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Seguido de llegar a su respectivo hogar, tiró su morral al suelo y se avento a la cama boca abajo. Las lágrimas hicieron que su vista se viera borrosa, pero no iba a dejar que aquel sentimiento le ganara. Después de todo, él iba a terminarlo.

Sin embargo, aquel sentimiento no era de dolor, más bien de vergüenza. Sus mejillas ardían debajo de los ríos hechos por lágrimas. Él estuvo jugando por un buen rato al enamorado, evitando que su, ahora ex novio, tenga una reluciente relación con alguien más.

Al ver el rostro de la persona que sí hacía suspirar a su menor, le llenó su corazón de bochorno y sucumbió adelante de él, dándole el pase a su felicidad. Ambos eran infelices. Preguntándose: ¿es todo?

— ¿Estás bien, Jun? —Su hermanastro SeokMin, preguntó encontrandolo deshacerse en llantos.

— No deseo que me ayudes.

Con la voz quebrada le pidió, incapaz de ver su rostro.

Para SeokMin no era raro que Jun intentara alejarlo, de cualquier manera, desde que sus padres se casaron jamás tuvieron una buena relación, o Jun no quería tener una buena relación. Podía decirse que era una especie de protesta hacia el matrimonio de su madre con el padre de SeokMin. Tanto así, que al principio dejó de comer, después se hizo un piercing en la oreja, y para terminar, se le hacía ocurrente ir en las noches a bailes clandestinas sin el permiso de su madre.

Siendo un poco revelde.

Por ello, el que Jun evite a SeokMin era bastante normal, aunque para el menor era un dolor sólo verlo y que no tenga su atención, porque a pesar de ser hermanastros, SeokMin jamás pensó tener una atracción por Jun.

— Sólo intento ayudar —comentó con voz calmada, esperando aunque sea un pequeño quejido. Pero no fue así, Jun solo calló expresando lo que es el famoso ley del hielo—. Estaré abajo, puedes avisarme cuando tengas hambre.

El menor no pudo evitar mirar la espalda baja de Jun antes de salir del cuarto —el cual compartían—, era bastante sensible tratándose de el libido, que era incapaz de hacerlo subyugar. Bajando las escaleras sintió el apretón de su pantalón en la zona pelvica, sacó maldiciones a lo bajo, y trató de pensar en cualquier cosa que no sea su hermanastro acostado dejando ver las abultada mejillas cuando se acostaba mirando al colchón.

No le quedaba de otra que ir al baño principal y dejarse llevar por las sublimes imágenes que tenía de Jun guardados en su mente, con escenas que lo hacía imaginar a su antojo; como por ejemplo, cuando Jun recogió debajo de la mesa el salero que cayó, ambos estaban sentados juntos, y la impotencia de ver en cuatro a su hermano lo hizo explotar. Tampoco olvidaba el día en que Jun intentó de arreglar el estéreo que permanecía en la sala de estar, lo vio sentado sobre sus piernas y con la espalda erguida, dándole imaginación de Jun haciéndole una mamada.

Se sentía como un depravado sexual tan solo pensar en el tema, pero ya había terminado, el líquido caliente sobre su palma le hizo sentir vergüenza una vez más. Se masturbó pensando en JunHui, el hijo de la esposa de su padre, su hermanastro. Agradecía estar solo en el primer piso, no pudo callar un pequeño gemido junto con el nombre del pelinegro. Esperaba que todo este tiempo de masturbarse pensando en Jun permanezca en secreto, y rogaba que fuera una estupida fase.

Al salir del cuarto de baño, se llevo un gran susto al ver a su hermano detrás de la puerta. Tenía una mirada juguetona, y el aura comprometedor que siempre llevaba.

— Cómo es esto, a un fenómeno cerebrito le gusto, y no es cualquiera, es mi hermanito.

— Eso no es... oye pido que te abstengas a decirme de esa manera.

Brothers ➮ᏚeokᎻuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora