Capítulo 49

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Viviana se puso de pie cautelosa, caminó directo hacia el animal cuidadadosamente, sin prestar atención a la fría mi mirada que Matías le lanzó. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca de la criatura, se colocó en cuclillas y estiró su mano, sin tocarlo.

El animal movió las orejas, abrió los ojos, giró la cabeza en un moviento rápido y dejó ver sus dientes mientras gruñía.

El corazón de Vivi latía de prisa, jamás se había atrevido a hacer algo similar y no sabía qué esperar. Intentó calmar al cuadrúpedo haciendo siseos, como cuando una madre calma a su bebé. La chica se armó de valor y acercó un poco más su mano a la cabeza de la criatura que empezó a gruñir con más fuerza.

Matías se apresuró a ayudar a su amiga, no obstante Viviana lo miró y negó con la cabeza, el chico asintió; confiaba en ella pero no en el animal... eso era lo más arriesgado que la chica había hecho desde que la conoció y después de pensarseo dos veces recordó. No, ella sí que había realizado muchas más acciones peligrosas, era una chica veliente y feroz. De cualquier modo nunca se esperó ver lo que vendría.

-Shhh, shhh-musitó Vivi, el animal pareció perder el miedo y cedió. Bajó las orejas, se lamió el hocico y regresó a su posisión de descanso. Vivi aprovechó la ventaja que tenía sobre la criatura y finalmente acercó su mano hasta su lomo, acarició al animal que no se opuso y sonrió.

-Después de todo, aún somos humanos-. Susurró llenando el inmenso silencio que se había formado. Matías estaba atónito, pero felíz. Viviana le había enseñado muchas cosas, pero jamás a querer algo que no conoces, aun sabiendo que puede ser peligroso. Sonrió cuando ella lo miró y murmuró un "te lo dije". Sí, Viviana le había enseñado más.

Una semana después de que Joel había fallecido y habían enterrado su cuerpo junto a los de las víctimas del ataque, Matías, Fernando y un hombre más, se dirigieron hacia una nueva parte del bosque que no habían explorado, cercana al establecimiento en donde se estaban quedando temporalmente, llevaban tres noches en ese lugar.

La principal razón por la cual se dirijieron al bosque, fue para revisar y confirmar que que hubiera una fuente de comida o agua, además de verificar que fuera un lugar seguro: sin plagas de animales, o plantas venenosas. Pero la razón más importante era buscar cualquier indicio de mutaciones en fauna o flora.

Se adentraron en el bosquesillo. Fernando iba al frente, vigilando que todo estuviese en orden, de cualquier manera ¿cómo saberlo si nunca habían estado ahí? No conocían los caminos, ignoraban la clase de criaturas que se refugiaban en sus varios árboles.

Hace 4 horas había salido el sol. La vista era hermosa: el cielo estaba repleto de esponjosas nubes y los árboles se movian al ritmo del viento; los colores de las flores eran brillantes e invitaban a acercarse a oler su maraviloso aroma, los sonidos de los animales cantarines armonizaba el ambiente y, por mucho que disfrutaran de todo ello, esa no era su misión.

Por un momento se descuidaron, dejándose llevar por la maravilla y magia que albergaba el bosque y dejaron que sus sentido de alerta se apagara por un instante... malo o bueno ese instante fue aprovechado por un ser que los veía desde las alturas y se movía sigilosamente como el viento.

De repente, una chica salió disparada desde la cima de un árbol, Matías, quien no se esperaba el ataque, fue derribado por el golpe. La chica sacó una piedra afilasda y la enterró entre la clavícula y el hombro del chico haciéndolo gritar de dolor.

Se movió rápidamente hacia Fernando a quien le apropinó una patada en la rodilla y luego intentó abofetearlo, sin embargo, Fer fue más veloz e impidió el golpe tomándola por el brazo.

Ella no se detuvo, con su codo libre golpeó las costillas de Fernando quien tosió y la liberó ante el dolor.

El otro hombre corrió hacia ella en un intento por atraparla. La chica trepó la rama de un árbol cercano y se lanzó directamente hacia el hombre que la amenazaba, lo derrumbó de inmediato por la fuerza con la que lo golpeó, después miró al chico que había apuñalado con la roca y se dirigió a él. Sacó de su pecho la piedra afilada que medía entre 15 y 20 centímetros. Miró con enojo al muchacho y salió corriendo fuera de su alcance.

Matías estaba aturdido, no obstante fue capaz de mirar a su atacante: apenas estaba vestida, tenía puesta una blusa partida por la mitad que dejaba ver su abdomen, un pants trozado de la parte de abajo se adería a su cadera y una gorra rasgada de la visera impedía que se viera su rostro. No llevaba zapatos...

"Pobre chica..."pensó Matías mientras el dolor invadía su pecho "...ha sobrevivido y está sola".

Si tú vas, yo tambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora