Jung HoSeok se sentía muy mal, confundido y sin saber hacia dónde dirigir sus pasos torpes producto de los múltiples sentimientos que se mezclaban en su interior. Miles de emociones le empujaban a ser un mar de lágrimas andante en medio de las calles en las que alguna vez vivió.
Sus ropas algo viejas provocaban que se ganara un par de miradas de personas que cruzaban por su lado o simplemente le observaban desde sus casas, mientras que él luchaba por ubicarse en el espacio y recordar aquel tejado color ladrillo que cubría su hogar; sin embargo, ni bien leía los nombres de los sitios por los que cruzaba, ya volvía a estar histérico por no recordar casi nada de su infancia y apenas contar con sombras de su adolescencia.
—¿Necesita ayuda, joven?— una mujer de unos cuarenta y tantos le miró preocupada por su estado.
—¿En qué ciudad estamos?— HoSeok preguntó en un susurro lo suficientemente audible para la fémina.
—En Daegu. ¿No eres de por acá?
Jung quiso responder, pero sólo asintió, sembrando otra incógnita en la cabeza de la señora, la cual se dispuso a formular otra pregunta; sin embargo, sus palabras quedaron en el aire al percatarse de que el muchacho yacía unos diez pasos delante de ella, alejándose.
—¡Chico, espera!
Al contrario de lo ordenado, la ansiedad del antiguamente bailarín se incrementó, de modo que corrió lo más rápido posible, como si escapara de un psicópata o un ladrón en vez de una simple señora cuarentona. Tal situación hizo que tomará caminos irreconocibles para su pobre cabeza a punto de colapsar.
HoSeok soltó lágrimas amargas por no recordar el camino a casa. No sólo estaba perdido en aquel barrio, también se sentía perdido por dentro, no conectaba con su lado más racional y su alma parecía querer abandonarlo por siempre.
Ahora bien. ¿Qué llevó a este joven a tan cuestionable y confusa situación?
He aquí la respuesta.
HoSeok o Hobi, como sus amigos solían llamarlo en cariño, era apenas un adolescente de diecisiete años cuando un terrible accidente de hogar le despojó de su memoria, arrebatándole los momentos tan especiales que había experimentado con su familia, amigos, compañeros y su eterno enamorado, Min YoonGi.
Sin nada qué recordar y ajeno al entorno que le rodeó una vez despertó de la inconsciencia, sus padres tomaron la dura decisión de recluirle en una clínica especializada en neurología, donde el especialista más fuerte en el área e íntimo amigo del señor Jung, prometió que podrían visitarle mientras le aplicaban una serie de tratamientos delicados para estudiar su estado y ayudarle a recobrar las memorias.
Seis años más tarde y regresando al inicio, un HoSeok de veintitrés vagaba desesperado en busca del calor de hogar, en demasía asustado y también enojado por haber perdido tanto tiempo importante; tiempo que pudo haber utilizado estudiando, graduándose, bailando, riendo con su hermana, abrazando a su madre, leyendo con su padre, amando a YoonGi.
YoonGi.
Temía que el joven de rasgos felinos le hubiese olvidado, que se hubiese cansado de esperar a que reconociera su cara y que entonces haya optado por continuar su vida en compañía de alguien más. Eso le partía el corazón a HoSeok, pues él aún adoraba a Min con la misma intensidad que cuando tenía diecisiete años y eran pareja.
—Mamá...— susurró en otra de las calles, todavía siendo objetivo de miradas curiosas y otras despectivas. —Mamá tengo miedo.
Después de infinitos días recluido en aquel centro médico, su mente se esclareció un poco, permitiendo que las facciones de sus cercanos apareciesen de nuevo en su cabeza e impulsándolo a salir a su encuentro; no obstante, mínimo era el conocimiento que poseía acerca de dónde residía o en qué sitios podría dar con sus allegados.
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Nobody's Home [OS YoonSeok]
FanfictionHoSeok anhelaba llegar a su casa, donde al parecer nadie le esperaba. Y eso le destrozaba. □ OneShot YoonSeok. □□ No copiar ni adaptar. □□□ 2866 palabras. □□□□ Disfruta la lectura.