14. VAMPIRAS EN BUSCA DE SANGRE

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Como prometió Josh, después del desayuno paseamos en canoa antes de recoger el campamento.

Al vernos a Sheppard y a mí tomados de la mano, los chicos no paran de molestarnos por todo el asunto, haciendo sonidos de besuqueos y gestos melosos. Contrario de las miradas inquisitivas que nos lanzan mis amigas, Erick y yo tratamos de disfrutar lo que queda de la tarde. Damos pequeño paseo por el lago mientras los demás terminan de empacar sus cosas para irnos.

―Sé que habías quedado en ir a casa con tus amigas pero, ¿qué dices si te llevo en su lugar? ―sugiere Erick, y agrega―. No quiero ir por caminos separados, al menos no todavía.

Mi pecho se calienta ante eso, y asiento con una sonrisa.

―Me gustaría eso.

Volvemos con los demás mientras que tres pares de ojos siguen cada uno de nuestros pasos. Vuelvo la mirada hacia Sheppard, quien finge estar atemorizado, lo que me hace reír un poco. Me encojo de hombros, enarcando una ceja a mis amigas melodramáticas.

Cuando Erick alza nuestras manos entrecruzadas y la besa, escucho a las chicas jadear y chillar de emoción. Pero las ignoro, mirándolo a él mientras sonríe de medio lado y me guiña el ojo antes de acortar la distancia entre ellas y nosotros.

―No creo que me permitan ir sin una explicación ―digo entre dientes, apuntando en dirección a nuestras manos.

―Ya habrá tiempo para eso ―susurra con tono divertido.

Asiento y caminamos hasta enfrentar a las chicas.

―Eh, hola chicas. ―Sonrío nerviosa―. Sheppard y yo nos vamos ―suelto más bruscamente de lo que pretendía, Erick se ríe entre dientes.

―Lo que Sam quiso decir es que la llevaré a su casa, no tienen que esperarla ―dice él, naturalmente.

Mis amigas nos miran, pasando de Erick a mí y viceversa.

― ¿Estás segura, Samantha? ―Pregunta Franceska―. ¿No prefieres venir con nosotras y hablar de… cosas? ―Me fulmina.

―Eh… ―dudo, no sabiendo qué contestar.

Pero Erick viene a mi rescate.

―Estoy seguro que podrán hablar mucho en otro momento. Si nos disculpan, nos pondremos en marcha. ―Vuelve a tomar mi mano y me lleva con él hasta su auto, sin esperar respuesta por parte de ellas.

Detrás de mí escucho a mis amigas gritar como hienas cuando nos alejamos.

―Eh, yo... ―Me imita Erick, antes de estallar en carcajadas.

― ¡Para ya! ―espeto, cruzando los brazos y sintiendo mis mejillas arder en vergüenza.

―Tus mejillas lucen lindas, Mozart. Pero no creo que sea para tanto ―dice, antes de poner el auto en marcha.

―No las conoces como yo, no sabes lo que me espera cuando me encuentre a solas con ellas. ―De solo pensarlo lloro internamente―. No me dejarán en paz hasta sacarme la última gota información, como vampiras en busca de sangre ―digo con horror y se ríe―. Erick, no es gracioso, al menos no para mí. Una vez que les diga, se volverán locas anunciándolo a los cuatro vientos.

I Hate Loving You©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora