Aún transcurridas tres semanas desde el incidente en el bosque, las aguas no dieron signos de querer encresparse en la vida de los Fields- DiLaurentis. Poco a poco, aunque sin poder evadir cierto grado de aprensión, volvieron a sus rutinas organizadas; siempre alerta, claro está, a la posibilidad de que un nuevo imprevisto volviera a desatarse.
Alison decidió aplazar su licencia, y volvió a los tribunales tan pronto como ella y Emily solucionaron las idas y venidas de sus niños de modo que estuviesen bajo vigilancia día y noche; algo en lo que tanto Toby como Spencer – que eran los únicos que vivían en la ciudad y cuyo horario era más flexible para buscarlos en un lado y llevarlos a otro –, colaboraron en gran medida.
En su afán de seguir adelante con las precauciones, mejoraron las cerraduras en todas las puertas y ventanas de la casa, y aún entonces, ambas mujeres prefirieron seguir llevándose a sus hijos a su habitación durante la noche, de modo que les fuese posible dormir más tranquilas.
Los niños se mostraban dóciles, y no se opusieron a ninguna de las medidas que sus madres tuvieron que llevar a cabo para mantenerlos seguros, pese a lo poco ortodoxas que, en ciertos casos, éstas pudieran ser.
Así pasaron los días, y si bien no volvieron completamente a la normalidad, la ausencia de nuevos problemas indujo cierto estado de tranquilidad en la familia.
Un viernes por la mañana, luego de llevar a los niños al instituto, Emily entró a su casa y se encontró con una imagen usual, pero que jamás dejaba de colmarle el corazón de cariño en cada ocasión que se la topaba.
Alison estaba sentada en la esquina del sillón, leyendo unos documentos legislativos con los lentes calados sobre el puente de la nariz –un artefecto que ampliaba en gran medida sus impactantes ojos –, envuelta en un salto de cama y con la silueta iluminada al contraste de la luz que ingresaba por el ventanal a su derecha. Sus mejillas se veían levemente sonrojadas por el calor del sol, y sus labios y cejas estaban fruncidos en una mueca de evidente concentración.
Emily dejó las bolsas con las que cargaba y se aproximó a la sala, esbozando una amplia sonrisa y pasando por detrás del sillón.
- Creí que ya te habrías marchado- Murmuró, besando la mejilla de su esposa.
Alison la miró por detrás de sus lentes y le sonrió por igual.
- La sesión empieza por la tarde. Solo estoy estudiando un poco el caso...
- ¿Uno nuevo?- Inquirió Emily, observando los papeles extendidos sobre la mesa ratona al tiempo que rodeaba el sillón y se sentaba junto a la otra.
- Así es- Suspiró Alison-. El asesinato del repartidor de periódicos. Creí que sería una papilla, pero resulta ser bastante más complejo de lo que podría pensarse...
- Nada con lo que Alison DiLaurentis- Fields no pueda lidiar- Comentó Emily, pasando una mano por su cabello dorado, sumamente desordenado a esa hora de la mañana.
La rubia sonrió y dejó el documento a un lado, recostándose sobre los muslos de la morena.
Emily, complacida, acarició su rostro y le dio un profundo beso en los labios. Alison colocó una mano detrás de su cuello, profundizando el contacto hasta que se quedó sin aire.
Al separarse, se contemplaron con ternura.
- ¿Te diste cuenta- Emily posicionó una mano en el vientre de la rubia y comenzó a desabotonar sus pijamas- de que es la primera vez en mucho tiempo en que tenemos la casa para nosotras solas?
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Emison- ¿Podrás con la oscuridad?- Parte 2
Fanfiction"... He pasado demasiado tiempo huyendo de mi oscuridad, Ali. Hoy en día, si de casualidad volviese a encontrarla, la abrazaría como si se tratase de una vieja amiga..." - Segunda parte de ¿Podrás con la oscuridad? -