Capítulo 34: El problema de la decepción.

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Capítulo 34: El problema de la decepción.

Skyler.

Los ojos de Zachary me repasan de arriba abajo. Quizá se pregunte porqué traigo un vestido ajustado, al menos cuanta con escote discreto. Me pongo en pie y tiro del borde del vestido lo máximo posible.

De momento se encuentra a pocos centímetros de distancia. Puedo ver como sus pupilas se dilatan y quiero preguntar si se siente bien, si después de ignorarme todo este tiempo cree que puede venir así como si nada y ser apabullante en medio de... Asuntos.

Sus manos rodean mi cintura. Descansa su frente en la mía e inhala profundo, como si buscara grabar mi olor. Mi corazón late fuerte y busco las palabras en el fondo de mi garganta pero, me quedo corta cuando su aliento choca contra el mío. De pronto nuestros labios se rozan. Por segunda vez en mi vida quiero tomar la iniciativa con él e iniciar el beso. Tal cual hice en la fiesta de halloween.

Enredo los brazos alrededor de su cuello para luego estampar mis labios contra los suyos. Suelto un suspiro porque se siente como volver a casa. A pasado rato desde nuestro último beso y quiero disfrutarlo tanto como sea posible. Zachary mordisquea mi carnoso labio inferior antes de introducir su lengua en mi boca y gimo, porque se siente malditamente bien teniendo en cuenta el sabor dulzón que predomina en su paladar. Suelto una pequeña risa cuando sus manos descienden hasta mi trasero y es cuando las alarmas se encienden.

Lugar público.

Vergüenza.

Iham.

¡Por el amor de Dios, Iham!

Rompo el contacto con sutileza, más que nada en busca de aire. Siempre he pensando que, las muestras excesivas de afecto en público entre parejas es ridícula porque una persona debería contar con capacidad de contención y auto control, no obstante, estando en los brazos correcto, con el hombre indicado, hace que reevalúe por completo esa teoría.

Siento mi corazón latir desbocado así que, pongo una mano en su pecho porque él me afecta de sobremanera. No me pasa desaparecida su mueca de confusión pero luego de unos segundos sólo me abraza y no es cualquier abrazo. ¿Alguna vez te han apretado de un modo que te hace sentir querida? Sus brazos se aferran a mi con tanto ahínco que podría jurar pierdo la respiración. Mis pies apenas rozan el suelo debido a su altura y su cabeza de entierra en mi cuello dejando cálidos besos.

- ¿Zach?- digo, mi voz suena temblorosa. Ignoro el que algunas personas nos observen. Voy a agregar algo más pero él se adelanta.

- Lo lamento, Caramelo. No debí ignorarte todo este tiempo, de verdad- mi corazón se encoge cuando deshace nuestra cercanía y pude notar las ojeras- Tú... Tú fuiste lo único que se interesó en mi más allá de mi popularidad o el hecho de ser bueno en la cama. ¡Y lo admito! Tenía miedo, no de perderte, sino de enfrentar lo que era antes de ti. En la secundaria. No quería volver a eso y sentía esa insistencia cada vez más aplastante.

Empujo mis lentes con el índice- En cuanto a eso.

Encaja sus manos en mi nuca y aprovecha para hacer círculos en mis sonrojadas mejillas mientras una sonrisa ladina me hace perderme pues, sus labios lucen realmente apetecibles luego del beso. Húmedos. Rojos. Por eso creía usaban algún labial o humectante. Hago una ligera mueca porque eso me recuerda mi primer coqueteo con él bajo el muelle, humillante.

- Sobre eso, hermosa, te complacerá saber que estoy dispuesto a decirte hasta el detalle más insignificante- besa mi frente y quiero gritarle que pare. No ahora. Cierro los ojos con fuerza cuando una oleada de culpa se asoma.

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