Los pasajeros (parte 2)

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Cuando entré al taller de teatro, supe que iba a cambiar mi vida. En ese momento necesitaba algo a qué aferrarme, algo que me diera motivación, ya que estaba atravesando una etapa muy difícil. Eso de salir del closet me trajo muchos problemas y me sentía sola y perdida.

Y ahí encontré amigos incondicionales que me apoyaron y me hicieron reír muchísimo, un maestro que me rescató, me dio consejos increíbles y me ayudó a ver un poco de luz; y unas experiencias que jamás olvidaré.

Cuando entré me recibieron bien, fue un proceso largo el adaptarme y desenvolverme bien en el escenario, sentirme cómoda e interpretar un personaje sin dejar de ser yo.

Poco a poco adquirí habilidades y conocimientos que me hicieron crecer y madurar dentro de lo que cabe. Jamás voy a dejar de agradecerle a la vida por permitir que se cruzaran en mi camino, o yo en el de ellos.

En el segundo año que estuve en teatro, Alf (mi maestro), nos separó en dos grupos en horas diferentes de clase. Los primeros eran novatos, y los segundos éramos nosotros, los veteranos. El primer día oficial de clase en el taller, nosotros los novatos esperábamos fuera del auditorio a que terminara la clase de los novatos. Mientras esperábamos, bromeábamos con el tema de los veteranos sin caer en la burla mal plan, obvio.

Cuando los novatos salieron, comenzaron a interactuar con nosotros, yo estaba distraída, pero me acerqué con una amiga que hablaba con una novata, la cual se convirtió después en mi mejor amiga, o como mi hermana.

Mientras platicaba con ellas, de un momento a otro, no sé cómo, pero una chica estaba tocando mi cara diciendo tantas cosas que apenas podía entender... "Oh por Dios! Tus ojos son verdes! Son tan lindos!... ay y tienes papada! Me encanta". Real no sabía cómo reaccionar, yo sólo sentí mi cara roja a punto explotar y gritarle que no hiciera eso, aunque lo dije, pero sin gritar. Mis amigos vieron todo y la quitaron de mí porque conocían la forma en la que probablemente terminaría todo, y no era una forma bonita.

Esa chica me pareció demasiado extraña, su nombre es Amelia y fue más o menos como un tormento. Al principio no me gustaba, pero creo que malinterpreté sus acciones y, aunque lo negaba, terminé por aceptar que me gustaba.

A los pocos días, entrando a la escuela, pasé al baño antes de entrar a clase, pero por alguna razón me entretuve afuera y no sabía, pero su salón justo estaba a un lado de los baños y entonces salió corriendo por la puerta del salón y fue directo a mi diciendo "me dijeron que estabas aquí" y comenzó a agarrar mi cara y mi papada de nuevo, a lo que le dije de nuevo que no lo hiciera, pero me ignoró. Así que salí corriendo asustada.

Al paso del tiempo, varios veteranos dejaron de ir y quedaron muy pocos, entonces Alf decidió juntarnos en un solo grupo mezclando veteranos y novatos. Todo resultó bien, jamás hubo rivalidad o ambiente con malas vibras, absolutamente nos llevábamos bien. Por consecuencia, las interacciones con Amelia eran más frecuentes, yo trataba de ser amable, además de que me di cuenta que la chica era buena. Pero un día me enoje porque seguía haciendo eso de tocar mi cara y le grite que ya no lo hiciera porque ella estaba jugando con fuego y que se podía quemar. Creo que lo entendió.

Y bueno, una vez me comporté como idiota con ella, no sé qué le dije pero la hice sentir mal y luego me disculpé. Se alejó por un tiempo, pero volvió a tomar confianza y justo cuando todo estaba bien y que creía que ella volvía a acercarse a mi (como amiga, obvio), la cague.

La cagué y muy feo, pues se me hizo fácil cometer un acto muy arbitrario. La cosa estuvo así:

Diana (mi mejor amiga en ese entonces), Amelia y yo estábamos en medio del patio hablando de nada en especial, y me di cuenta que Amelia comía un dulce que simulaba ser un labial y se lo untaba en los labios y luego le daba beso a Diana. A lo que le dije "Dame un beso a mí" y ella aceptó y al momento de acercarse a mi mejilla y cerrar los ojos, yo me voltee y le robe un beso. No duró ni dos segundos, tan solo fue un pico, pero Amelia se retiró rápidamente de mí. Creía conocerla lo suficiente como para pensar que en ese momento me iba a dar la golpiza de mi vida. Literal, ella se defendía bien con los puños contra cualquiera que la hiciera enojar. Pero lo único que pasó es que entró en shock, se puso roja y se fue corriendo. Yo sólo me reía como imbécil. Mal hecho. Diana estaba como "Wey, no mames, ¿qué hiciste?, no mames" y no dejaba de repetirlo una y otra vez.

Amelia regresó como a los cinco minutos después y le pedí disculpas pero me ignoró. De ahí en adelante dejó de hablarme por mucho tiempo. Yo fui su primer beso con una chica y la verdad hoy en día me siento mal por haberlo hecho. No sé con exactitud si ella era bisexual, pero en conclusión es heterosexual, a juzgar por lo que me cuentan, claro. Como sea, no tenía el derecho de hacer eso.

La gota que derramó el vaso, fue cuando otra vez ella comenzaba a hablarme, no tanto como en un principio pero lo hacía, y entonces volví a ser una idiota. La perseguí por todo el pasillo, las escaleras y casi hasta llegar a su salón, insistiéndole que me diera un beso otra vez. La harté tanto que ella explotó, volteó hacia mí y me dijo gritando "No voy a darte un puto beso" yo pregunté por qué y me dijo "Porque tú no me gustas". Me di cuenta que yo estaba mal, no sé qué me pasaba por la mente para que hiciera eso. De ahí en adelante, dejó de hablarme definitivamente y me odió por el resto de su vida.

Diana se convirtió en mejor amiga de Amelia y como yo era un año mayor que ellas, salí antes de la preparatoria. En su último año, ellas se hicieron más cercanas y un día, Diana me dijo que tenía algo que confesarme pero que tenía miedo de decirme... "Es que me besé con Amelia. Ella me gusta". Yo reaccioné bien, es decir, Amelia me llegó a gustar pero no lo suficiente. Además Diana es un amor de persona y sabía que si estaban juntas, la iba a cuidar bien y a respetar. Jamás pasó a más entre ellas, sólo besos no más.

La última vez que vi a Amelia, fue cuando Diana me dijo que la acompañara a comprar un arreglo floral para su, en ese entonces, novia. Diana es bisexual y todos se han preguntado si alguna vez nosotras fuimos algo. La respuesta es que nunca, siempre nos hemos llevado bien y es como mi herma.

Si mal no recuerdo, Amelia no estaba enterada de que yo iría, y cuando me vio junto a Diana, hizo una cara de querer morirse en ese instante. Todo el camino estuvo callada y su expresión facial era seria, a lo que me dije a mi misma que, o estaba molesta o incómoda. O las dos cosas.

Yo traté de comportarme normal, pero sentía que no quería interactuar conmigo, y con mucha razón. Así que me comportaba a modo de hacerla sentir lo menos incómoda posible.

Todo lo que actualmente sé de Amelia, es por Diana, y me dijo que ahora Amelia vive con su papá en Querétaro y va a la universidad. No sé qué estudia, pero al parecer está muy feliz con su novio.

Espero que realmente en un punto de su vida me disculpe de verdad y no me recuerde como algo horrible.

Quiero recalcar que a diferencia de mí, Amelia siguió yendo al taller de teatro junto con Diana y se llevaron tan buenas experiencias tantas como mis amigos y yo nos llevamos.

Creo que también crecieron mucho como personas. Se notaba un cambio real y no pasajero.

Este capítulo se lo dedico a mi maestro Alfredo Monsiváis y a todos mis amigos:

· Alonzo Cortés

· Natali García

· Celeste Gonzáles

· Iván Hinostroza

· Moisés Pacheco

· Ximena Hernández

· Paulina Miranda

· Diana Rodríguez. Mi mejor amiga.

Aunque ellos jamás se enteren sobre esta historia, se los dedico porque frecuento mucho los recuerdos que construimos juntos. Y al escribir esto, volví a vivir esa maravillosa época, que a pesar de todo lo malo por lo que atravesaba, siempre trataron de que saliera de la escuela con una sonrisa en mi cara. Siempre tendrán un lugar especial en mi corazón. Los extraño muchísimo.

Los amores que nunca tuveWhere stories live. Discover now