Malos padres

164 31 5
                                    

Aquellos que eran capaces de percibir la magia estaban sufriendo por las dos auras de poder una enfrente de la otra. Los que no, aguardaban sigilosos el momento de huir o participar en una super riña.

El joven elfo rubio estaba desesperado por evitar que la huesuda mano de la muerte se llevará al enano que seguía desmayado y delirando. Su cimitarra estaba rota mientras en ella crecían plantas de apariencia agresiva.

A todos se les bajaron los efectos del alcohol y supieron entonces que esos dos hombres de apariencia humana, eran dos monstruos en realidad.

--Miren quien llegó... El inútil.

--A quien le hablas lagarto mutante.

Es poco decir que un valeroso guerrero estaba en posición fetal rezándole a todos los dioses conocidos y por haber. Era miedo genuino, un terror indescriptible el que los sumia a todos en una creciente desesperación.

--A que viene el señor amo de los idiotas?! Qué más quieres quitarme?!

--No me faltes al respeto! Ya tenemos suficiente aguantando tus idioteces en el bosque, ahora también causas problemas aquí!

La posada entera crujió y retumbó como si gritara, varios ya estaban echando espuma por la boca o en el mismo estado que el enano.

Ambos comenzaron a avanzar en la dirección del otro. Bajo los pasos del mago de fuego se quedaban plasmadas pisadas con forma de patas de dragón, incluso se escuchaba el sonido crepitante de la madera quemándose. El otro hombre a su vez parecía distorsionar el espacio a su alrededor, también comenzaron a entrar hierbas rastreras que tomaban formas de garras retorcidas.

Todo seguía oscuro, pero esos dos monstruos parecían emitir su propia luz maligna o poderosa.

El mago alzó su mano envuelta en llamas y lava ardiente, el misterioso encapuchado retiro un guante de su mano emitiendo el resplandor de una marca mística irradiando plasma.

--Antes de reducirte al tamaño de una lagartija rostizada tengo una pregunta que hacer.

--No desperdicies tus últimas palabras inútil.

La tensión aumentaba, era tal que incluso el vuelo de una mosca era audible y la mosca hubiera muerto aplastada por el aire.

--Eso es hidromiel de driada verde?

El encapuchado apunto con un dedo tembloroso una botella dorada detrás del mago, el cual no volteo a ver y solo se limitó a responder.

--Si... Y es lo más delicioso que he probado en la vida.

.

.

.

--Ajajaja! Como es que este sujeto sigue sin sentir los efectos de un licor tan fuerte?!

--Nadie lo sabe señor, aquí tiene su lomo de lechón ahumado.

--Gracias! Se ve delicioso, y traemos más hidromiel!

--A la orden mi Lord.

Una camarera se retiró apretando el puño y sonriéndole con afán de victoria a sus compañeras envidiosas.

--Es mi turno!

--No! Sigo yo!

--Tu ya pasaste!

Las cuatro peleaban por un turno para atender a los dos aventureros famosos: El mago Arbus Gara y el monje Ban Hod.

--Ya se por que no puedes embriagarrtee!

--A si? Por qué?

Garabus mostró real interés por lo que el druida tenía par explicar por primera vez en su vida.

--Tu hígado de dragón es enorme, harían falta miles de litros para afectarte... Pero yo puedo arreglar eso.

--Si!... Quizá así pueda olvidar...

El druida se sorprendió al ver el apagado semblante del siempre gruñón lagarto de fuego.

--Oye tonto, la ninfa ya no está enojada... Quería venir a buscarte pero tú sabes, llama mucho la atención.

--De verdad?!... Sabes inútil... Tu no eres tan detestable como creía... Sobre todo cuando no te portas como un anciano amargado.

--Jaja! Y tú eres un poco más soportable cuando no eres un cretino gruñón.

Ambos rieron juntos por primera vez en su vida, los dos ahí, bebiendo y comiendo como dos viejos amigos se dieron cuenta de que realmente lo eran.

--Señor! Lord Ban!

Una joven rubia entró al borde del colapso a la zona de restaurantes de la posada central.

--Es el bebé! Señor perdóneme!

La chica lloraba al pie de la mesa con las manos temblorosas.

A Bandred se le puso la cara pálida y el poco alcohol que habia bebido abandonó su cuerpo en un segundo.

--Q... Que le pasó a mi bebé?

La voz queda del druida asustó a Garabus, el cual también tenía rostro de muerte.

--Paso tan rápido, nadie lo supo hasta que fue demasiado tarde --la muchacha lloraba tratando de retener sus sollozos --El fauno, el que toca el flautin de Sapron se lo llevó junto con varios niños.

Esa noche Bandred se sintió como el peor padre del mundo. Su pequeño protegido había sido raptado por el niño eterno del bosque: un fauno que se llevaba a los pequeños para convertirlos en árboles.



Criando a una bestia mítica ancestralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora