Asher Thorn.
2 de noviembre, 2019.
Sábado.¿Por qué nos convertimos en flores marchitas?
La resaca del viernes había terminado conmigo. "Dejaré de tomar descontroladamente", esa era la promesa que nunca pude cumplir pero seguí haciéndome. Todas mis palabras perdían valor cuando ponía una cerveza fría o cualquier clase de alcohol en mis manos.
El nombre Asher Thorn era conocido por ser un hombre adinerado que le gustaba gastar el dinero en putas y alcohol. Yo me había encargado de que todos lo supieran.
El correo de mi celular se amontonó toda la noche, y el timbre de aquellos me terminó despertando por completo. Me levanté mareado, reservando mis ganas de vomitar hasta llegar al escusado y dejar salir toda mi miseria y mi poca dignidad con fuertes arcadas. El baño que tomé después, dejó una gran marca roja en mi espalda, consecuencia del agua hirviendo que ni si quiera me molesté en templar.
Los sábados por la tarde siempre eran así, aunque a veces despertaba con "acompañantes" y heridas que habían sido hechas durante el sexo. La habitación era un desastre hoy, bueno, era un desastre todos los días, pero hoy estaba peor.
Salí de la ducha y me vestí con las prendas carillas que me habían regalado en reuniones de trabajo. Por primera vez, agradecí tener esa ropa ahora que me encontraba a punto de recibir otro. Me gustaba lucir elegante, pero los rumores que creé de "adinerado" se equivocan.
El trabajo era lo único que me llenaba por completo, y cuando recibía uno interesante, evitaba salir a buscar maneras de perderme y acelerar mi envejecimiento.
Antes de dejar el departamento, tomé las sobras de la comida de ayer, y con cuidado regué todas las plantas de mi balcón. Las hojas de las flores pereciendo lentamente sobre la tierra me tranquilizaban. Como un analgésico relajando mi mente para que mis cortos circuitos no se enredaran.
Salí a las 5:38 pm, avergonzado por la hora que había escogido para tomar el sol. Cometí un gran error —pensé—, es invierno y el sol está oculto por los nubes grises. Me estaba comportando como un completo alcohólico con problemas psicológicos, pero no supe si era algo que siempre me pasaba o sólo el efecto de la resaca que aún estaba presente.
Me detuve en seco al ver el edificio, tomé una gran bocanada de aire, llenando mis pulmones hasta sentir escalofríos. Metí la mano en la bolsa de mi chaqueta, en busca de la nota que habían dejado hace tres días en mi puerta, sólo para confirmar que aquel lugar era el que buscaba.
Las paredes eran color marrón y lucían desgastadas. Habría de medir más de 20 metros de altura. Una película trágica desarrollada en medio de un terremoto cruzó mi mente. Reí un poco al imaginarme a los residentes huyendo con temor en sus rostros, hasta ser aplastados por el mismo edificio.
Los detalles grabados en los pilares eran líneas curveadas como pequeñas sonrisas que se elevaban hasta cubrir las puertas como marcos. Parecía ser un lugar cálido, lo opuesto a mi departamento. Me mantuve admirando la construcción y las muchas ventanas imponentes por largo tiempo, hasta que bajé la vista y pude ver el letrero luminoso en la parte baja del edificio.
Mon Soleil, jazz y alcohol. El nombre del lugar entintó una mueca sonriente en mi rostro. Me animé a entrar, bajando las escaleras con cuidado hasta llegar a la entrada.
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Las flores más bellas se dejan marchitar.
Mystery / ThrillerMon Soleil es un pequeño bar en el sótano de unos viejos edificios, localizado en una estrecha calle del barrio francés en Luisiana, Nueva Orleans. Dos conocidos de la infancia, que también compartieron la adolescencia, se reencuentran en aquel luga...