Capítulo 29: Dejar el futuro atrás.

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―¿Y si realmente no quiero casarme? ―dije, hecha un mar de nervios.

―Me jodes la existencia ―me respondió Levi, más fresca que agua de coco. Se aplicaba brillo labial en los labios mientras una estilista le sujetaba los rizos con horquillas.

Sí, era un poco tarde para pensármelo otra vez. Me miré en el espejo, reconociéndome. Me sentía un poco incómoda. Llevaba el pelo totalmente decolorado de nuevo. De raíz a puntas lucía el blanco plateado que llevaba la primera vez que me casé. Giré el brazo hacia mi reflejo y el espejo me devolvió la imagen de las enormes letras que rezaban SHANE. Cogí el guante de tul fino del tocador y me lo coloqué en el brazo, enmascarando mi pasado.

Dos golpes en la puerta me sacaron de mi ensimismamiento. La cabeza de Hassan se asomó.

―¿Puedo entrar?

―¡NO! ―gritaron todas mis damas de honor.

Entra, joder. Mala suerte mis pelotas ―le dije―. ¿Qué pasa?

―Es Edward. Se cayó en la fuente del jardín.

―Yo ―dijo Jane, haciendo su entrada triunfal detrás de su padre.

―Quería omitir esa parte.

Jade, que vestía un corsé lavanda, no pudo evitar echar de su cosecha.

―Ese niño es un pequeño subnormal.

―¡Jade! ―chilló Allie, quien daba los toques finales al cabello de Andy―. No puedes decir esas cosas. Tu engendro puede salir peor ―dijo, señalando la apenas prominente barriga de Jade.

Todas se rieron, excepto yo. No podía evitar sentirme culpable; sabía que Jesse había embarazado a Jade con el único propósito de salvarse ambos de Reegaan. Shane me lo había contado; si resultaba niño, Jesse había prometido entregárselo a su padre a efectos del perdón por agredir a uno de sus hijos. Si resultaba niña, él, Jade y la cría estarían bastante jodidos.

Habían transcurrido dos años desde aquel día del claro. Mi día favorito. No habíamos tenido noticias de Leigh, pero Shane me aseguraba que estaba custodiada y que no nos iba a molestar... mientras él y Jesse estuvieran cerca, claro. Se habían convertido en la garantía de mi vida y la de mis hijos.

―¡Llegó la hora! ―irrumpió Mia. Soltó un jadeo cuando vio a Hassan tan cómodo detrás de mí―. ¡Es de mala suerte!

―Siempre tenemos a Jesse ―bromeé, aunque alcé los ojos hacia Jade para ver su reacción. Nada. Como si hubiese dicho Panchito.

―¡Vamos, vamos! ―Mia cogió a Hassan y lo empujó fuera de la habitación. Regresó a nosotras y sacó una libreta de la nada―. Vamos a pasar lista. ¿Allison?

―¡Aquí! ―saltó Allie, y un rulo de pelo salió volando.

Mia la miró con lástima.

―Acaba de hacerte ese pelo en cinco minutos. Y, por Dios, hija, ponte zapatos, por favor.

Allie se miró los descalzos pies, confundida.

―¿Andrea? ―continuó Mia. Allie no era de sus favoritas.

Andy alzó la mano. Ya estaba más que lista.

―El cura estaba preguntando por ti.

―Es su marido ―le dijo Jade, con sorna.

Mia me miró, atónita. Yo asentí, condescendiente. Jane, a mis pies, intentaba arrancar las perlas del borde de mi vestido. La aparté de una patada.

―De acuerdo ―suspiró Mia, intentando no buscar lógicas. Era lo mejor―. Jade, alguien dejó esto para ti. ―Mia sacó un papelito doblado y se lo entregó.

2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora