Debajo de la cama.

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Capítulo Único.

Desde pequeño, mi madre siempre me ha obligado a dormir desde las diez de la noche. Arropándome, dándome aquél dulce beso de buenas noches y contándome aquellas historias sobre piratas que tanto amaba; sin embargo, no siempre fuí aquel hijo de ensueño que mamá siempre presumía delante de sus amigas, en algunas ocasiones incluso yo me hartaba de tener que ir a la cama desde tan temprano para un chico de mi edad, por lo que tenía que rogar horas y horas a mi madre por algunas horas más de libertad (como yo lo llamaba), y ésta, después de varios minutos de discutir, terminaba cediendo a mis peticiones, no sin antes salir de mi cuarto para recordarme la hora exacta en que debería de dormir y, de no ser así,  el monstruo debajo de mi cama haría de las suyas para hacerme cumplir con aquella promesa.

En aquel entonces le daba suma importancia a las palabras de mamá, me aterraba incluso, puesto que aún era un crío que desconocía la veracidad de aquellas palabras. 

Los años pasaron, la vida me enseñó un par de cosas y aquellas palabras dejaron de ser un simple cuento de terror y comenzaron a tener un pensamiento más filosófico para mí.

¿Realmente existen los monstruos debajo de la cama?

Creí que los verdaderos monstruos estaban detrás de un escritorio, llenando sus bolsillos de billetes a expensas de las mentiras en las que algún alma inocente llegó a creer alguna vez.

Creí que los verdaderos monstruos eran aquellos que ocultaban la verdad, privando de la libertad a aquellos inocentes que sólo estuvieron en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Creí que los verdaderos monstruos estaban sueltos por las calles, infestando a todos con su veneno y odio hacia la humanidad.

Creí que los verdaderos monstruos eran aquellos que robaban hasta el último aliento de las personas, desprendiendo su alma de este inmundo lugar.

Creí que los verdaderos monstruos tomaban lo más preciado de una persona, sólo para satisfacer sus enfermos deseos carnales.

Creí que los verdaderos monstruos eran aquellos cobardes que se dedicaban a soltar veneno a quienes envidian a través de una falsa identidad.

Creí que los verdaderos monstruos no sonreían, también, jamás creí que los verdaderos monstruos estuvieran tan cerca de nosotros ¿Quién lo diría? Los monstruos están entre nosotros, aunque, eso suena muy descabellado ¿No?

Creí que los verdaderos monstruos estaban debajo de la cama y no entre nosotros, es una lástima que no sea así.

Mamá solía decirme que la única forma de ahuyentar a aquellas bestias era afrontándolas cara a cara, tú y ellos, y finalmente descubrir que no eran tan poderosas cómo nosotros creíamos. 

El valor lo otorgamos nosotros, y a su vez, lo desprendemos, así que está en nuestras manos decidir nuestro futuro ¿Te dejarás devorar?¿Te convertirás en uno? o simplemente ¿Los afrontarás? ¿Los destruirás?

La elección está en tí.

Suerte.

SKYRLIM.

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