Me sé su nombre y nunca le hablé en realidad, la conozco pero nunca la he visto ciertamente, su sonrisa es hermosa como si fuese existente, pero solo la veo las noches en los días de mi mundo subconsciente. Es tan auténtica en mis sueños como un recuerdo de mi vida pasada o tan ficticia como un sueño cualquiera que se repite día a día tan solo por casualidad sin encontrar respuesta.
Han pasado ya seis años desde aquel incidente, el que me marcó, donde empezó mi nueva vida sin recuerdos de la anterior. Ya suenan las campanas de media noche del cinco de mayo mientras empieza a lloviznar, yo aún sigo sentado, el frío es aterrador, los dientes me rechinan, el cuerpo trémulo, creo que ya se me va a congelar la sangre, pero ¿Qué hago aquí? ¿Cómo llegue hasta aquí? Se preguntarán, para eso es necesario retroceder en el tiempo, todo esto empieza un mes antes cambiándonos de ropa, entre el cancán, la camisa, el pantalón y vestido de gala en la cocina con la imponderable pregunta "¿Y entonces?", la interrogante a la que no le damos importancia hombres como yo, los libertinos, los que huimos de la palabra compromiso. La palabra "entonces" no suele traer consigo compasivos resultados, solo vivir juntos, tener hijos, la boda y ese tipo de cosas; era la secretaria de Luis; la habíamos pasado bien la noche anterior en la fiesta de disfraces del cumpleaños de lucho; mi hermano y mejor amigo, además el gerente general de la empresa donde ella trabajaba; la simplicidad de tener una noche de placer, pasión y sexo, o al menos así lo tomaba yo. No sabía cómo responderle, cómo explicarle, ya me había cansado de repetir lo mismo a las diferentes chicas que pasaban por mi cuarto, mi biblioteca, mi piscina, mi cocina ¡Oh... mi cocina! eso era nuevo, y por el resto de mi casa de playa, así que solo la vi entre dudoso y decepcionado, tenía que terminar, que mal, esa era una norma de vida entre yo y Luis, solo llegaríamos con cada mujer hasta que nos preguntaran por "entonces".
Ella ya se había sentado en el sillón de la sala esperando mi respuesta, callada, con el abrigo de lana entre brazos y una mirada con los ojos abrillantados, esa fue la sensación más escalofriante de ese día por el silencio absoluto que recreaba en mi mente la sensación de tener un cementerio dentro de mi casa. El silencio consumía toda sensación de satisfacción dejando espacio a la culpabilidad, me sentía culpable, no encontré más que hacer para ayudar a mi conciencia que acercarme a ella cambiando mi semblante a apenado.
- "Verás soy un chico que no te conviene, no soy de los buenos, siento decepcionar tus expectativas, pero no soy de los mejores diciendo que no podemos ser nada más que solo diversión sin contratos"-le dije mientras le acariciaba el cabello.
- "Supongo que tienes razón...además, solo fue que llegamos hasta aquí por resultado de nuestros instintos más antiguos"-respondió ella sollozando con el semblante invadida de una sonrisa fingida como ocultando sus sentimientos.
Alcancé ver que se limpiaba una lagrima que empezaba a caer rosando su mejilla mientras se levantaba levemente del sillón sin ni siquiera dirigirme la mirada, no tuve las agallas de al menos alzar la cabeza para ver cómo se alejaba al salir; sólo conseguí ver su sombra perderse al cerrarse la puerta principal.
Me quedé ahí sentado un buen rato algo preocupado, estaba casi seguro de que ella estaba muy enamorada de mí, su miraba delataba completamente sus intenciones, bueno, con el "entonces" ya me lo había aclarado todo, pero era yo el que no se quería dar cuenta, no me lo terminaba de creer, con lo emocionada que estaba al principio con lo de ser solo amigos con beneficios y satisfacer nuestras necesidades, solo satisfacer nuestros deseos sin compromisos, era algo confuso, cuándo fue que pasó eso, en qué momento fue que sucedió.
A la tarde llamé a la mansión de lucho, estaba estresado por todo lo que me había pasado en la mañana con aquella fémina, no aguantaba la idea de ser el culpable de su tristeza, necesitaba algo que me animara. Le dije a la criada que avisara a Luis de que iría a visitarle a la noche.
Llegó la noche, estaba parado fuera esperando a que me abrieran, se deslizaron los portones lentamente y pude notar allí al fondo, en el patio, una gran cantidad de personas puestas en pie, no sabía el porqué del suceso, todos pusieron atención en mí, me estaban mirando, se me hacía algo extraño pero entonces lo comprendí, lucho me había preparado una fiesta sorpresa al enterarse lo de la mañana, cómo se había enterado, no lo sé. Se acercó, me comentó del motivo de la fiesta, en efecto era para mí, y como solíamos hacerlo siempre en nuestras fiestas me llevó con él y fuimos en busca de chicas, había muchas, pero ya estaba cansado de estas, quería algo nuevo, no sé lo que buscaba en realidad, solo que era algo que ya no fuera de mi mundo, el de lujos y más, quería algo que me valorara por lo que soy, no por lo que tengo. Aunque yo era el chico guapo, el típico mujeriego, el de las parrandas cada noche, con la gran fortuna heredada de mis padres adoptivos, no encontraba algo que en realidad me hiciera feliz, quizá por fuera sonreía pero por dentro estaba totalmente vació.
Pero así, sin pistas de dónde encontrar esta felicidad deseada, solo me quedaba ir por ahí vagabundo sumergiéndome entre las profundas aguas de libertad sin control, libé licor como siempre y esta vez me embriagué como nunca, me liberé por esa noche de las pegajosas garras de la diosa libertinaje y salí corriendo sin casi tener control de mi cuerpo, anduve ebrio por las calles oscuras cubiertas de espanto, humo en todos lados, filtros de cigarrillos en el suelo, botellas de vidrio rodando de un lado a otro haciendo bulliciosas, personas descontroladas y estos personajes de vestidura negra que se perdían en las tinieblas de la calleja en la que ahora me encontraba.
Se acercaban a mí cada vez más, el color negro conquistaba cada vez más mi alrededor sin poder hacer nada, solo observaba, había perdido totalmente el control, me quitaron la ropa, se apoderaron del reloj de oro de mi brazo, de las botas de cuero italiano, y de todo aquello que llevaba puesto o en los bolsillos, me dejaron tirado en el suelo, se habían llevado todo. Después de eso solo recuerdo haber visto una bufanda roja con un aspecto peculiar y una silueta acercárseme, los ojos se me cerraron y me desvanecí.
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El misterio de la bufanda roja
RomanceRecuerdos o solo sueños, aún así la he visto mientras estaba dormido.