervios, fijó la vista con curiosidad en la mujer que parada de pie junto a nosotros me miraba anonadada.—Sharon —me nombró—, estás bien.
—Vete —siseé con los dientes apretados—. Creí que jamás volvería a verte, Tessa.
—Lo siento, Shary —su voz se oía al borde del llanto—. No quise arruinarte la vida, yo tampoco estaba pasándola bien.
—Yo no la conozco, señora. No quiero verla —hablé con la voz firme, dirigiendo la mirada a la tasa semivacía que tenía enfrente.
—¿Quién es usted? —preguntó Paul, mirando con curiosidad la escena.
—Ya no vivo con Charles, ya no me encuentro en su vida, Shary —confesó en un hilo de voz—. Quiero cuidar de ti, regresa conmigo. No puedes seguir viviendo con esa mujer.
—¡Vete a la mierda! —exclamé volviendo a mirarla fijo— No necesito de ti, maldita. No necesito ni siquiera de tu amor, nunca lo hice. Fuiste una mujer insuficiente, toda tu vida. No intentes juzgarme ahora. Sólo déjame en paz.
—Perdóname, hija —susurró apoyando su mano en mi hombro, estaba llorando—. No quise lastimarte.No respondí, tampoco fui consciente de la violencia con la que me escapé de ella. Sólo empujé su mano de mi hombro y arrastrando la silla hacia atrás, salí velozmente hacia la puerta. Si algo detestaba era que Tessa siempre supiera cómo hacer para ponerse en el papel de víctima con respecto a su rol de madre.
Aturdida por la rabia caminaba con el paso firme, sin saber hacia donde estaba dirigiéndome. Casi dos cuadras después, el auto de Paul se detuvo a mi lado en la acera y bajó el vidrio de la ventanilla.—Sube —me iindicó—. No llegarás a ningún lado.
Después de un momento, decidí aceptar. Me acerqué al coche y subí en él, pronto estuvimos en marcha. El sonido del motor apaciguó mis pensamientos, sólo deseaba con todas mis fuerzas olvidarme de aquella mujer egoísta que jamás tuvo las agallas para defenderme de Charles, un alcohólico golpeador bueno para nada. Sólo sabía llorar y decirse enamorada de él, sin pensar en el daño que me hacía a mí.
Paul detuvo el auto frente al edificio de mi apartamento. Estaba nerviosa, sentía rabia y también sabía de qué manera podría convivir con aquellas emociones. Lo miré, sus ojos negros me analizaban desde el silencio, prefería esperar a que yo hablara, así que le sonreí.—¿Quieres pasar? ¿O tienes algo mejor que hacer? —pregunté con picardía.
—Puedo permitirme unos minutos contigo —aceptó con una sonrisa en sus labios.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Wattpad está negado con cambiarme la raya por guiones. En cuanto esté desde la computadora edito esa cuestión que me pone tan nerviosa.
Besos!
Con amor, Paula.
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Pago por Amarte
RomanceSharon, una mujer que decide huir de su vida y prostituirse, se encuentra con un hombre decidido a sacarla de allí. Envuelta en un crimen y con un pasado que no deja de lastimarla, Sharon Williams decide aceptar el dinero de su nuevo amante, porque...