29. "Decisiones personales"

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En una de mis historias, están las pistas para lo que se viene de ahora en adelante. Adivinen cuál es y pónganla en los comentarios, dedicaré el próximo capítulo a la primera que lo adivine.

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Cerré la puerta detrás de mí sin apartar mi vista del suelo, el ruido sonó con fuerza tanto como el de la puerta de la habitación de Shawn abrirse en el piso de arriba.

Los ojos me ardían al igual que su área inferior, eso por secar tanto mis lágrimas. Me temblaban un poco las manos y mis labios estaban un poco ásperos de tanto arrancar piel de estos por la ansiedad.

-¿Bella? -escuché su voz ronca y sus pies descalzos bajar las escaleras a paso rápido. Tal vez se había quedado dormido, ni siquiera sé qué hora es.

Desperté se mi trance en cuanto una de sus manos hizo contacto con mi mejilla, se inclinó un poco frente a mí y buscó mis ojos como un náufrago busca tierra firme, por lo que sin poder evitarlo hice contacto con ellos. Estaba a tan sólo unos centímetros de mi rostro.

-¿Estás bien? -su voz suena más suave esta vez.

Me quedo mirando un poco más su rostro, sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios carnosos. Finalmente vuelvo a sus ojos y no puedo más. Sin pensarlo envuelvo mis brazos alrededor de su cuello cual estúpida niña pequeña, pero no suelto más lágrimas ni sollozo como sucedería en cualquier novela dramática. Simplemente me aferro demasiado a él como si fuese la almohada de mi dormitorio, buscando algún consuelo por su parte.

Sorprendiéndome, corresponde a mi abrazo, enrollando sus brazos fuertes alrededor de mi cintura. Jamás habíamos estado de esta forma, jamás había sentido la necesidad de formar un gesto así de amigable con él porque, por favor, Shawn y yo éramos dos bestias. Las bestias no se abrazan ni se consuelan, las bestias se destrozan entre sí.

Luego de treinta segundos más o menos, solté a Shawn lentamente. El tiempo que me dediqué a aferrarme a sus hombros, logré hundir mi nariz en su cuello y aspirar su aroma varonil embriagador. Olía a jabón, loción y... ¿sueño?, una combinación perfecta.

No levanté la mirada de inmediato, pero lo hice. Sus labios estaban sellados y sus ojos analizaban mi rostro. Ya que yo no decía nada, decidió apartar mi abrigo y dejarlo en el perchero junto a mi bolso.

Me tomó de la espalda baja con una de sus manos y me hizo sentarme en el sofá, era la sala de estar, por supuesto. Era un mueble bastante cómodo, y la chimenea artificial que había frente a este era aún más moderna que su casa entera.

Y yo sólo tengo un departamento. Pensé.

Él se sentó a mi lado. -¿Me dirás qué te pasó? -cuestionó. No parecía irritado, parecía más bien preocupado por la situación.

Por unos pequeños segundos me debatí entre si debía contarle la verdad o no a Shawn, si debía decirle que encontré a su jefe acostándose con Ruth, la mujer con la que estuvo compartiendo sus labios en aquel ascensor, o inventar cualquier otra cosa que justificara el hecho de que llegara cuarenta minutos tarde a su departamento haciendo semejanza a un deprimido tomate con lágrimas.

Así que opté por mentir.

-Peleé con Joshua -apreté ambas manos juntas formando un puño por mi mentira. De alguna forma me sentía mal -, ya sabes, me vio recogiendo mis planos y creyó que me iba a mudar por completo, estaba a punto de enloquecer -tomé una bocanada de aire -, nos gritamos muchas cosas feas, le grité que ya no necesitaba su ayuda, que cuando menos lo esperara ya estaría fuera de esa estúpida casa -hice como si hiciera énfasis en la frase que nunca dije -. Arrojó mis planos por el balcón sobre la sala, los recogí y me fui.

Impure© | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora