El Perdedor.

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María ansiosa espera, espera por su chica. Arturo fue por Frida, pues a su padre le han llegado rumores sobre el romance que tiene lo cual lo ha enfurecido pero aún no ha comprobado nada, sin embargo sospecha y para evitar contratiempos en esta gran noche, él se encargó de recogerla y llevarla con María quien se encuentra a unas cuadras. Para festejar que la escuela se ha terminado todos se han dispuesto a salir a un baile. Al fin llegan con María y ella atónita, mira a su amada quien luce despampanante, lleva un vestido negro con flores, zapatos de charol marrón y saco azul marino, sus ojos y su cabello reflejan el brillo intenso de la luna.

— Hola, preciosa— dijo con nerviosismo María.—Ven, vamos. Ah y hola, basura.

—¿Ni un "Wey, gracias por tirarme un paro"?

— Ya deja de chillar, princesa.

En el baile los esperan Oscar y Ángel. Oscar realmente sólo va a pasar un buen momento, no logró pasar el tercer año, no tuvo gran problema con eso porque consiguió un trabajo como ayudante de mecánico, la escuela ya no le llamaba y ahora ayuda a su mamá con los gastos, ahora se ve más contento. A lo lejos ven como llegan los demás pasando en medio de todas las personas y le gritan, pero con la música tan alta no se escucha nada.

"Ella durmió al calor de las masas,/ Y yo desperté queriendo soñarla,/ Algún tiempo atrás pensé en escribirle,/ Y nunca sortié las trampas del amor."

— Wey, ¿qué pedo? ¿por qué se tardaron?

— Es que esas morras no sabían donde era exactamente y pos yo tampoco, tóns tuvimos que preguntarle a alguien cómo llegar. ¿Y qué pedo? ¿dónde está el pelón? 

— Pues fue por unas chelas, seguro ya mero llega, tiene rato que se fue.

Ángel llegó y los tres hombres comenzaron a hablar mientras las dos chicas se fueron a bailar, todos las veían raro pero ya estaban acostumbradas a eso. 

— No mames, yo quiero acabar la universidad, la neta quiero ser abogado.—dijo Ángel.

—¿Para sobornar jueces y estafar buenas personas?

— Ah, no mames Oscar, ¿Ya vas a empezar? deja de juntarte con esos pinches hippies, son como cinco años más grandes que tú y no tienen trabajo, no mames.

— Chinga tu madre, esos vatos quieren hacer algo bueno por las personas, cabrón.

— Si eso fuese real ya hubiera pasado, ¿No? llevan haciéndolo desde los sesenta y no cambia ni madres. 

— Mira cabroncito... —Oscar se levantaba pero Arturo intervino.

— A ver pendejos aguanten. Vinimos a divertirnos, no mamen. Vamos a seguir chupando tranquilos. Mira, mejor cuéntanos que es lo que vas a hacer tú ahora, Oscar.

— Bueno pues... yo quiero seguir chambeando de mecánico, a ver si le aprendo algo al don, es bien bueno, aprendió en el gabacho de carros y pos me ha enseñado un poco y gano bien, ya le puedo ayudar a mi jefa con los gastos, ya después que junte varo voy a comprarme una casa, conseguirme una nena y comprar un coche. ¿Y tú, wey?

— Hmmm, yo no lo sé, no tengo nada en mente, chance y me consigo una morra o algo, a ver que pasa. 

Se iba haciendo más noche y todos se levantaron a bailar, la pista estaba repleta y la música hacía vibrar el lugar, humo salia de la nada. Nadie paraba de festejar, el júbilo era tanto que ya nadie estaba ahí, lo que estaba eran sus almas, desnudas siendo un organismo vivo que le daba vida y sentido al mundo. 

La fiesta terminó, todos regresaban a su casa y los cinco al salir se toparon con el padre de Frida, quien vio a María tomada de la mano de Frida. 

— Frida, ven para acá en chinga.—dijo el padre y ella fue, después se dirigió a María.— Y a ti no te rompo tu madre nomás porque eres vieja.

—¿Que no entiende que yo amo a su hija don?—dijo María con el ceño fruncido y lagrimas en los ojos mientras se iban.

El padre regresó enseguida.— No quiero que te le acerques a mi hija, pinche chamaca o ora' sí te quiebro. Me va a valer madre que seas vieja.

— Pos mejor de una vez porque no me voy a separar de ella, ¿cómo ve?

— Ah, ¿Segura escuincla? Pos a ver.—el señor se acercó bruscamente con María a quien le dio un puñetazo en la cara, enseguida sus amigos intervinieron, todos a la vez golpearon al hombre.

El señor se zafó como pudo y de la parte trasera de su pantalón sacó una pistola, todos lo notaron y comenzaron a correr, a ocultarse entre los carros mientras soltaba balazos como loco, corrieron lo más rápido posible hasta que lo perdieron por completo, al parecer no había ocurrido nada hasta que Oscar se acercó con la mano en el estómago, estaba sangrando, recibió una bala y apenas podía caminar, entraron en pánico, comenzaron a tocar en la casas, a gritar por ayuda y nadie respondió, mientras él iba perdiendo mucha sangre. Un joven salió y llamó a una ambulancia pero ya era tarde, para cuando llegó ya estaba muerto. El último que habló con él fue Arturo. La luna brillaba profundamente, se reflejaba en los ojos de Oscar y se notaba como lentamente se le iban apagando hasta su cabeza ya sin fuerza se quedo como perdida y su cuerpo perdió peso, su fuerza hasta parecer un muñeco de peluche sostenido por Arturo quien desconsolado, lloró con frenesí por un largo tiempo sujetando el cuerpo con fuerza.

Su madre llora sin consuelo. Lo busca y lo busca desesperadamente. Intento decirle que está aquí conmigo pero no me escucha, la caja de cristal en la que estamos bloquea el sonido y no me ve. Pero, ¿qué hace Oscar aquí conmigo? Él está muerto, lo mataron, está aquí entre mis brazos, aquí est... No, es una cabra.

"Por alto que está el cielo en el mundo/ por hondo que sea el mar profundo/ no habrá una barrera en el mundo/ que mi amor profundo no rompa por ti."

De la vida como una canción triste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora