A través del Espejo

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Steve se sentía realmente aliviado. Por primera vez en mucho tiempo no creía que lo lograría, más aún pensando que él también había desaparecido tras aquel chasquido mortal.
Pero, cuando Pepper apareció con la cabeza de una de las armaduras de Iron Man y reprodujo el mensaje que su creador había dejado, sintió cómo el alma le volvía al cuerpo, más aún cuando aquel mensaje iba dirigido a él. No se lo pensó ni dos veces y emprendió la cruzada para ir a ayudarlo, aunque tuviera que cruzar el mismísimo infierno, lo haría, por él haría eso y más.
Pero, como siempre, haciendo gala de su inteligencia y de su instinto de supervivencia innato, él finalmente apareció. Llegó de la mano de una mujer a la cual Rocket reconoció como Nébula, Pepper fue la primera en ir a darle el encuentro, el cómo aquella mujer lo abrazaba y lloraba por tenerlo entre sus brazos fue demasiado conmovedor. Esos dos siempre fueron muy unidos  y él lo entendía, pero, no dejaba de dolerle, ya que él quería ser el primero en abrazarlo, en sentirlo, en darle la bienvenida, porque, si bien es cierto que habían desaparecido muchas personas, habían perdido demasiado ellos mismos, pero, tenerlo a él, era simplemente recuperar un poco del cielo que se les robó.
Entonces, mientras era estrechado por su mejor amigo, su incondicional, él levantó sus ojos y lo vio, en su mirada, el destruido capitán pudo ver el dolor y el anhelo de verlo con vida, de ver que al menos con los que compartió una vida hace tanto tiempo atrás estaban con él. Steve quería acercarse, quería abrazarlo, besarlo, fundirlo bajo su piel y sentir que realmente era él, que no era una fantasía producto de su imaginación o un sueño.
Que en verdad, el amor de su maldita vida estaba vivo, pero no podía, no tenía ni idea de cómo acercarse a él, por lo que se mantuvo apartado mientras todos sus amigos lo honraban por su llegada.
Mientras los médicos lo atendían y le ponían un suero con vitaminas para tratar de remitir en algo la desnutrición que traía, iba contando entre bocado y bocado de alimento lo que su equipo padeció bajo la mano del mismísimo Thanos en su propio territorio. Steve cerró los ojos al escuchar la forma tan escalofriantemente fría con la que relataba los hechos, dándose cuenta que Tony estaba realmente roto.
El corazón de Steve dolió por él, hubiera querido estar junto a él para ayudarlo, para consolarlo, pero, las circunstancias se dieron así. Lo único que quedaba era luchar juntos para recuperar a sus amigos.
Una vez que el interrogatorio terminó y se aseguró que Tony estaría descansando por  un buen rato Steve decidió salir de la habitación asignada para el genio, solo iría a tomar un baño y de inmediato regresaría para plantarse fuera de la misma, quería estar cerca de él, aunque no pudiera hablarle.
–¿Se puede saber por qué no hablaste con él? —preguntó Natasha fastidiada.
–No encontré las palabras para expresarme, lo que siento por él me embargó.
–Ya, ¿y por qué no sólo lo tomaste en tus enormes brazos y lo besaste?, recuerdo que solo bastaba con eso para que ustedes se contentaran.
–No creo que ahora sólo con eso baste, han pasado varios años desde que nos vimos por última vez y no fue bajo una bonita circunstancia, además, sé que él está con alguien más y no quiero arruinarle más la vida— al recordar el anuncio de la boda del gran Tony Stark y el Dr. Stephen Strange, Steve sintió que se le iba la vida. Más nunca intentó nada en el afán de que Tony lo olvidara y fuera feliz. Aunque eso lo mate a él.
–Entiendo eso, pero, ¿no viste cómo te miraba? Él aún te ama.
–Lo dudo Nat, él ni siquiera intentó acercarse a mi, a penas y me miró y, por Dios, su prometido desapareció frente a sus ojos, debe estar destrozado por eso.
–Eso no lo dudo, pero, Steve, lo que hay en sus ojos al verte cuando tu no lo miras, es inconfundible, el anhelo que lo rodea cuando escucha tu voz es palpable, no te niegues a esto y no se lo niegues a él.
–Aunque quiera, aunque me muera por tenerlo, no puedo Nat, le hice mucho daño y no quiero seguirlo manchando con mis sucias manos, lo amo tanto que prefiero mantenerme lejos de él.
Natasha lo observo por un momento y luego suspiró, era realmente frustrante ver el como sus amigos, quienes se amaban hasta la locura sufrían y ella no podía hacer nada.
–Estamos a un paso de la batalla de nuestras vidas, espero y puedan arreglarse antes de que no quede nada por lo cual luchar.
Sin más lo abrazó y le dio un beso en la mejilla antes de irse a seguir su consejo y buscar al dueño de sus pensamientos y su corazón.
Steve soltó un suspiro mientras veía a su amiga irse y con los ánimos por los suelos se dirigió a las duchas del complejo, una vez allí se quitó los zapato y la camiseta, quedándose solamente con la camiseta sin mangas que siempre usaba debajo de la ropa. Al verse al espejo sonrió nostálgico, Tony siempre lo molestaba con que solo los abuelitos usaba una camiseta sin mangas debajo de la ropa normal, para luego arrancársela del cuerpo y dedicarse horas de hora a acariciarlo, besarlo y morderlo, demostrándole que podrían haber estado mucho antes de ese modo si él dejara de usar aquella camiseta.
Dios, como lo echaba de menos, estar tan cerca de él y a la vez tan lejos lo estaba matando. Y, como si el destino estuviera empeñado en demostrarle que se estaba muriendo, Tony apareció detrás de él, enfundado en una de las batas de hospital y sosteniendo una toalla, el cuerpo de Steve se tensó y su corazón comenzó a latir a mil por hora. Más no se giró a verlo, solo se conformó con contemplarlo a través del espejo.
–Lo siento, no creí que hubiera nadie a esta hora.—susurró a penas Tony no queriendo incomodarlo, o eso se supuso Steve, quien solo atinó a negar con la cabeza—Si no te importa, solo vine a tomar un baño.
Steve solo asintió, mientras observaba como Tony ingresaba al vestuario y se paraba frente a una de las duchas dándole la espalda, el rubio estaba a punto de salir para darle privacidad y seguridad cuando Tony, sin pudor alguno se quitó la bata, la cual se deslizó con suavidad por su cuerpo, como si de un amante tierno se tratara.
El corazón de Steve se encogió de dolor, no sólo por observar aquel cuerpo que lo había vuelto loco una y otra vez hasta sentir que nunca se sacaría de él, sino también por el hecho de ver los cortes y moretones que debido a su mala nutrición aún son visibles en su piel. Como en cámara lenta lo vio entrar a la ducha y cerrar la puerta de cristal tras él, privándole de la vista directa de su cuerpo, teniéndose que contentar solo con su silueta.
Con un suspiro se estaba encaminando a la puerta, pero un gemido de dolor lo detuvo en seco, sin pensarlo entró inmediatamente en la ducha, encontrándose con un Tony sosteniéndose a duras penas de una barra para discapacitados empotrada allí, respirando con dificultad. Sin pensarlo, lo tomó entre sus brazos y lo enderezó bajo el chorro del agua caliente.
–¿Estas bien?
–Si, gracias, solo fue un mareo.
–Déjame... Déjame ayudarte—las palabras dolieron sin más y, tras un par de minutos que a Steve se le hicieron eternos el castaño asintió.
Con un nudo en la garganta y con un peso en el corazón, Steve lo soltó por un momento para coger la esponja que el genio había traído consigo y la untó con jabón líquido, mientras hacia espuma, el olor a canela picante inundó la ducha, haciendo salivar al rubio mientras recordaba que ese mismo aroma desprendía el sexo de Tony.
Con sumo cuidado, pasó la esponja por su cuello y brazos hasta llegar a sus maravillosas manos, las cuales estaban llenas de cortes y sus venas eran muy visibles. Una vez satisfecho, comenzó a lavar su fornido pecho, teniendo cuidado con el contenedor de nanopartículas, no pudo evitar soltar un gemido involuntario cuando pasó la esponja por sus pectorales, específicamente por sus pezones, los cuales se pusieron erectos por aquella osada atención en ellos. Miró de reojo a Tony, quien tenía los ojos cerrados y los labios ligeramente abiertos y temblaba, al parecer, aquel exceso de atención en sus pezones no había pasado desapercibido.
Entonces un poco más valiente fue bajando por su prieto abdomen, sin darse cuenta, sus lágrimas comenzaron a caer al ver la fea cicatriz que quedó en su costado tras la puñalada que le dio Thanos, junto a varios cortes y moretones más.
–No llores.—susurró Tony, sintiendo que la coraza que había erigido en torno a su corazón comenzaba a flaquear.
–Lo siento, yo debí estar contigo, debí haber impedido que te hicieran tanto daño.
–Eso ya no importa, los debí o debería, no existen, solo está el ayer y el ahora y con fuerte el futuro.
–Un futuro en el que me gustaría estar contigo—Soltó Steve sin pensar, haciendo que Tony abriera los ojos y lo mirara con una ceja enarcada.
Lo que el castaño vio en sus ojos destrozó su alma ya maltratada y sus barreras cayeron una a una. No había duda alguna sobre lo que se estuvo tratando de negar todo este tiempo. No importa cuanto rogó o suplicó a las deidades que se tomaran el tiempo de escucharlo, pidiendo arrancar aquel sentimiento hereje que atormentaba su corazón, no importa cuantas veces se entregó en cuerpo a alguien más con tal de borrar las huellas que dejó sobre su cuerpo aquel ladrón. No importa cuanto trató de amar a otro, nunca pudo y jamás podría. No había duda alguna, lo amaba y aún más que ayer.
Levantó sus manos, pasándolas por aquel fornido pecho enfundado en esa camiseta que los abuelos utilizaban debajo de las comisas y se sostuvo de ella para ponerse de puntillas para luego darle un tierno beso en los labios a un rubio petrificado por aquel acto.
–Esta camiseta es horrorosa—Susurró contra su pecho mojado.
–Siempre las odiaste—fue lo único que atinó a decir Steve, mientras que tímidamente estrechaba a Tony contra su cuerpo, disfrutando de su aroma y calor.
–Nunca las odié, al contrario, siempre las amé, al igual que a ti—Steve bajó su mirada de ojos llenos de anhelo e incredulidad hacia el castaño, quien lo miraba con todo el amor contenido por años, confirmando aquello que Natasha ya le había dicho—aún ahora, siempre te amé.
Steve no soportó tanta dicha y lo cargó para besarlo con la pasión de una reconciliación truncada desde hacía más de dos años.
Con impaciencia certera, tal y como Steve lo recordaba, Tony abrió sus pantalones y sacó su miembro para alinearlo con su entrada, permitiéndole ingresar dentro suyo de forma lenta, arrancando un suspiro agónico en ambos a cada paso y, una vez totalmente dentro de él, los gemidos salvajes de los amantes reencontrándose después de tanto tiempo no se hicieron esperar.
Steve comenzó a mover sus caderas rápido, duro, sintiendo cada fibra del cuerpo de Tony aprisionarlo dentro suyo, sintiendo con su piel sensibilizada por el agua caliente todo de él. Sus manos acariciando su pecho, intentando arrancarle la camiseta para luego entregar su rostro contra él, su barba arañándole la piel. Steve quería llorar, había echado tanto en falta aquella barba que, sentirla nuevamente era la gloria, al igual que sentir sus perfectos dientes sobre su cuello y sus uñas arañando su espalda, sus brazos. Escuchar la voz de Tony cerca a su oído, gimiendo, gritando, susurrando tímidamente por más, lo remontaba a las memorias más bellas y sagradas del mundo y estar de nuevo aquí, después de todo y contra todo con él, era simplemente un sueño echo realidad.
–Te amo, te amo tanto, tanto, morí un poco cada día lejos de ti, mi amor, mi vida, mi esposo.—Susurró Steve contra la piel de Tony, escuchando gratamente un gemido por lo dicho.
–STEVE
El mencionado sonrió cuando las paredes de Tony lo aprisionaron al punto del dolor, acelerando sus caderas, sosteniendo con fuerza las de su castaño, buscando sus labios para fundirse en un beso desesperado mientras ambos alcanzaban un orgasmo brutal, tan intenso y placentero que los dejó momentáneamente ciegos, sintiendo únicamente sus pieles húmedas y calientes. Fueron demasiadas emociones contenidas y liberadas de golpe que las piernas de Steve cedieron y ambos cayeron estrepitosamente al piso, en ese momento la ducha se apagó automáticamente, dejándose oír únicamente sus agitadas respiraciones.
–También te amo—susurró Tony sentado ahora sobre su regazo, abrazándolo con sus brazos y piernas—nunca dejé de amarte ni un solo momento, no te voy a mentir, quise dejar de hacerlo, pero, luego de un tiempo, me di cuenta que nunca podría.
–Tony, mi Tony, siento haberte orillado a sentirte así, no importa si tengo que rogar o incluso compartirte con él, pero por favor, te pido que me dejes estar contigo, te lo suplico.—Lo estrechó aún más si era el caso contra su cuerpo, lo que había dicho era totalmente cierto. Bajo estas circunstancias no estaba para ser remilgado con nada.
–Tonto, siempre e sido tuyo y, una vez terminemos con esto, estaremos juntos para siempre.
Emocionado, Steve lo besó, no tenia dudas, mientras estuvieran juntos, podría enfrentar cualquier cosa que el destino les deparara.

One Shots Stony y MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora