Morgan Grover. Viviendo En Marte.

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Pasaron ya dos horas y aún no cesan esos ruidos que indican que esos hombres siguen buscando, escucho una voz de mujer; tiene una voz fina pero imponente, no distingo bien que es lo que hablan pero espero y se vayan pronto.

El chico a mis espaldas aún tiene ese cuchillo apuntandome, obviamente no sabe que es lo que está pasando y no tiene por que saberlo, este reloj es muy importantes para mi y necesito ese dinero pronto.
Escucho pasos acercándose cada vez más cerca de donde nos encontramos, el suelo de madera rechina de lo vieja que está, repentinamente se escucha que abren el ropero y no ven nada ya que lo golpean fuertemente, doy un pequeño salto de miedo, se lo que ellos me harían si me encontrarán, primero:
Me quitarían el reloj
Segundo:
Me golpearían hasta que se cansen
Tercero:
Usaría mi cuerpo sin vida para alimentar a sus bestias salvajes he incluído a el pobre chico de ojos azules que me apunta con una arma blanca.

Escucho pasos alejándose, de pronto el chico usa el cuchillos para cortar el cordón de mi bolso, mi reacción de quitárselo de las manos es demasiado lento ya que el lo sostiene con una sola manos y veo lo ágil que es por qué vuelve a empuñar el cuchillo y a apuntarme pero ahora en la cara (creí que solo era un indefenso chico asustado, no es así....de indefenso no tiene nada)
Vuelve a hacer señal de que guarde silencio, abre el bolso ( me siento algo tranquila a recordar que el reloj esta envuelto en una manta roja, no lo verá a simple vista), sé que podría husmear más y ver el reloj y podría huir con el, trato de distraerlo, el voltea a verme y se lo trato de arrebatar, rápidamente levanta con una mano mi bolso, apunta más cerca el cuchillo a mi frente hasta que siento unas finas y delgadas gotas chorreantes de sangre recorrer mi nariz hasta mis labios, ese imbécil me ha arruinado mi frente con su cuchillo, sé que solo ha hecho un pequeño punto, lo único que hago es levantar las manos en señal de rendición...aunque eso no ocurra, si tengo que luchar contra el lo haré, no dejare ese reloj que a mí me ha costado tanto trabajo robar para que alguien me lo robe a mí (eso sí que seria una ironía) río mentalmente de todo esto.

Escuchamos que se van las personas que me perseguían, parece que el chico decide no irse ya que no se mueve, no puedo irme sin mi bolso y su contenido.
Pasan 10 minutos y algo raro sucede..... ¿Humo? ¡Huele a humo!