Capítulo 11: Confía un poco más

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Volviendo en el tiempo más de diez años, a los momentos en que Shen recién comenzaba su mortal entrenamiento para convertirse en el mortífero guerrero que sería de adulto. Dentro de una oscura cueva, el pequeño niño de poco más de ocho años colgaba de cabeza sujeto por una cuerda.

Bajo la excusa de entrenamiento, prácticamente era utilizado como sacó de boxeo, obligado a recibir patadas y bloquearlas con sus brazos. Una tras otra, sin pausas, sin descanso, sin misericordia.

Cuando el golpeador se cansaba, solo era remplazado por alguien más. Al quedar exhausto, el niño no pudo mantener los brazos arriba más tiempo y los dejó caer. Sin embargo, eso no detuvo las patadas, por el contrario, incitó aun más a sus agresores.

—¡Vamos basura! ¿Es todo lo qué tienes? —el sujetó continuaba pateando mientras regañaba al pequeño.

El chico intentó levantar los brazos nuevamente pero fue inútil, estaba tan cansado que a duras penas podía seguir consiente. El sujeto continuó con la paliza un rato más hasta que se agotó.
No lejos de ellos, sentado en una roca, Wu-Fei observaba tranquilamente la brutal escena.

—¿Ya no puedes más? Si no podías soportar no debiste haber venido, niño —el hombre se acercó al pequeño y le susurró —. Lord Da-Xiang debería escoger mejor a sus hombres. Alguien como tú no debería estar con vida.

En cuanto dijo aquello, el chico se sacudió con fuerza, levantó un poco la cabeza y miró fijamente al hombre. Sus ojos estaban llenos de irá, unos feroces ojos dorados que reflejaban furia y odio en su más puro estado.

—Algún día voy a arrancar ese corazón tuyo… recuérdalo.

La sed de sangre era tan intensa que fue capaz de hacer retroceder al sujeto, dando medía vuelta y dirigiéndose hacia la salida de la cueva.

—Si quieres comer tendrás que bajar de ahí tú mismo, basura —comentó sarcásticamente antes de marcharse.

El niño quedó ahí, suspendido en la oscuridad, totalmente solo y al límite. Con sus últimas fuerzas cortó la cuerda que lo sostenía y cayó contra el frío suelo. Débil y lastimado de inmediato quedó inconsciente.

Shen se despertó en ese momento de un sobresalto, sudando y con escalofríos. Él estaba en su habitación, afuera aún estaba oscuro y callado. Incapaz de volver a dormir, Shen salió de la cama y bajó las escaleras, encendió la chimenea de la casa y se sentó junto al fuego.

—¿Siempre duermes tan poco?

Lucy apareció de la cocina con un par de tazas en las manos.

—Estoy acostumbrado a dormir poco —guardó silencio un momento—. ¿Puedo preguntar el por qué?
—¿Qué cosa? —dijo Lucy.
—¿Por qué eres tan buena conmigo? A estas alturas ya debería haberse dado cuenta de que no soy lo que parezco.
—Puede ser, pero al final todos ocultamos algo. Al menos no siento que seas mala persona.

Shen no dijo nada y dio un sorbo a la taza.

—¿Sabes? Elizabeth tuvo un hermano mayor... Sí él estuviera vivo tendría más o menos tu edad. Quizá me recuerdas un poco a él.
—¿Fue hace mucho?
—Bastante, Liz a penas lo recuerda. Pero… Pero para Natsu y para mí es otra cosa muy distinta.
—Lo lamento mucho…
—Esta bien, son cosas que pasan. La perdida de un hijo es algo que nunca superas del todo. Pero teníamos otra pequeña en quien pensar como para dejar que nos consumiera… Claro que Natsu nunca pudo olvidar del todo.
—Él… ¿Se fue?
—Ya no estoy segura… Desde ese día, él… él cambió tanto.
—No creo que sea tan tonto para perder lo que tiene aquí —comentó Shen.
—Hablando de eso. ¿Cómo es tu familia, Shen? ¡Deben estar muy preocupados por ti!

¿Otra vez esa pregunta? Shen dejó salir una leve risa llena de sarcasmo y observó el fuego.

—¿Familia? Yo no tengo a nadie que espere por mi. Estuve solo desde que recuerdo.
—¿Ellos murieron?
—Si… murieron el día que me dejaron en un callejón.

Shen miraba al fuego con ojos nublados y vacíos. Lucy llegó a comprender vagamente porque él era de esa manera tan hostil. No por culpa de una tendencia a la violencia como pensaban los demás. Solo era una manera de defenderse a sí mismo, una manera de evitar salir lastimado.

—¡Bien! Eso ya no importa, está en el pasado —dijo Lucy muy animosa —. ¡Ahora eres miembro de esta familia!

Un desconcertado Shen volteó lentamente su cabeza hacia Lucy, que contestó con una pícara sonrisa.

—Desde hoy puedes llamarme mamá o si prefieres, su-e-gra.

Shen comprendió de inmediato y volteó al instante hacia otro lado.

Entonces un gran estruendo en la planta de arriba llamó la atención de ambos. Elizabeth gritó sorprendida y empezó a correr como loca en el piso superior. Las fuertes pisadas de la joven hacían cimbrar la casa entera.

Pocos minutos después ella bajo corriendo.

—Lo siento, debo irme rápido. Asuka me está esperando —gritó la joven a su madre—. Podrías decirle a Chelsea y los demás que no podré ir hoy con ellos, gracias —pidió a Shen y salió a toda velocidad de la casa seguida de sus amigos peludos.
—Jeje, esa niña no cambia… Bueno, yo debo escribir el día de hoy así que iré a dormir un rato más. Supongo que tendrás un día ocupado.

Lucy subió a su habitación cerrando la puerta y dejando a un pensativo Shen en la planta baja. Él tomó el collar en su cuello y lo sujetó fuertemente.

—«¿A esto te referías Ling? ¿Esto es lo que se supone debo buscar?» ¡No lo entiendo!

Shen salió de la casa sin rumbo alguno. Todavía faltaba un rato para que Mirajane llegase al gremio y más aún para que Chelsea y los demás estuvieran ahí. Sin nada más que hacer salió a dar una vuelta por la ciudad.



Después de las diez de la mañana, Chelsea ya esperaba algo irritada a Elizabeth que se suponía debía llegar una hora antes. Silver dio un gran bostezó ante el aburrimiento y observó el techo.

—Te dije que era mala idea llegar temprano, Liz no es de fiar tratándose de puntualidad.
—Esa niña. ¿Qué debo hacer para que aprenda?
—Dejar de ser pacientes con ella probablemente funcione —respondió Shen al entrar por la puerta.

El joven llegó con un aspecto más desaliñado de lo habitual. En la mano izquierda un par de bolsas y en la derecha un gran, roja y jugosa manzana. La entrada repentina de este tomó por sorpresa a la pelirroja que dio un salto hacia atrás y emitió un gracioso gemido.

—S-shen, h-hola. No te vi venir. «Este sujeto».

Él levantó la mano en respuesta mientras Let y Silver intentaban contener la risa, dio una gran mordida a la manzana y observó a Chelsea un momento.

—Elizabeth dijo que no vendría —él volvió a morder la manzana y siguió observando.
—¡Lo sabía! Ésa mujer nunca va a cambiar —gruñó Silver.
—Apropósito. ¿Qué son esas bolsas que llevas? —preguntó Let.
—¿Esto? Sólo son algunas cosas para Mira, ella me pidió comprarlas está mañana. 

Dicho eso, Shen siguió su camino de una manera tan relajada que casi parecía otra persona.

—O-oye, vamos a ir al parque cercano a practicar un poco. ¿Quieres venir con nosotros?

Shen volteó un poco su cabeza y observó de manera algo arrogante a Chelsea.

—¿Parezco el tipo de persona que necesita entrenar?
—Bueno no, pero no queríamos dejarte aquí solo.
—No tienen porque fingir ser mis amigos.  ¿Sabes?
—No fingimos…  Yo sólo.
—No me tomes por tonto. Puedo saber a simple vista que desconfían de mí. Creo que es menos molestó para ambos si somos directos.

Él siguió su camino sin decir nada mientras los otros sólo lo miraban sorprendidos. ¿Cómo podían hacerlo? Los tomó con la guardia baja de manera eficaz. Chelsea mordió su labio y apretó sus nudillos ante la condescendencia del joven. Rápidamente lo detuvo al sujetar su hombro.

—Elizabeth es mi amiga… Aún más, como mi hermanita. ¡No voy a permitir que alguien le haga daño! Y mucho menos un extraño que intenta entrar en nuestras vidas.
—Chelsea basta, te estás excediendo —dijo Silver ante las palabras de su irritada amiga.

Shen tomó el mentón de Chelsea y se acercó a su rostro de manera rápida y brusca.

—¿Qué ocurre? ¿A casó estás celosa? Déjame adivinar, tú eras la responsable hermana mayor hasta que yo llegué, ¿cierto?

Furiosa, Chelsea intentó abofetear a Shen, pero este sostuvo su muñeca, bajando su brazo con suma facilidad. La fuerza de ella no era rival para la de Shen. Entonces él emitió un risa burlona.

—Así que al fin muestras como eres en realidad. ¡Tenía razón en no confiar en ti!

El cuerpo de Shen poco a poco iba reaccionando a la agresividad de Chelsea. Sus ojos cambiaron a un dorado opaco, tomó a la joven por la ropa y la levantó fácilmente. Obviamente Let y Silver no podían tolerar esto y de inmediato entraron en acción. El brazo derecho de Shen se vio envuelto de una fina capa de hielo mientras su hombro recibía leves descargas de advertencia.

Sin dejar de sonreír, Shen soltó a Chelsea sin pensarlo dos veces. Aunque las miradas amenazadoras de ambos no lograban causar ningún efecto en él. Solo sabía que si las cosas seguían ese rumbo, no resultaría nada bueno para ninguno de ellos. Recogió las bolsas, las dejó en la barra para que Mirajane las tomara después y se dirigió a la salida.

Chelsea ya no pensaba claramente, en un estado iracundo llamó a su lanza mizar usando su magia de reequipamiento y arremetió contra Shen.

Él evadió sin problema el movimiento de un salto y cayó sobre la hoja de la gran arma, lejos de intentar devolver el ataque, bajó con un pequeño brinco y siguió su camino hacia la puerta. Cada acción tomada por el joven hacia enojar más y más a Chelsea, quien decidida a darle su merecido empezó a reunir magia en la hoja de mizar.

Pocos segundos bastaron para cargar lo suficiente, ondeo de manera vigorosa el arma y una gran ráfaga de magia salió disparada. El movimiento fue pensado para abarcar un amplio radio y evitar que Shen pudiera salir ileso. Lo que nadie hubiera podido predecir es que Ultear cruzaría la puerta justo en ese preciso momento.

La pequeña vio acercase la gran ráfaga sin poder reaccionar. Silver sintió un gran hueco en su estómago. ¿Por qué no había detenido a Chelsea antes? Se preguntó. Si no la hubiera dejado seguir eso no estaría pasando. Let también quedó inmóvil, aunque quería hacer algo sus piernas no se movían, sólo podía ver el rostro lleno de miedo de Ultear frente a él.

La ráfaga finalmente alcanzó su objetivo y una gran nube de polvo cubrió el lugar impidiendo la visibilidad. A medida que se asentaba, Chelsea logró ver manchas de sangre en el suelo. El miedo penetró hasta lo más profundo de los tres jóvenes.

El polvo finalmente se disipó y permitió ver a la pequeña Ultear tirada en el suelo temblando con los ojos llenos de lágrimas y delante de ella un lastimado Shen.

—¿Estas bien? —preguntó.

La pequeña se levantó y se aferró fuertemente a él por la cintura, el brazo de Shen recibió un par de cortadas menores y algunos moretones pero nada serio. Chelsea soltó su arma y se dejó caer de rodillas, llevó sus manos al rostro y contuvo las lágrimas. Let y Silver corrieron hacia Ultear para auxiliar, pero esta no quiso desprenderse de Shen.

El estruendo llamó la atención de todos los que se encontraban dentro del edificio, Mirajane salió rápidamente de la cocina, Laxus dejó su oficina, Erza y Juvia, la madre de Silver y Ultear apenas llegaban al gremio cuando ocurría todo.

—¿Qué fue lo que pasó aquí? —preguntó Erza muy enojada.
—Fue mi culpa —respondió Shen—. Estaba jugando y se me fue de las manos.
—¿Eso es verdad? —preguntó Mirajane a Silver.
—¡¡LET!! Quiero la verdad ¡AHORA! —habló Laxus severamente.

Incapaz de contradecir a su padre, Let contó todo lo sucedido. Erza caminó hacia Chelsea y la abofeteo frente a todos, levantó la lanza y se la llevó. Mirajane y Juvia llevaron a Shen y Ultear a la enfermería para revisarlos, por suerte, sin contar el brazo del joven, ninguno había resultado lastimado en realidad. Un par de vendas solucionaron todo el problema.

Mientras los dos eran atendidos, Erza llevó a Chelsea a la parte de atrás para llamarle la atención.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó sería.
—Y-yo no lo sé, fue por impulso —respondió mirando al suelo—. No creo que debamos confiar en él. ¿Por qué todos lo tratan tan bien? No lo entiendo.
—¡Ahhh! Creí haberte enseñado mejor. Escucha, no sé qué tipo de vida llevó, pero es obvio que ha sido muy dura para él. Lo único que sé, es que está más que acostumbrado a ser agredido de lo que parece. A tal punto que la única forma en que sabe responder es de la misma manera. ¿Entiendes? Un círculo vicioso donde la violencia genera más violencia. Puede parecer duro y quizá hasta peligroso, pero en el fondo está asustado… Asustado y confundido.

En ese momento las palabras de la anciana regresaron a la mente de Chelsea; “Estas confundido, no sabes quién eres ni a donde perteneces”. La maga reflexionó un momento y se sintió culpable por todas sus conclusiones adelantadas.



—Con esto bastará —dijo Mirajane al terminar de colocar las vendas.
—Si, gracias —respondió Shen.

Ella puso una cara llena de curiosidad mientras revisaba la mano.

—Eres bastante resistente, ¿verdad? Tengo entendido que ese corte puede partir en dos criaturas muy grandes.
—Juvia lo agradece enserio —dijo la maga exaltada.

Shen negó con la cabeza, era algo extraño recibir tantos agradecimientos de repente y más aún sin razón alguna. Él levantó de su asiento, estiró un poco el brazo y salió de la enfermería.

Afuera ya lo esperaban Chelsea, Silver y Let. Rápidamente, el trío se colocó frente a él y bajo sus cabezas de manera repentina.

—Gracias por proteger a Ultear. Sentimos mucho haber actuado de esa manera —dijo Chelsea con tono de arrepentimiento.

Shen pasó de largo sin decir ni una palabra, avanzó un par de metros y se detuvo.

—Eres muy débil.
—¿Ehhh? —preguntó ella.
—¡Esa lanza no sirve en tus manos porque eres muy débil! —repitió mientras mostraba su lengua al trío a manera de burla.

Los tres quedaron impactados ante la respuesta del joven, jamás pensaron en verle hacer tal cosa. Entonces él dio media vuelta y continuó su camino hacia la salida.

—¡Espera! —gritó Chelsea.
Shen giro un poco la cabeza y se encontró con ella justo detrás de él.
—Eso significa que tú sabes cómo usarla. ¿Verdad? ¡Tú puedes usar a mizar!
—¿Tú qué crees?

Chelsea agachó la cabeza otra vez para sorpresa de Shen. Erza que se encontraba mirando a lo lejos puso una leve sonrisa y asintió con la cabeza la acción de su hija.

—¡Por favor, enséñame como usarla! —pidió humildemente.
—¡Piensa rápido! —Erza arrojó la pesada arma hacia Shen. Este levantó un poco el brazo derecho y la atrapó con suma facilidad lo cual sorprendió a Chelsea.

Él volteó a ver a Erza y recibió un gesto de aprobación de ella. Exhaló y observó a Chelsea.

—¡Maldición! Eres más parecida a Liz de lo que crees.

Shen colocó el arma en su hombro como si fuera un simple palo de madera y salió por la puerta.

—¿Qué estás esperando? ¿Una invitación? ¡Vamos! —indicó a la pelirroja.

Chelsea puso una gran sonrisa y fue tras él de inmediato, seguida por Let y Silver. Cuando llegaron al parque cercano, Shen bajó el arma y la clavó en la tierra.

—Está arma no es ningún juguete. Espero lo entiendas.
—S-si —respondió ella avergonzada.
—Bien, eso espero… Lo primero que debes entender es que está lanza es demasiado corta, por lo tanto debes usarla con una sola mano. Y ese es tu mayor problema. Estimo que con una sola mano sólo tienes cerca de un setenta por ciento de la fuerza requerida para usarla.
—Así que… ¿Debo ser más fuerte? —preguntó ella.
—En parte sí, pero lo más importante es saber usarla correctamente… Debes comprender a la perfección su voz.
—¿Voz? —cuestionó la pelirroja.
—¿Te refieres a que no la escuchas?
—Nada de nada.
—Esto va a ser difícil…
—¡Cuento contigo!
—Tu arma es especial, demasiado —Shen hizo girar a mizar —. Esta arma está viva y tiene voluntad propia.
—¿C-cómo sabes eso?
—Es difícil explicarlo con palabras… Tendrás que descubrirlo por ti misma. Y para eso vamos a usar a la precursora de cualquier tipo de Laza o alabarda.

Shen usó su magia y corto una rama de madera del árbol más cercano. Llamó a Silver con la mano y le pidió conseguir una cuerda lo bastante larga, mientras tanto, él sacaba punta al pequeño palo de madera. Después de un rato Silver regresó con su encargo y lo entrego a Shen.

—Bien, esto será suficiente.

Shen se acercó a Chelsea y le ordenó dar medía vuelta. Ella obedeció confundida, su cabello estorbaba así que él  lo hizo a un lado.

—Humm, tienes lindo cabello —comentó casi susurrando.

Por alguna razón que no entendía, Chelsea se puso nerviosa y tenía razones para estarlo. Usando la cuerda Shen ató el brazo izquierdo de Chelsea a su cintura impidiendo su movimiento.

—Bien. Ahora, debes dar mil estocadas en menos de una hora.
—¿Mil en menos de una hora? ¡Es una locura! —replicó ella.
—En ese caso que sean dos mil —se burló él —. Por cierto, si fallas, tendrás que hacerlo nuevamente. ¿Entendido?

Chelsea asintió y empezó su trabajo, Shen se recostó en el pasto mientras Silver y Let observaban a la pelirroja. Como era de esperarse, ella no tenía posibilidad de completar la tarea en un solo día. En una hora apenas logró dar setecientas estocadas y quedar exhausta en el proceso.

Como prometió Shen, al fallar tuvo que iniciar desde cero y así lo hizo. Cada vez le era más difícil, su brazo cansado le impedía acercarse siquiera al primer número. Exhausta cayó de rodillas en la tierra. Shen se levantó y desató su brazo.

—Eso bastará por ahora —dijo el joven —. Puedes irte a casa, si aún quieres continuar, me lo dirás mañana.

La joven se puso en pie y estiró el brazo adormecido, Shen dio media vuelta y se alejó del grupo.

—¡Oye! Gracias —dijo Chelsea mientras ondeaba su mano a manera de despedida.

Shen levantó su mano derecha sin voltear atrás como repuesta. Chelsea puso una gran sonrisa y se apoyó en Silver por el cansancio.

—¿Saben? Creo que ya entiendo porque le agrada a Liz —dijo alegremente.
—Humm, creo que él tiene razón en algo. Ustedes dos no son tan diferentes. Esto va a ser Interesante, pensar que les interesaría el mismo hombre.
—Si supongo que tienes razón —dijo mirando a Shen alejarse.

Chelsea tardó un momento en entender las palabras de Silver, de inmediato se ruborizó y negó el comentario.

—¡De ninguna forma, no se trata de eso!

El trío se quedó en el parque jugueteando mientras Shen regresaba a casa. Al cruzar Lucy y Elizabeth le dieron la bienvenida. Fue un momento extraño para él, jamás se imaginó estar en una situación similar. Como las que solían mostrar los libros que solía leer de pequeño. Él esbozó una leve sonrisa mientras los dos felinos aleteaban a su alrededor y se sentó a la mesa.

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