«Pierdete, Imbécil»

9 0 0
                                    

Las manecillas del reloj se movían lentamente logrando que el lugar se llenara con su tan característico «Tic, Tac». Los pasos en el pasillo se escuchaban bastante distantes debido a que mi atención se encontraba concentrada en la hoja blanca sobre la madera.

El ruido de una silla siendo arrastrada llamó la atención de todos haciendo que de manera involuntaria dirigieran la mirada hacía la persona que se había atrevido a profanar ese hermoso momento de silencio.

Mirada penetrante, sonrisa burlona, paso seguro, espalda erguida, cabello castaño perfectamente desordenado y un ego enorme pasaron a un lado golpeándome levemente el hombro, lo sabía era su forma de sentirse superior.

- Muy bien señor Rodriguez, me ha sorprendido - El Profesor de Matemáticas halaga mientras recibe el examen que le ofrece el chico con una pequeña sonrisa.

Ahí es cuando el Ego de Joaquín Rodriguez nos aplasta por completo, con una sonrisa victoriosa se da la media vuelta sosteniendo la mochila por una de las correas y sale del aula dejando a todos con una mueca de sorpresa, obligando a mi cerebro de sobremanera a concentrarse nuevamente vuelvo marcar la operación en la calculadora logrando que un inesperado «Syntax Error» aparezca en la pantalla.

- Tienen un minuto, muchachos - Esa simple advertencia logra que los niveles de adrenalina en mi cuerpo se eleven de una manera bastante rápida, garabateo lo primero que viene a mi mente antes de ponerme de pie y entregarle el examen. Dejo salir un pequeño suspiro de alivio al ver que no soy la única que ha tenido que recurrir a ese último recurso.

- Me alegra que las Matemáticas le entusiasmen Señorita Díaz pero el nombre del señor Rodriguez no es la respuesta a la pregunta 9 - De manera inmediata un leve sonrojo se muestra en mi rostro a la vez que la risa de los presentas llena por completo el fondo del lugar.

Sin comentar una sola palabra, con la mirada baja y el ego totalmente aplastado tomo la mochila que se encuentra sobre el pupitre y paso una de las correas por mi hombro saliendo rápidamente del lugar.

Estoy completamente segura de que no dejarán pasar esto, la mañana siguiente todo el colegio sabría lo que habría ocurrido en clase de Matemáticas así que debía prepararme de una vez para las constantes burlas.

En mi pequeña caminata de la vergüenza terminé topandome con el tablero de anuncios, normalmente las personas ignoraban ese pedazo de madera hasta que dirección colocaba un calendario para exámenes pero esta vez se me hizo realmente difícil ignorar la imagen que el vidrio devolvía, rostro completamente rojo, cabello alborotado, respiración rápida, labios partidos y manos temblorosas. Era un verdadero desastre.

Acomode un poco mejor la mochila antes de continuar mi camino, por suerte era la última clase así que no habría ningún problema si Hannia y yo terminábamos en el sofá mirando películas durante el resto del día.

- Hey, Díaz! - Aquel grito hizo que me detuviera de manera inmediata logrando que por accidente terminara chocando con una persona la cual terminó cayendo al suelo soltando el montón de hojas que llevaba en sus manos

El instinto obligó que me agachase y comenzara a recoger las cosas junto con la otra persona.

- De verdad no puedes ser más tonta Julia - Respondió molesta la chica frente a mí mientras arrebataba las hojas entre mis manos y se ponía de pie rápidamente para continuar con su camino.

Un pequeño suspiro escapa de mis labios antes de ponerme de pie con la cabeza gacha, era bastante común que cualquier persona que se encontrara conmigo terminara insultándome de alguna manera.

Una mano se colocó sobre mi hombro haciendo que diera un pequeño salto, no esperaba que él hubiera llegado tan rápido ha donde me encontraba, giré lentamente para poder observarle fijamente.

- Me han comentado sobre tu admiración por mí - una pequeña sonrisa burlona se mostró en su rostro haciéndome blanquear los ojos, al parecer había subestimado por completo a los estudiantes los rumores corrían más rápido de lo que esperaba.

- No te ilusiones tanto Joaquín, la basura siempre se encuentra vagando por mi mente - Respondí con una pequeña exasperación mientras intentaba darme la vuelta para continuar con mi camino.

La presión que ejerció sobre mi muñeca fue bastante molesta haciendo que soltara un pequeño gemido de dolor, el castaño paseaba su mirada por mi cuerpo de arriba a abajo como si estuviera en busca de algún defecto.

Sacudí levemente la muñeca tratando que aflojara un poco su agarre logrando únicamente que lo apretara un poco más.

- Sueltame, no tengo intenciones de mantener alguna plática contigo sea cual sea la intención con la que intentas iniciarla - Sabía que el chico podía llegar a ser realmente testarudo cuando se lo proponía pero parecía que en verdad disfrutaba de ver mi sufrimiento interno por tenerle tan cerca.

- Oh no Díaz, Me vas a escuchar no quiero que alguien llegue a pensar que tengo algo que ver con una rara como tú - su voz tomó un tono frío no quedaba rastro alguno del chico burlón de hace algunos minutos ahora solo se mostraba un ser inexpresivo que me hacía mantener el sentido de alerta.

- Tienes Razón, Para eso tienes a Tania - Ni siquiera había pensado las palabras pero todo había pasado tan deprisa que apenas podía procesarlo, su mano había impactado fuertemente contra mi mejilla izquierda haciendo que cayera al suelo por la fuerza del golpe.

La vista se me había vuelto completamente borrosa, apena podía distinguir ligeras silueta que se removían sobre el suelo, tardé unos minutos antes de poder recomponerme.

La escena que se mostraba frente a mi me sorprendió demasiado, mi mejor amigo Víctor se encontraba sobre Joaquín repartiendo golpes sin piedad alguna unos chicos que se encontraban de paso trataban de separarlos pero el pelirrojo parecía querer aferrarse a la única oportunidad que tendría de golpear a aquel idiota.

Antes de que pudiera hacer algo de lo que pudiera arrepentirse lo tomé de uno de sus brazos halándole hacía atrás logrando que de una vez por todas se separaba del castaño.

- Este no es tu problema, Olarte - Recriminó el castaño frente a nosotros mientras limpia la sangre que escurría de su labio con el dorso de la mano.

- Pierdete, Imbécil - Fue lo último que comentó mi mejor amigo antes de pasar uno de sus brazos por mis hombros y comenzar a caminar hacía la salida.

Durante el camino a casa Víctor no dejaba de quejarse una de las lentes de sus anteojos había terminado roto durante el enfrentamiento dejándolos completamente inservibles.

Syntax Error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora