Roger estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia. La enorme mansión de argamasa lunar,extraviada en la soledad del desierto,se estremeció hasta los estribos con la primera embestida. Pero Roger y su abuela estaban hechos a los riesgos de aquella naturaleza destinada,y a penas si notaron el calibre del viento en el baño adornado de pavorreales repetidos y mosaicos pueriles de termas romanas.
La abuela,desnuda y grande,parecía una hermosa ballena blanca en la alberca de mármol . El nieto había cumplido a penas los catorce años,y era languido y de huesos tiernos,y demasiado manso para su edad. Con una parsimonia que tenía algo de rigor sagrado le hacía abluciones a la abuela con un agua en la que había hervido plantas depurativas y hojas de buen olor,y éstas se quedaban pegadas en las espaldas suculentas,en los cabellos metálicos y sueltos,en el hombro potente tatuado sin piedad con un escarnio de marineros.
-Anoche soñé que estaba esperando una carta-Dijo la abuela.
Roger,que nunca hablaba si no era por motivos ineludibles,preguntó;
-¿Qué día era en el sueño?
-Jueves.
-Entonces era una carta con malas noticias-dijo Roger-pero no llegará nunca.
Cuando acabó de bañarla,llevo a la abuela a su dormitorio. Era tan gorda que sólo podía caminar apoyada en el hombro del nieto, o con un báculo que parecía de obispo, pero aún en sus diligencias más difíciles se notaba el dominio de una grandeza anticuada. En la alcoba compuesta con un criterio excesivo y un poco demente,como toda la casa,Roger necesitó dos horas más para arreglar a la abuela. Le desenredo el cabello hebra por hebra,se lo perfumo y se lo peino,le puso un vestido de flores ecuatoriales,le empolvo la cara con harina de talco,le pintó los labios con carmín,las mejillas con colorete,los párpados con almizcle y las uñas con esmalte de nacar,y cuando la tuvo emperifollado cómo una muñeca más grande que el tamaño humano la llevó a un jardín artificial de flores sofocantes como las del vestido,la sentó en una poltrona que tenía el fundamento y la alcurnia de un trono,y la dejó escuchando los discos fugaces del gramofono de bocina.
Mientras la abuela navegaba por las cienagas del pasado,Roger se ocupó de barrer la casa,que era oscura y abigarrada,con muebles frenéticos y estatuas de cesares inventados,y arañas de lágrimas y angeles de alabastro,y un piano con barniz de oro,y numerosos relojes de formas y medidas imprevisibles. Tenía en el patio una cisterna para almacenar durante muchos años el agua llevada a lomo de indio desde manantiales remotos,y en una argolla de la cisterna había un avestruz raquítico, el único animal de plumas que pudo sobrevivir al tormento de aquel clima malvado. Estaba lejos de todo,en el alma del desierto,junto a una rancheria de calles miserables y ardientes, donde los chivos se suicidaban de desolación cuando soplaba el viento de la desgracia.
Aquel refugio incomprensible había sido construido por el marido de la abuela,un contrabandista legendario que se llamaba Michael,con quién ella tuvo un hijo que también se llamaba Michael,y que fue el padre de Roger. Nadie conoció los orígenes ni los motivos de esa familia. La versión más conocida en lengua de indios era que Michael,el padre,había rescatado a su hermosa mujer de un prostíbulo de las Antillas,donde mató a un hombre a cuchilladas,y la traspuso para siempre en la impunidad del desierto. Cuándo los Taylor murieron,el uno de fiebres melancolicas,y el otro acribillado en un pleito de rivales,la mujer enterró los cadáveres en el patio,despachó a las catorce sirvientas descalzas,y siguió apacentando sus sueños de grandeza en la penumbra de la casa furtiva,gracias al sacrificio del nieto bastardo que había criado desde el nacimiento.
Sólo para dar cuerda y concertar a los relojes Roger necesitaba seis horas. El día en que empezó su desgracia no tuvo que hacerlo,pues los relojes tenían cuerda hasta la mañana siguiente,pero en cambio debió bañar y sobrevestir a la abuela,fregar los pisos,cocinar el almuerzo y bruñir la cristalería. Hacia las once,cuando le cambió el agua al cubo del avestruz y rego los yerbajos deserticos de las tumbas contiguas de los Taylor,tuvo que contrariar el coraje del viento que se había vuelto insoportable,pero no sintió el mal presagio de que aquél fuera el viento de su desgracia. A las doce estaba puliendo las últimas copas de champaña,cuándo percibió un olor de caldo tierno,y tuvo que hacer un milagro para llegar corriendo hasta la cocina sin dejar a su paso un desastre de vidrios de Venecia.
Apenas si alcanzó a quitar la olla que empezaba a derramarse en la hornilla. Luego puso al fuego un guiso que ya tenía preparado,y aprovechó la ocasión para sentarse a descansar en un banco de la cocina. Cerró los ojos,los abrió después con una expresión sin cansancio,y empezó a echar la sopa en la sopera. Trabajaba dormido.
La abuela se había sentado sola en el extremo de una mesa de banquete con candelabros de plata y servicios para doce personas. Hizo sonar la campanilla,y casi al instante acudió Roger con la sopera humeante. En el momento en que le servía la sopa,la abuela advirtió sus modales de sonámbulo,y le pasó la mano frente a los ojos como limpiando un cristal invisible. El niño no vio la mano. La abuela lo siguió con la mirada,y cuando Roger le dio la espalda para volver a la cocina,le gritó:
-Roger.
Despertado de golpe,el niño dejó caer la sopera en la alfombra.
-No es nada,hijo-le dijo la abuela con una ternura cierta-. Te volviste a dormir caminando.
-Es la costumbre del cuerpo-se excusó Roger. Recogió la sopera,todavía aturdido por el sueño,y trató de limpiar la mancha de la alfombra.
-Déjala así-lo disuadio la abuela-esta tarde la lavas.
De modo que además de los oficios naturales de la tarde,Roger tuvo que lavar la alfombra del comedor,y aprovechó que estaba en el fregadero para lavar también la ropa del lunes,mientras el viento daba vueltas alrededor de la casa buscando un hueco para meterse. Tuvo tanto que hacer,que la noche se le vino encima sin que se diera cuenta,y cuando repuso la alfombra del comedor era la hora de acostarse.
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"La increíble y triste historia de Roger Taylor y de su abuela desalmada"(MAYLOR
RomanceRoger,un joven criado por su abuela desde que murió su padre.Al llegar a la preadolesencia,lo prostituye para así mantener su nivel de vida.Comienza así su peregrinaje.En uno de tantos pueblos,Roger conoce a Brian,quien se enamora de el.Lo busca,le...